Serial killer en mi casa [Noah Stings]

Otra tarde aburrida sin poder salir de casa, como odiaba estar en esa situación, sin movilidad, casi vegetativo, o al menos es como me sentía sin mi libertad de movimiento, era increíblemente frustrante no poder correr como hacia cada mañana y eso se iba acumulando dentro lo cual me hacia entrar mas ganas de salir a hacer ejercicio hasta que recordaba que tenia la pierna vendada y no podía moverme si no era con muletas.

Me desperté a media tarde, eran apenas las seis y la luz entraba de forma indirecta por la ventana, había sido una larga siesta de las que nunca tenia tiempo de echarme por estar trabajando pero como estaba de baja no tenia trabajo, por mucho que les insistí en trabajar desde casa ellos me dijeron que me mejorara y no hiciera nada pero no hacer nada me aburría. Me levante de la cama de forma algo torpe, cogí las muletas apoyadas en la pared y me columpie con las muletas hasta el piso inferior, caminaba muy lento con ellas pero al menos tenia suficiente fuerza en los brazos para dar grandes zancadas, mi perro me seguía a paso lento, sabia que era su hora de comer así que me fui a la cocina, allí estaban los bols de comida, eran algo difíciles de alcanzar por lo que tuve que ponerme en una postura un tanto cómica pero al menos conseguí rellenárselos.

Me saqué un zumo de la nevera y me lo tome mirando a la nada y suspirando de aburrimiento, ni siquiera tenia distracciones en mi casa, yo estaba hecho para el mundo exterior no para estar cerrado en una jaula llamada hogar. Decidí que estrenaría el paquete de DVDs de Dexter que me regalaron para mi cumple y que aun no había abierto, así tendría algo que hacer durante toda la tarde.

Puse el DVD de la primera temporada dentro y me estire en el sofá con la pierna apoyada en un cojín y con una manta encima. Me fije un momento en el exterior, empezaba a llover y tenia mala pinta, al final no seria tan aburrida la tarde.

La serie tenia buena pinta, un lobo disfrazado de cordero que asesina a otros lobos, a mi parecer debería matar a mas, si yo fuera él iría a por algunos que conozco y los mataría con mis propias manos, así es mas agradable. Después de unos capítulos volví a mirar hacia el exterior, parecía una tormenta lo de fuera e iba a peor.

Era uno de esos días en los que me sentía menos avergonzado por las cosas que de costumbre. Eran días en los que me despertaba de buen humor sin importarme el frio, la pobreza, el hambre o la suciedad. Días en los que solo me cargaba de optimismo, aunque no supiera de donde surgía. Poco importaba si podía disfrutarlo.
Había logrado que la abuelita me invitara a uno de esos fabulosos chocolates espesos nada mas empezar la mañana. Eso si que es una buena forma de empezar el día. Ojalá todos fuesen siempre asi. Había pasado un rato intentando componer alguna canción nueva sentado en una de las mesas, escribiendo con un bolígrafo prestado por una de las camareras sobre una servilleta de papel. No era lo mas adecuado para conservar nada, pero era lo único que tenía. El poco dinero que lograba obtener no podía ir gastandolo en papel ni mucho menos en partituras, mucho mas caras que este primero.
A media mañana, cuando el sol ya empezaba a dar algo de calor, había salido a una de las calles peatonales y había abierto la funda de la guitarra, tocando apoyado contra una pared, cantando canciones de todo tipo. Lo que mejor se me daba era una mezcla de rock e indie pero la verdad es que si alguien me pedía alguna canción la versionaba lo mejor que podía. Lo que fuera por unas pocas monedas.
La mujer de la tienda de comestibles me había dado amablemente una lata de albóndigas en salsa jardinera que tenía a punto de caducar. Incluso había sido tan amable de calentarmela, lo que me había dejado todavía con mejor cuerpo. No hay nada como una comida caliente. No se como la gente que la tiene siempre en el plato es capaz de rechazarla. Lo que yo daría por un plato caliente en la mesa todos los días tres veces al día.
Pasó la tarde de igual modo que la mañana y cuando empezaba a caer la noche ya había recaudado cerca de 28 dolares. Hacía mucho que no tenía tanto dinero en mis manos. Por un momento casi me sentía rico. Optimista como hacía mucho que no me sentía, me animé a pedir cobijo en alguna de las casas. Había escuchado esta mañana en Grannys que se avecinaba tormenta y no tenía ganas de pescar un resfriado. No tenía con que pagar el médico en caso de hacerme falta y era demasaido joven para sufrir una enfermedad grave por falta de tratamiento.
Me acerqué sin prisas a la urbanización y justo antes de que doblara la esquina empezó a caer agua como si alguien hubiese abierto un grifo a presión. Apenas me dió tiempo a reaccionar que ya estaba completamente calado. Corrí hasta la primera casa que encontré y llamé a la puerta pese a que tenía un porche donde refugiarme. Esta noche prefería poder secarme y una cama calentita a ser posible. Esperaba que la suerte que llevaba acompañandome todo el día siguiera causando efecto.

En varias horas acabé la primera temporada, era de noche ya y veía como la lluvia pasaba a través de la farola del porche, esta mañana había escuchado las noticias en la radio donde dijeron que seguiría lloviendo durante toda la noche y parte de mañana lo cual para mi era una buena noticia por que así, ya que yo no podía moverme de casa, los otros también lo tendrían difícil y eso me reconfortaba por alguna extraña razón.

La casa estaba a oscuras sino fuera por la luz del porche que iluminaba el salón donde me encontraba y la tele, me levanté para ir a cambiar el DVD de la temporada uno por el de la dos, nunca había sido muy paciente para las series. Con algo de dificultad conseguí sacar a mi perro y a mi gato de encima mío y dejarlos en el suelo. Me acerqué a la cómoda para cambiar el DVD totalmente ajeno a la silueta que se movía en el porche, pero quien si se dio cuenta fue mi perro que rápidamente levantó la cabeza y salio corriendo ladrándole a la puerta del porche.

Me sobresalté por su reacción y haciendo uso de las muletas me acerqué sigiloso a la puerta transparente del porche, aparte las cortinas por un hueco y miré afuera. Cabe destacar que estaba algo paranoico por la serie que acababa de ver así que me las daba de ninja para que lo que sea que hubiera fuera no me viera. Con un rápido movimiento abrí la puerta corredera y saqué una muleta fuera a modo de arma: -¡¿Quién va ahí?!- Mi perro salio corriendo y empezó a ladrarle a una esquina oscura del porche: -¡Sal de ahí si no quieres que te reviente la cabeza!-

Me sobresalté un poco al escuchar unos ladridos incesantes de perro como única respuesta a mis golpes en la puerta. Me aparté un poco hacía una de las ventanas, intentando ver el interior. No había luz propiamente dicha, pero si una iluminación intermitente como podía ser la de un televisor.
El ruido de una puerta me sorprendió, pero no tanto como el perro que salió despedido por la puerta, acercandose a mi a ladridos. Me pegué un poco a la pared a mi espalda sobresaltado, pero enseguida el animal bajó el rabo y lo movió a ambos lados, mirandome curioso. No parecía un animal agresivo. Nunca me habian dado miedo los animales, mucho menos los perros. Intimidaban un poco si venían disparados hacia tu persona ladrando como posesos, pero aun asi no me amedrentaba. Me agaché con una leve sonrisa y le permití olisquear mi mano. Cuando quedó mas que claro que no tenía intención de hacerme daño alguno, pasé mi mano por su morro y rasqué entre sus orejas.
Unos gritos llamaron mi atención y levanté la mirada, observando la muleta que sobresalía por la puerta de la entrada. Ehm... disculpe. Me incorporo un poco con tranquilidad y me acerco a la puerta con las manos alzadas en son de paz, ya que la voz sonaba algo alterada. Solo quería... refugiarme de la lluvia. Me quedé mirando al hombre de arriba a abajo, deleitandome. Me sonaba de haberlo visto alguna vez por las calles, pero no creía saber nada de él. Y las muletas... vaya, parecía que se hubiera hecho daño. Quizá ese era mi golpe de suerte. ¿Cree que tenga algo que pueda hacer por usted a cambio de darme refugio durante esta noche?

De golpe, mi perro paso de una actitud agresiva a una de mas calmada incluso contenta lo cual me pareció muy extraño ya que normalmente tenia que frenarlo cuando veía desconocidos por que los atacaba pero si en alguien confiaba era en mi perro así que baje las muletas para apoyarme de nuevo y mire al recién descubierto chico.

Miré al chico como miraba a todo el mundo que no conocía, con una mezcla de indiferencia y prepotencia mientras lo analizaba de arriba abajo; era un joven mas bajito que yo con cara de niño, pelo castaño y unos ojos muy bonitos de color marrón oscuro, tenia que admitir que tenia un buen culo para ser un crío aunque no podía diferenciar bien su edad no creo que llegara a la mayoría.

Escuche como justificaba el haberse metido en mi casa, tras eso me pidió refugio a lo cual alce la ceja, era una tentación sin duda el meter a un chico tan mono en mi casa pero no quería convertirme en pederasta y no necesitaba tanta ayuda como pudiera parecer:-Lo siento, Cesar Millan, esto no es las hermanitas de la caridad, ves al convento, ahí te darán refugio-

Sin duda me quedé helado ante esa respuesta. Quizá no fuera tanta la suerte de hoy... igual ya había gastado toda la que me había caido esta mañana. De todos modos no pensaba rendirme con tanta facilidad. Solía dar pena, mas tarde o mas temprano. Además había visto perfectamente como el tío me repasaba enterito con la mirada. Instintivamente me llevé la mano a la cremallera de la chaqueta y me la quité, mostrandome un poco mas, aunque se podía excusar perfectamente con la idea de que la chaqueta estaba empapada y no quería coger una pulmonía. El convento queda demasiado lejos para esta tormenta. Juro que no le daré problemas.. Es mas, puedo ayudarle para que no tenga que moverse con esa pierna. Era evidente que la herida era bastante reciente. Puedo hacerle la cena o limpiarle la casa. No tendrá que hacerlo usted arrastrando las muletas aqui y allá. Puse la cara de máxima inocencia, la mas buena que tenía. Era incluso mas tierno que un perrito abandonado bajo la lluvia. Aunque bajo la lluvia estaba igualmente. Por favor. Puede pedirme lo que quiera. No quiero dormir bajo esta tormenta. Y la verdad, no sería la primera vez, pero la anterior había acabado con una buena pulmonía por la que no tenía ganas de pasar de nuevo.

Nunca había confiado en nadie y no iba a cambiar de idea ahora; así que no metería a un extraño joven con pinta de semi-mendigo o de hipster, que la verdad no había mucha diferencia, en mi casa solo por que caía un poco de agua por muy…mono..que fuera el chico. Me giré para entrar de nuevo mientras pensaba en lo pederasta que podía llegar a ser por pensar que podría conseguir algo con el chico, por mucho tiempo que llevara sin mojar no iba a caer en un truco tan viejo.

Gire mi cara cuando volvió a pedirme que lo acogiera, esta vez se había quitado la chaqueta mostrando su camiseta mojada y con cara de pena. Baje la cabeza para ver como mi perro estaba mirándome con cara confusa sin moverse, finalmente me rendí, suspiré profundamente y entré dentro de casa: -Cierra la puerta cuando entres- Mi perro me siguió detrás todo contento. Yo me limité a caminar hacia el sofá y sentarme para volver a apoyar la pierna. –Tienes toallas secas en el armario del baño, la puerta del fondo-

No tuvo que decirlo dos veces. Sonreí automáticamente en cuanto ví en sus ojos que se había rendido. Sus siguientes palabras me lo confirmaron, asi que en cuanto a su paso lento por la pierna se apartó de la puerta, agarré fuerte mi chaqueta y la funda de la guitarra con ella en el interior, dejándola apoyada en la entrada de la casa. No es como si necesitara cargarla a todas partes. Y no creía que el perro fuese a hacerle nada, y menos estando protegida por la funda rígida que poseía.
Seguí sus indicaciones y me adentré por el pasillo hasta el fondo, tanteando la pared hasta que dí con el interruptor de la luz, buscando en el armario hasta dar con una toalla mediana, aprovechandola. Me quité la camisa y la camiseta interior y me sequé el cuerpo. Suerte que de cintura para abajo no me había mojado mas que los bajos de los pantalones y las zapatillas. Me las quité para no ir goteando por ahí y también los calcetines, lavandolos un poco en el propio lavabo y dejandolos junto a las zapatillas en el alfelizar de la ventana del mismo baño. Aunque estuviese lloviendo, el porche protege la ventana del agua y no tengo que dejarle al hombre el baño con mis cosas mojadas.
Me eché la camiseta al hombro algo cortado. Siempre costaba un poco hacerse a la idea de vivir de cada persona. A algunos les encanta el silencio y que les dejen en paz y otros no hay forma de quitartelos de encima.
Nada mas salir al pasillo escuché un gruñido de advertencia y bajé la vista, viendo al perro que me había ladrado antes. Sonreí levemente y me agaché, acariciandole de nuevo entre las orejas. Eh chico... tranquilo. Ya te doy todos los mimos que quieras. Le acaricié también un poco el lomo y luego salió corriendo de nuevo hacia su dueño. Me incorporé y me acerqué también un poco, dejando la camiseta arrugada sobre uno de mis hombros. ¿Y bien?¿Qué puedo hacer por usted?

Me tape un poco con la manta, hacia algo de frío por la tormenta pero aun así me gustaba ir con pantalones cortos, era mas cómodo y mas si iba por casa. Cogí el mando y volví a reanudar los capítulos de la serie pero tenia que admitir que estaba algo inquieto, la idea de tener un extraño en casa cuando yo estaba débil me ponía nervioso aunque viendo al chico se me pasaba todo el miedo, apenas me llegaba al hombro y tenia a Buster que me defendería.

Distraje mi vista un momento de la pantalla para fijarme en la guitarra que había dejado apoyada junto a la puerta, ¿era músico? Tal vez de eso me sonara, alguna vez había visto un chico tocando al guitarra por ahí cuando iba a trabajar. Giré mi cabeza hacia el baño justo para ver como salía de él y acariciaba a Buster, giré de nuevo la cabeza hacia la televisión al ver que me miraba y espere a que se acercara: -No hace falta que hagas nada, siéntate-Apoyé mi cabeza en una de mis manos y seguí mirando la televisión.

Incliné un poco la cabeza, confuso. ¿Cómo que nada? No era capaz de quedarme ahí como un inútil. Odiaba esa sensación. Sin embargo tampoco podía meterme en su casa y obligarle a que me ordenara nada si él no lo deseaba de tal modo. Seguro que en un momento u otro se le iba a ocurrir algo.
Suspiré y simplemente me acerqué hasta la funda de mi guitarra, abriendola y sacando varias de las servilletas de papel y mi bolígrafo. No iba a ponerme a tocar, sería muy irrespetuoso... pero seguro que podía repasar algunas de mis canciones.
Dejé de darle vueltas a lo que podía molestar al tipo y rasqué un poco mas al perro tras las orejas. Estaba claro que le había caido en gracia, pues me seguía a todas partes. Seguramente si su dueño estaba con la pierna mal no lo habría sacado a pasear y tendría ganas de correr un poco. Pobre animal.
Me senté en un sillón individual y forcé un poco la vista, aprovechando la luz que emanaba el televisor para poder ver mi propia letra escrita en esos papeles. ¿Está seguro de que no desea nada? Puedo hacer cualquier cosa.

La serie se desarrollaba lentamente al principio de la segunda temporada, se habían descubierto cadáveres en el fondo del mar de gente “mala”, a la que normalmente defendía yo en el tribunal, y acusaban al que llamaban carnicero de la bahía, esta serie mejoraba por momentos.
Después de que le dijera que no hiciera nada se quedo algo patidifuso y se sentó en el sillón, lo mire de reojo, tenia pinta de ser un culo de mal asiento como yo aunque había aprendido a calmarme durante estos días.
Lo seguí con la mirada cuando fue a por su guitarra mientras pensaba “que no se ponga a tocar por dios o lo echo” por suerte fue educado. Unos minutos después me volvió a preguntar si podía hacer algo:
-¿Te hacen hacer cosas en las otras casas en las que mendigas?-
Pregunte sin quitar la vista del televisor.

Me encogí de hombros algo confuso, torciendo los labios. Hay personas y personas. Bajé la vista algo azorado pero luego pensé que no tenía porque avergonzarme de nada y la volví a elevar, aunque él no separó la vista de la pantalla. Pero ya no es solo que la gente me ordene cosas, es que no me gusta sentirme un bueno para nada. Y si, vivo de la caridad, pero no soy un inútil. Solo he tenido mala suerte. Muy mala suerte. No recordaba nada de mi pasado o de mi infancia, mi primer recuerdo es despertarme en un banco del parque con mi guitarra. Al principio me pareció algo muy extraño, pero luego me fuí dando cuenta de que mucha gente en este pueblo sufre la misma anomalía. Y eso es todavía mas raro, pero hace que no pueda quejarme.
Me mordí el labio mirando de nuevo al perro. Si quiere luego si deja de llover puedo sacarlo un rato... O prepararle la cena, o arreglarle alguna chapuza, era bueno con esas cosas.

Gire mi cabeza esta vez para mirarlo, no parecía tan chiquillo o inmaduro como pensé, supongo que es lo que tiene tener una vida difícil, a mi me gustaba la comodidad, la rutina pero de vez en cuando ansiaba la libertad por eso salía a correr por el bosque solo aunque después tenia accidentes.
-Lo entiendo y en el fondo te respeto, hay que tener valor par venir a mi porche a pedirme cobijo pero si te pido que no hagas nada siéntate y relájate, pocas veces puedes hacerlo, ¿no?-

Sonreí de lado y volví a mirar la televisión, si es que en el fondo tenia un corazón que no me cabía en el pecho. Poco a poco me iba acomodando y escurriendo en el sofá a medida que mi gato ejercía mas fuerza que la gravedad sentado encima de mi pecho. Volví a mirar al chico:-¿Cómo te llamas?-

No suele ser el valor lo que me mueve... Si fuera asi seguramente no viviría en las calles. Me encojí de hombros pero dejé de protestar. Solo faltaría que se cansara de mi y me echara de una patada. Aunque sin duda ese tipo de acción le sería una poco costosa con una pierna mal. En el fondo sentía que le estaba molestando un poco, parecía muy enfrascado en esa serie de asesinatos. La había visto alguna vez, algun capitulo suelto cuando me había quedado en alguna casa. No era del todo mi estilo. Además, siempre he preferido una buena conversación a la televisión. Pero cada persona es un mundo, Noah.
Aun así me sorprendío que volviera de nuevo su cabeza hacia mi para preguntarme el nombre. ¡Es verdad! Debía llevar como quince minutos en su casa, usando su baño y sentandome en su sillón y ni siquiera había tenido la decencia de presentarme. Noah, me llamo Noah. Dí vueltas al boligrafo entre mis dedos, algo nervioso. ¿Por qué narices me ponía nervioso? Vale que no conocía de nada a este tio y estaba metido en su casa, pero tampoco era la primera vez que hacía esto. No se, quizá porque no era como el resto de personas caritativas que me dejan pasar una noche en su casa. Tenía un toque incluso siniestro. O quizá sea la serie que seguía desarrollandose en la pantalla, que le daba a todo un toque mas oscuro y sangriento.

Escuche atentamente lo que me dijo, parecía un chico interesante. Alcance el mando con una mano y pause la serie para después encararme hacia él lentamente y lo observe con indiferencia:
-¿Y que es lo que te mueve…Noah?-

Le pregunte ya que acababa de decirme su nombre, el chico parecía nervioso, lo olía, tenia un sexto sentido para esto, siempre que trabajaba en un juicio en los tribunales sabia cuando alguien mentía por que los ponía nerviosos y les daba miedo. Y tenia que admitir que eso me gustaba, poner nerviosa a la gente. También utilizaba esa táctica para ligar aunque parezca poco creíble funcionaba, te encaras, los intimidas y caen como moscas.
-¿Cuántos años tienes?, debes de ser muy jovencito-
Me lo llevaba preguntando desde que entro a mi casa la verdad, seguramente sea mas adulto de lo que aparenta por su cara de chiquillo, sino no me explico que este viviendo en la calle, los servicios sociales hubieran hecho algo.

Me quedé algo parado ante esa pregunta. ¿Qué me mueve? Supongo que es algo complicado de expresar para muchas personas... las que tienen muchas cosas en su vida. Yo tengo pocas, pero las que tengo me apasionan. Y supongo que lo que te apasiona es lo que te mueve. ¿Qué es lo que me mueve? La pasión, definitivamente. Me gusta sentir las cosas al máximo. Y la música, eso es mas que obvio con solo verme. Podría morirme de hambre pero no empeñaría mi guitarra ni por todo el oro del mundo.
Curiosamente, la pregunta me había relajado bastante. O quizá era el hecho de haber roto aquel silencio que parecía tan difícil de esquivar en aquella casa. La cuestión era que poco a poco me iba sintiendo mas cómodo y menos intruso. Alcé una ceja. ¿Jovencito? Si bueno, un poco. Tengo diecisiete. Me encojo de hombros, sonriendo levemente. Un poco joven si que soy, si. Debería estar en un orfanato o un local social o algo asi, ya lo sé... pero en Storybrooke el orfanato solo sustenta a los chavales hasta los catorce, y por alguna razón no quiero irme de aqui. Este pueblo es todo lo que recuerdo, conozco y soy, supongo.

Me tire un poco hacia atrás, incorporándome al sofá y acomodándome mejor, mi gato se había cansado de que me moviera y yo también me había cansado de que me calentara la tripa por lo que simplemente se levanto y se fue a la cocina. Cogí un cojín y lo puse a modo de reposabrazos mientras lo miraba. El chico dudaba al principio pero dejo bien clara su respuesta, la pasión, ¿la pasión?, ese es un punto de vista muy bohemio de la vida, demasiado para mi, yo era más bien clásico en ese sentido.

-Así que te gusta sentir las cosas al máximo…-repetí en voz baja para mi mientras pensaba en esas palabras, sin duda era un chico que había vivido su poca vida.

Poco después me contesto a mí otra pregunta, dijo que tenia diecisiete, tal como había predicho no llegaba a la mayoría de edad, una pena, pensé que después de este tiempo de reclusión podría divertirme un poco.

-Eso es muy cruel, un niño de catorce años no sabe arreglárselas solo en la calle…¿a ti te echaron a esa edad?-

Me encogí de hombros riendo levemente ante su forma de decir que me gustaba sentir las cosas al máximo. La verdad es que eso era muy cierto. Me gustaba implicarme en las cosas que hacía, sentirlas. No creo que la vida tenga demasiado sentido si no te implicas en serio en lo que haces. Suspiré levemente porque no me gustaba dar pena a nadie, pero tampoco solía alardear como ahora de ser alguien fuerte que disfruta su vida. Sonaba un poco como a "hago lo que quiero y cuando quiero y tu encima me das cobijo por la cara" y nada mas lejos de la realidad. Las pasaba canutas en la calle, pero había aprendido a vivir con ello.
Un niño de catorce años y un niño de catorce años huérfano son muy diferentes. Supongo que debieron de echarme a esa edad, no lo sé. Lo primero que recuerdo es despertar en el parque con lo puesto y la guitarra... pero tampoco es como si quisiera que me cazara el sheriff. Sé que hay refugios para chicos de mi edad fuera de Storybrooke... pero por alguna razon siento que no debo dejar el pueblo. Prefiero vivir en la calle a salir de aqui. La pantalla se quedó negra después de tanto rato sin que nadie la mirara y yo no pude reprimir un bostezo. ¿esta seguro de que no quiere que haga nada por usted? No me gusta nada recibir sin dar.

Alce una ceja pensativo sobre su respuesta, supongo que tenia razón en lo de que había que implicarse al máximo aunque no era algo que cumpliera con mi trabajo por ejemplo, disfrutaba haciéndolo y cobraba bastante, se me daba bien pero si pudiera elegir otro seguramente lo haría, no se, tal vez abrir un negocio, no se, algo que comportara una buena paga y disfrutar d la vida siendo autónomo.-Tienes toda la razón- Conteste acariciándome la perilla y volviendo a mi antigua posición.

Escuche atentamente lo que me estaba contando, debe ser duro vivir en la calle, tengo que admitir que no tendría problemas para sobrevivir, soy capaz de llevarme por delante todo Storybrook por mi propia supervivencia pero prefiero vivir una vida relajada, monótona y con comodidades: -¿Por qué no intentas buscar una solución mas estable?- Alce los hombros en plan indiferente y volví a mirarlo.

Con la oscuridad casi no me había fijado pero el chico iba sin camiseta: -¿No tienes frío?- Alce una ceja, de repente me habían entrado unas ansias maternas con su discurso sobre ser huérfano: -Debes de tener los pantalones mojados también, ¿Quieres que te deje un bata o algo?-

¿Algo estable? Todo el mundo parece tener su vida montada aqui... y sinceramente, a nadie le interesa contratar a nadie que no puede lavarse con asiduidad y ni siquiera tiene un techo bajo el que dormir. Me encogí de hombros. Tampoco es que me importara demasaido. Sonreí levemente cuando me miró, observandome de arriba a abajo para llegar a la conclusión de que debía de tener frío. La verdad es que no... se esta bien aqui. Debía de tener calefacción, y bastante fuerte. Me toqué un poco el pantalón. Si que estaba algo mojado, sobretodo los bajos que hacían que se me congelaran los pies. La verdad... si tuviese algun pantalón no diría que no. Se esta bien pero tampoco es como para pasearme en boxers por ahí. Me encogí de hombros de nuevo con una mueca de timidez. Bastante me costaba aceptar la generosidad y hospitalidad del resto como para encima tener que ir pidiendo mas cosas una vez me habían acogido. Pero usted digame donde esta y yo voy... no quiero hacerle mover con esa herida. ¿Tiene que limpiarsela o algo? Soy bueno con las curas... Y ahí no mentía. Me había tenid oque autocurar varias veces heridas leves que me hacía.

Mire hacia otro lado, en eso no estaba de acuerdo: -Por algo se debe empezar y alguien habrá en este pueblo que quiera contratar un vagabundo aunque siendo menor…ya es mas difícil, como abogado te digo que seria un trabajo sin contrato y eso es muy arriesgado por que después no tienes derecho legal a reclamar el dinero…al menos es lo que haría yo- No tenia pensado contratarlo para nada así que al menos podía ayudarlo dándole un consejo legal.

Lo miré por el rabillo del ojo, este sedentarismo había hecho que mis expectativas sexuales bajaran un poco, normalmente no me sentía atraído hacia jovenzuelos pero creo que ahora mismo cualquier hombre semidesnudo en mi casa me causaba excitación dentro de unos límites, obviamente. Sonreí cuando dijo lo de los boxers –No te preocupes, es como me hubieras pillado si no fuera por la lluvia- Cogí las muletas de un lateral del sofá y me levante: -No te preocupes, no soy un tullido- Caminé con ellas hasta la habitación, con la práctica había conseguido poder moverme de forma rápida:-No creo que tenga pantalones de tu talla pero tengo algunas batas-

No es tan sencillo como parece... un vagabundo siempre es un vagabundo. Tenerlo contratado en un negocio es echarte encima una imagen que nunca sabes si te conviene. Suspiré y me acomodé algo mas en el sillón, dejando mi culo casi en el borde. Ya lo imaginaba yo que usted era abogado. Me sonaba de vista, del pueblo. Y no es que la gente hablara precisamente bien de él, pero..¿qué iba a decir yo que estaba siendo acogido en su casa?
Me supo un poco mal hacerlo mover del sofá, pero él parecía también muy dispuesto a hacerlo. No parecía una persona muy hecha a quedarse quieto en casa y eso le hizo sonreir levemente. Seguro que estaba de mal humor por la herida de la pierna. Me encogí de hombros cuando dijo lo de la bata. Cualquier cosa estara bien... no se preocupe por eso. Me metí las manos en los bolsillos del tejano como una fea costumbre que tenía, pero estaban tan fríos y mojados por la lluvia que las quité de allí al instante. No creo que sea ningun tullido... pero tampoco creo que le haga ningún bien llevando muletas ir andando de aqui para allá. No era médico, eso estaba mas que claro. Pero tampoco era tan tonto de no saber asimilar algo tan simple como eso.

-No todos los trabajos son de cara al publico, puedes empezar limpiando letrinas, yo empecé llevando cafés y papeleo- Conteste mientras iba de camino a la habitación para darle una bata.-Mmm si, lo soy- Ya decía yo que me sonaba, era el vagabundo ese que tocaba la guitarra fuera del ayuntamiento y del que me había quejado a seguridad para que lo echaran alguna vez, supongo que me parecía que tenia un aspecto mas desaliñado entonces.

Abrí el armario, allí guardaba las toallas, batas, pijamas y demás cosas suaves, para mis trajes y ropa tenia otro armario solo para eso, era importante no mezclar suavizantes. Ojee un poco por todos los rincones y finalmente saque una bata que tenia desde hacia un buen tiempo y que supongo tiraria después por tener un estampado algo feo.-Toma, esto te vendrá un poco grande pero te mantendrá caliente-Sonreí mirándolo “se de algo que también te mantendría caliente…” pensó automáticamente mi inconsciente, estaba falto de cariño.-Si necesitas algo mas pídelo, excepto dinero- Conteste finalmente y me fui de la habitación para dejarle espacio.

Suspiré, sabiendo que probablemente tuviera razón. Pero no sé, tampoco es como si la idea de algo fijo me gustase. Nunca lo había tenido y eso me asustaba. De todos modos tampoco es como si me fuera un gran suplicio vivir asi. Podía con ello perfectamente.
Cojí la baya que me tendió y me la puse por encima, planteandome volver al baño para ocuparme de mis pantalones. Podría lavarlos un poco aprovechando que ya estaban mojados. No pude evitar abrir mucho los ojos y hasta enfadarme un poco cuando me ofrece lo que necesite pero añade la coletilla del dinero. Jamás me atrevería a pedirle dinero, no soy asi de descarado. Bastante hace ya con dejarme pasar la noche aqui. En un hostal me darían el mismo privilegio a cambio de dinero y usted ni siquiera quiere que haga nada a cambio... De hecho, nunca había pedido dinero a nadie. Ni pensaba hacerlo. El único dinero que tocaba eran las pocas monedas que podía recolectar tocando su guitarra. No, desde luego que nunca había pedido dinero. De hecho alguna vez le habían dado y no lo había aceptado.
Ví como se tambaleaba para volver al salón y me acerqué enseguida para que pasara su brazo sobre mis hombros. Vamos... apoyese en mi. Le juro que su orgullo seguirá intacto, no se lo diré a nadie. No había dicho nada de que fuera por eso, pero vamos, tenía una pinta de orgulloso autosuficiente impresionante.

Miré al chico detrás de mí poniéndose la bata y seguí caminando en dirección a la cocina, lo había pensado y no tenía ningún tipo de distracción, tampoco sabia que es lo que les gustaba a los chicos de su edad ahora aunque...de todas formas el era diferente, era mas maduro por las circunstancias en las que se encontraba. –No necesito que hagas nada, que es diferente- Conteste, quería matizar eso.

Seguí caminando unos pasos hasta que el chico se acercó por detrás e insistió en ayudarme a caminar, me paré cuando dijo eso y lo mire con los ojos entrecerrados: -No es mi orgullo lo que me hace caminar sino mi instinto de superación- Sonreí y quite el brazo de su hombro para seguir caminando hasta llegar a la cocina: -¿Te apetece comer algo?-