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Mensaje por Grace E. Sullivan Sáb Jun 30, 2012 10:10 am

Sus manos temblaron ligeramente mientras repasaba las medicaciones que le tocaban a "habitación 108 / paciente Jones". Consultó disimuladamente su reloj de pulsera y comprobó que aquella era la hora típica de visita de su hijo, cuando los niños estaban en la hora del recreo en la escuela y él podía escaparse a ver a su padre.
Se arregló el pelo usando el cristal del armarito de los medicamentos donde podía ver ligeramente su reflejo y frunció el ceño al ver como el uniforme del hospital, que ya había cambiado cinco veces de talla, volvía a apretarle. Al final cerró la puertecita de cristal y se dirigió a la habitación.

Suspiró un par de veces antes de entrar, y adoptando el mayor aire profesional que podía traspasó la puerta... Cual fue su decepción al encontrarse la habitación vacía, solo con el "paciente Jones" sedado en la cama, como era habitual. Ni rasto de su hijo.

- Bueno señor Jones... Estamos solos usted y yo esta mañana... - dijo en voz alta, a sabiendas que el hombre en la cama no la oiría, mientras se acercaba a la cama trayendo consigo un suero con antibiotico y algunos inyectables más.

Mientras comprobaba las constantes y hacía todo lo que tenía que hacer, su mente estaba relativamente lejos de ahí, más concretamente en la escuela de Storybrooke, pensando en qué habría retenido a Sebastian para no estar ahí a su hora habitual. Aunque también sabía de sobras que no debería estar pensando en él del modo que lo hacía. Poco a poco se había ido colando en sus pensamientos, y a pesar de estar casada y esperando un bebé, pensaba en él a todas horas, incluso cuando estaba en casa con su marido. ¿En que la convertía eso? No quería ni pensarlo.

- Una mala persona no puede ser una buena madre... ¿verdad? - pensó en voz alta aprovechándose de la solitud de la habitación. - Me quedan tres meses para centrar mi cabecita y hacer lo que se supone que tengo que hacer.

En ese momento notó una patadita del bebé, sonrió e inconscientemente se llevó una mano a la barriga. Le gustaba sentirlo, aún cuando no había querido que Will le hiciera la prueba para saber si era niño o niña, y en las ecografias nunca estaba claro.

- Gracias por mostrarme que estás de acuerdo, pero me quedan varias horas de turno por delante, así que me harías un favor enorme si dejaras de moverte y de practicar tus pataditas de karate. - dijo todavía sin borrar la sonrisa de los labios, mientras empezaba a recoger sus trastos, a punto para marcharse de la habitación.
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Mensaje por Sebastian J. Jones Sáb Jun 30, 2012 10:39 am

Las diez de la mañana llegaron con bastante calma, de música salíamos a dibujo y esta mañana me tocaba a mi encargarme de dar dicha clase también. Habitualmente se contrataba a un maestro especializado para ello pero la Señorita Potch encargada de ella se había dado de baja temporal así que alguien tenía que cubrir su lugar y quien más que el profesor por defecto de la clase en cuestión?. - ¡Venga! hoy vamos a pintar con los dedos que mola mogollón - Fue lo primero que se me ocurrió y lo cierto es que no me esperaba que se emocionaran tanto. Algunos gritos acompañaron la moción general que aprobaba mi idea.

Sin embargo en menos de media hora aquella clase era más un campo de batalla que cualquier otra cosa. Los que no estaban lanzándose pinceladas llenas de pintura embadurnando a los que habían catalogado de enemigos, estaban lloriqueando escondidos debajo de las mesas o dejando sus huellas en las paredes y en otros sitios (como mi ropa). Me costó bastante detener todo el embrollo que se había montado, más de lo que quisiera porque incluso cuando sonó el timbre del receso nadie parecía dispuesto a salir o por miedo o por estárselo pasando demasiado bien torturando a la gente a base de lanzamientos de pintura. - BASTAAAAAAAAAA - No puede catalogarse esto como un enfado en toda regla, pero como lo de alzar la voz no es lo mío la pelea se detiene de inmediato algo que agradezco. Suspiro cuando casi se paran en seco y ayudo a salir a los más endebles de debajo de las mesas. - Venga, al recreo que se os pasa y luego os quejáis! - Los echo del aula antes de que se líe otra vez, haciéndoles "shushus" como perritos mirando la hora del reloj. Ya han pasado diez minutos.

Estoy acostumbrado a asistir al hospital a esta hora, pero con todo lo que ha pasado y que voy con bastante retraso es probable que no vuelva a tiempo. - ¿que te ha pasado? - Una de mis colegas llega por el pasillo mientras me encuentro en la puerta del aula. Bajo la vista de mi ropa, parezco salido de plena partida del paintball. Suspiro con algo de cansancio lo que le da mas respuesta que si hubiera dicho algo. - Pintura de dedos. - Asiento. Ella se ríe. - ¿No vas a ver a tu padre? - Chasco la lengua. - No lo se, es muy tarde. No alcanzaré a volver a tiempo - Doy un paso hacia adelante cuando me pega un empujón, girándome para mirarla algo confuso. - Vente anda, yo te cubro diez minutos si vuelves tarde - Niego pero como parece poner ese gesto de "en serio vas a hacerme rogar" al final me limito a murmurar un gracias.

Es increíble lo lejos que está el hospital cuando voy con prisas. Me he pegado la carrera de mi vida desde el colegio sin molestarme en cambiarme de ropa si quiera por lo que las manchas de pintura siguen visibles en todas partes, que incluye alguna que otra mano en el pecho y en los pantalones de todos los colores. Al entrar al hospital menguo la velocidad, incluso con prisa sé que no es buena idea andar corriendo por un sitio como ese. Tras presentarme en recepción, algo que no tarda mucho porque están acostumbrados a verme a esta hora, avanzo hacia la habitación de mi padre. Me paro en la puerta con la vista puesta en la enfermera que parece distraída. Desde varios metros atrás la reconocí y puse todo mi empeño en llegar antes del próximo siglo a la habitación incluso si eso significaba dejar de espiarla mientras me daba la espalda. Me aclaro la garganta para llamar su atención y no tomarla por sorpresa, no es que sepa mucho de embarazadas pero el sentido común me dice que no es buena idea asustarlas. - Que puntual - Añado a esas palabras un leve tonito de broma. Tras una sonrisa entro del todo llevando mi vista hacia donde está mi padre, igual que desde hace meses.
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Mensaje por Grace E. Sullivan Dom Jul 01, 2012 3:29 am

Había terminado casi de recoger las jeringas y las botellas vacías de suero cuando oyó que alguien carraspeaba a sus espaldas, y antes de girarse ya sabía de quien se trataba, de modo que para cuando volteó a verle ya había una sonrisa dibujada en sus labios, que se acentuó un poco más al ver las pintas que llevaba. Empezaba a intuir el porque de su retraso.

- Vaya, parece que vengas de la guerra. Creía que el trabajo de profesor era seguro. - bromeó dejando todas las cosas vacías en el carrito y acercandose a Sebastian, aún cuando todas las alarmas de su cuerpo y aquella irritante vocecita de la cordura en su cabeza que le gritaba lo mal que estaba aquello.

"No estoy haciendo nada, solo estoy siendo simpática.", se rebatió ella misma, intentando buscar excusas para no hacer el más mínimo caso a aquella vocecilla que no tenía ni idea de como ignorar.

- Todavia sin cambios... ¿verdad? - le preguntó, cruzando los brazos por encima de su barriga, intentando disimularla (aún sabiendo que no tendría demasiado éxito).

La pregunta era completamente retórica, ella misma se tomaba diariamente la molestia de fisgar en el historial del padre de Sebastian, sin saber exactamente si quería leer que había mejorías, cosa que sería buena para él, o que todo seguía igual, lo que significaría que continuaria viendolo a diario en el hospital, por mucho que eso la convirtiera en una persona horrible.
Desde que su padre era paciente en su planta del hospital, poco a poco había ido conociendo a Sebastian cada vez más, hasta el punto que se habían acabado sincerando, así que sabía perfectamente lo mal que lo estaba pasando a causa de la enfermedad extraña de su padre, que nadie acababa de saber diagnosticar.

Se rebuscó en uno de los bolsillos de su uniforme, sacando la tableta de chocolate que ahora siempre la acompañaba a todas partes, porque su estómago siempre parecía dispuesto a rugir en los lugares y los momentos menos oportunos, y ella moría de vergüenza. Se la tendió a Sebastian con una sonrisa.

- Los dias malos siempre parecen algo mejores con chocolate.

"Vete de una vez, Grace, tienes otros pacientes que atender.", la regañó de nuevo la irritante vocecita de su maldita consciencia. Y mentalmente le sacó la lengua y le dijo que se callara. No estaba haciendo nada malo... ¿cierto?
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Mensaje por Sebastian J. Jones Dom Jul 01, 2012 5:25 am

En el momento en el que hace mención a mi ropa lo primero que hago es bajar la vista para auto-observarme. Sabía ya con certeza de cada una de las manchas pero puede decirse que fue una reacción por inercia. Ahogo una leve risa y luego suspiro. - He cometido un error que no cometeré otra vez - O probablemente sí, fuera de todo el lío que se había montado habíamos pasado una hora de clase divertida, hasta que se transformó en pleno campo de batalla. Durante un momento me tomo la libertad de pensar lo que se le pasaría por la cabeza a la gente que me ha visto así por la calle y encima corriendo. En storybrooke nos conocemos casi todos, es probable que la mayoría haya deducido lo que es evidente para los que saben que soy maestro de primaria.

Paso la mano por una de las manchas y vuelvo a alzar hacia ella mi vista esbozando una sonrisa de vuelta. A veces se me pasan por la cabeza ideas absurdas en las que quiero escoger un momento (como ese) y detenerlo para siempre. Llevo mi mirada hacia mi padre cuando lo menciona, encontrando el aliciente perfecto para cortar esa estupidez que a veces siento que me da cuando me quedo mirándola. La sola visión de mi padre en el mismo lugar donde le dejé la vez anterior hace que cualquier sentimiento alegre que haya aflorado en mi interior durante un instante, desaparezca sin dejar rastro. Tuerzo un poco el gesto y asiento. - Creo que debería empezar a asimilar que no va a despertar - Ha pasado mucho tiempo, llevo tanto en este lugar haciendo las mismas cosas que aunque insisto mucho con mis alumnos en que nadie debe rendirse, ahora mismo siento ganas de hacerlo.

Quiero volver a casa y verle sentado en su silla, con su pipa y sus libros enormes sobre las piernas al lado de la chimenea. Es así como lo recuerdo, como si no hubiera nada mas preciado que supiera de él que esos momentos. Suelto un suspiro cuando escucho su voz de nuevo y muevo mi cabeza intentando despejarme. Aún me quedan cuatro horas de clase hasta el final de la jornada y no es una buena idea volver con caras largas. Extiendo mi mano hacia el chocolate sintiendo mis dedos rozar los suyos y el tiempo nuevamente detenerse, como si estuviéramos en un pause que puede durar cuanto se nos antoje. Esa es la clase de cosas que intento evitar cuando se trata de ella, si fuese cualquier otra chica no me importaría pero es ella, esposa y en un futuro corto, madre.

Parto solo un trozo al final porque no me parece justo dejarla sin sus provisiones de azúcar que probablemente el bebé le pida constantemente y esa sea la razón de que lo lleve encima, y además porque si llego con chocolate a la escuela voy a morir asfixiado por todos los que van a querer un trozo. Murmuro un gracias que a penas se escucha pero que queda obviamente reflejado en mi asentimiento de cabeza y mi sonrisa. - ¿Y tu? ¿Cómo lo llevas? - Señalo su barriga, que ya no pasa tan desapercibida como antes y sin notar su intento de esconderlo en absoluto. - ¿No deberías darte de baja?. Dicen que el embarazo es muy pesado. Yo me canso de solo verte - Añado la última parte como broma, aunque lo cierto es que si yo cargara con eso encima estaría quejándome todo el día probablemente.
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Mensaje por Grace E. Sullivan Dom Jul 01, 2012 10:24 am

Era increible lo contagiosa que resultaba la risa de Sebastian. y por eso precisamente le fue imposible no corresponderla cuando él le contó a medias lo que le había pasado para acabar con semejante cantidad de pintura en la ropa.

- ¿Cometes errores? ¡Que me dices! Nunca lo habría imaginado del profesor más querido del colegio. Todos los niños hablan maravillas de ti. - "y entiendo perfectamente el porqué", habría agregado, pero a fin de cuentas todavía le quedaba un poquito de prudencia y sentido común que hicieron que se mordiera la lengua.

Pero la verdad es que aquello era cierto. Hablara con el niño que hablara, no tenían problemas en reconocer lo que "molaba" el profe Sebastian. Y eso, la forma en la que trataba a los niños, era un motivo más que alargaba su lista de virtudes. y que lo hacían más encantador a sus ojos.

- Tendrás que contarme tu secreto. Necesitaré tener tanto éxito como tu con los niños dentro de poco. - dijo con una media sonrisa, acariciandose la barriga. Y es que muy en el fondo tenía un miedo atroz de no llegar a ser una buena madre, de no tener el instinto maternal adecuado, de no saber conectar con el pequeño que venía en camino y una larga lista de etcéteras. En cambio Sebastian parecía desenvolverse con tanta normalidad con los pequeños...

Frunció el ceño ante su frase derrotista sobre que debería empezar a asimilar que su padre no despertaria. Él siempre había sido el optimista, el que se había mostrado confiado de que todo terminaria bien, y aunque si que era verdad que aquella situación se estaba alargando bastante más de lo previsto, no iba a permitir que él perdiera la esperanza.

- Todo va a salir bien. Él necesita que conserves la esperanza y yo no quiero ver caras largas en mi planta. - dijo medio en broma medio en serio, esperando que eso valiera para animar un poco al chico, aunque a decir verdad no sabía que debía sentirse estando en la posición de Sebastian y tampoco sabía que era lo adecuado para decir en esos momentos.

Por suerte él cambió de tema, y aunque fuera relacionado con su barrigota y su futura maternidad lo aceptó gustosa, a pesar de que no le gustaba hablar de eso precisamente con él.
Sabía que era una tremenda tonteria intentar evitar el tema. Su embarazo era más que obvio y debía dejar de comportarse como una adolescente hormonada frente a Sebastian. Era una mujer adulta, comprometida y con la vida planificada... ¿cierto?.... ¿Entonces porque le temblaban las piernas y le volaban mariposas en el estomago cada vez que él le sonreía?

- Yo lo llevo... bien. Más o menos. Nunca nadie se para a explicarte las partes malas de un embarazo, cuando en realidad deberían advertirte antes de nada de las nauseas, los antojos, el dolor de espalda y tooodo lo demás. - dijo intentando mostrarse animada - No eres el primero que me pregunta por la baja... Pero es que seria incapaz de estar en casa sin hacer nada. Además que se me antojan dulces a todas horas, y tengo que trabajar y mantenerme activa para que cuando salga el bebé no me encuentre con que sigo pesando mil quilos más.

Volvió a guardarse el chocolate en el bolsillo intentando ignorar el escalofrio que le había recorrido toda la espalda cuando casualmente sus dedos se habían rozado con los de Sebastian. Era una sensación que hacía tanto que no experimentaba que creía haberla olvidado.

- Intento tomarme el trabajo con más calma. Voy más lenta y hago turnos más cortos. Y a veces si no hay familiares en las habitaciones, hasta me siento un rato y leo a los pacientes o les arreglo las flores. - dijo antes de agregar con una sonrisa - Pero oficialmente no hago nada de todo eso, así que guardame el secreto.

Su vista se desvió unos instantes al carro que llevaba practicamente vacío, y sabía que debía marcharse, no porque tuviera muchas otras cosas que hacer, sino porque seguramente Sebastian necesitaba tiempo a solas con su padre, y no a una enfermera hormonada que necesitaba un poco de atención.

- En fin... Supongo que querrás estar a solas con tu padre. Mejor me... voy. - dijo forzando una sonrisa que en realidad no tenía ganas de hacer. Su subconsciente rogaba que él le pidiera que se quedara, pero su parte racional sabía que eso no pasaría. A fin de cuentas... ¿Para que la iba a querer él ahí?
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Mensaje por Sebastian J. Jones Jue Jul 05, 2012 8:42 am

"¿Cometes errores?". Me paro en seco como si la insinuación me hubiera tomado desprevenido, haciendo un par de gestos con mis manos de quien intenta quitarse el marrón de encima antes de que la cosa se ponga fea. - No fue mi culpa. - Exclamo con una indignación fingida. - A veces das buenas ideas que la gente utiliza mal. Como el fuego por ejemplo, seguro que el hombre que lo descubrió no se imaginó que freirían a pobres casi-pollitos indefensos con él - Con lo de los pollitos me he pasado con la broma hasta el punto de terminar riéndome yo mismo de la chorrada que he soltado. Me llevo la mano a la frente ahogando la risa tras un par de veces escuchando sus palabras.

Chasco la lengua con lo de los trucos porque no es la primera vez que alguien me dice algo así, y sé que tampoco será la última. - No hay truco - Es la misma respuesta que obtienen todos los demás, y es porque en realidad no lo hay. Así como no existe una receta perfecta para el amor, para los amigos, o para las relaciones, para los niños tampoco. - Lo harás bien - La miro de un modo muy intenso mientras mi mente rebusca en mi propia memoria imágenes de ella siendo... ella. - Más que bien - Siempre es amable, cariñosa, encantadora, es más de lo que muchas chicas son hoy en día. Es capaz de soportar bordearías de la gente y conservar su sonrisa y lo que es mas importante de todo eso... siempre está ahí cuando la necesitas. Después de todo eso es lo que un niño necesita, ser libre, pero tenerte ahí cuando le haces falta. - Y sino... - Suspiro saliendo de mi ensoñación momentánea poniendo una sonrisa de medio lado y bajando la voz, mientras me inclino hacia ella como quien está a punto de contarle un pequeño secreto. - Me la mandas a mi, que yo te la enchufo -

Durante un rato la idea de estar educando a su hija me entristece. Después de todo mi idea era sacar a mi padre del hospital y marcharme confiando en que story brooke fuera suficientemente grande como para encontrarme con ella lo justo y necesario, o menos que eso si era posible. No se me había pasado por la cabeza que en el futuro yo sería el maestro de su hija y ella la irá a recoger a clase todos los días. Me pasaré el resto de mi vida viendo lo feliz que es con su perfecta familia mientras una parte de mi que me hace sentir muy mala persona desearía que no lo fuera.

Mi mirada se va hacia la camilla donde mi padre sigue enchufado a saber a cuantas máquinas a la vez, de estas cosas médicas nunca he entendido más de lo que aprendí con primeros auxilios para gestionar los accidentes de los niños; y lo primero en lo que pienso es en el consejo que me daría. Una leve risa se me escapa, algo amarga viniendo de mi. Probablemente me daría una colleja. Incluso echo de menos de él esa clase de cosas. - Supongo que tienes razón, pero a veces es tan difícil... - Me llevo las manos a las mejillas con una leve palmadita, apretando suavemente y luego fingiendo una sonrisa muy para que se note obviamente que le hago caso a su norma de la prohibición de caras largas.

- ¿Cómo mas o menos? - La respuesta me recuerda a mis alumnos. Suelen usarla cuando no están seguros de lo que ha pasado porque han reaccionado por instinto y metido en problemas sin pensar, pero su respuesta elimina de golpe esa posibilidad. Ahogo una leve risa y asiento. - Es como lo de montar en bici. Te dicen lo genial que es pero no los tortazos que vas a meterte mientras aprendes - Dudo un poco incluso cuando me dice que tiene turnos menos y se toma descansos mas regularmente, incluso tengo consejos sobre ello y sobre lo mucho que necesita dejar de trabajar pero al final me los cayo cuando recuerdo que no tengo derecho si quiera a decírselo. Llego mi mano a la boca y hago el mismo gesto de cerrar una cremallera sobre esta prometiendo guardarle un secreto que probablemente no tenga a quien contarle.

Cuando se marcha extiendo mi mano hacia ella por inercia tomándola del antebrazo suavemente, no queriendo dejarla marchar y como si tuviera capacidad física para esfumarse demasiado rápido para mi. - No... no te vayas. Me encantaría que te quedaras - Una especie de bocina me suena en la cabeza y retiro mi mano de su piel de inmediato como si repentinamente quemara. Es esa alarma que me avisa de las distancias que a veces me cuesta mantener con ella. - Es decir, a mi padre y a mi - Es lo primero que se me ocurre corregir, cuando el verdadero error no estaba en mencionarme solo a mi, sino en pedirle que se quedara. Me encojo de hombros desviando la vista porque cuando la miro no soy capaz de pensar claramente. Ahogo un suspiro y señalo el asiento que hay con un leve gesto de mi cabeza. - Así aprovechas y te tomas un descanso. Yo no podré quedarme mucho de todas formas... y... alguien tendrá que hacerle compañía - Improviso sobre la marcha sintiéndome cada vez mas estúpido, probablemente si quisiera descansar no lo haría en un sitio donde alguien va a estar dándole la vara.
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Mensaje por Grace E. Sullivan Vie Jul 06, 2012 2:34 am

- Así que... ¿Tu buena idea fue que los niños pintaran y ellos utilizaron las pinturas para inciar una guerra campal contra su pobre profesor? Yo que creía que los niños eran criaturas inocentes e indefensas... - dijo sonriente mientras se pasaba inconscientemente las manos por la barriga, pensando en las travesuras que tenía por hacer aquel pequeño bebé que creía en su interior. Sonrió con algo de nostlagia pensando en su propia época de travesuras, cuando todo era sencillo y las únicas complicaciones que tenía era planear como le lanzaría los globos de agua a los gatos de la vecina sin que la pillaran.

Por alguna razón, el que fuera él quien creyera que lo haría bien con su futuro hijo le valió más que la opinión de todas las demás personas que se lo había dicho. Tenía la sensación de que debería hacerlo bien solo para cumplir sus expectativas, y de hecho no quería pararse a pensar demasiado en el momento en el que él sería el profesor de su pequeño o pequeña. ¿Que tan raro seria llevarle al niño cada dia a la escuela fingiendo que era lo más normal del mundo? ¿O es que quizás para aquel entonces, cuando ya no fuera una bola hormonada y confundida, tendría muy claro que esas cosquillas en la boca de su estómago no eran nada?

- ¿Te LA mando? ¿Tan seguro estás que será niña? ¿O es que los profesores tenéis sexto sentido para estas cosas, porque en ese caso me interesa. Tengo que empezar a pensar nombres y se me da muy pero que muy mal.

Habían hablado con Will varias veces sobre el tema, pero al no saber el sexo del bebé nunca habían terminado sacando nada en claro y al final habían pactado que cada uno haría una lista con tres nombres de niña y tres nombres de niño de donde escogerían el definitivo. ¿La verdad? Ella todavía no tenía ni uns olo nombre escrito.

Sonrió asintiendo satisfecha cuando él hizo un esfuerzo por sonreír. Claro que fue una sonrisa forzada y algo tensa, pero dadas las circunstancias era mejor que nada. Iba a marcharse de la habitación dando su tarea como cumplida cuando él la tomó del brazo para detenerla.
La reacción fue inmediata. Un escalofrío más placentero que desagradable le recorrió la espalda y su corazón se aceleró tanto que parecía que se le iba a salir del pecho. Se giró para mirar, primero donde su mano reposaba en su antebrazo y luego a él, aunque el contacto apenas se prolongó unos instantes antes de que él volviera a soltarla.

Sonrió involuntariamente, porque de todo lo que dijo Sebastian después de eso en su mente solo resonaba un pensamiento: Sebastian quería que se quedara. Le daba igual si era por su padre, para obligarla a descansar o por cualquier otra razón. Él quería que se quedara. Su sonrisa se pronunció un poco más al tiempo que daba media vuelta y se iba a sentar en uno de los sillones que había en la habitación, aquellos que estaban preparados para que los familiares se quedaran a pasar la noche si querían.

- Bueno, no sé si soy la mejor compañía del mundo, pero la verdad es que descansar no me vendría del todo mal. Mi espalda ya me está doliendo y con los gastos que vienen en camino no me puedo permitir el masajista. - bromeó, mordiendose la lengua para no agregar "y además haría cualquier cosa que me pidieras.".

Mientras notaba como las cosquillas en su estómago iban en aumento no pudo dejar de pensar que aquello no estaba bien... Pero que diablos, se sentía bien a su lado.

- Creo que le gusta que le lean. Yo suelo hacerlo con el periodico, aunque no sea la lectura más apasionante del mundo. Es bueno estar al día. - dijo señalando con una inclinación de cabeza a su padre.
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Mensaje por Sebastian J. Jones Vie Jul 06, 2012 8:18 am

Hago un gesto de más o menos porque eso fue lo que ocurrió aunque una parte de mi se perdió el momento del inicio de aquella batalla de pintura, porque siempre hay un pequeño chispazo antes de que todo explote. - Son inocentes e indefensos. Pero saben hacer limonada cuando les das limones - Fue un solo instante, en el que creí que perderme entre mis piensamientos no supondría diferencia alguna entre la guerra o la paz. Chisto por lo bajo, hace años que no suelo cometer ese tipo de errores pero he de admitir que hace tiempo tengo la cabeza en otro sitio que no es precisamente por mi padre.

Dudo al principio haciendo una leve mueca. - Es un decir. Por generalizar. Pero si te sientes mas tranquila digo me la/lo mandas - Junto el "la" y el "lo" en una misma sílaba por lo que al final termina siendo una especie de nombre extraño casi apodo. La sigo hacia el sofá, tomando asiento en el borde que deja libre mi padre sobre su cama quedando de medio lado hacia ella. - Aún no sabes que es? Estas... bueno - Mi intención no es para nada hacer referencia a lo "enorme" que la veo, sin embargo mis manos haciendo una especie de bulto en mi propia barriga para referirme a la suya me delatan totalmente. - No es que sea lo que se dice un experto, pero no deberían habertelo dicho ya? - Le falta poco para dar a luz y si no recuerdo mal el sexo del bebé lo saben los padres poco después del cuarto mes. ¿Cuánto tendrá?.

Me hace un poco de gracia lo de los nombres y por un momento me pienso en la misma situación. - Creo que luego del parto, eso es lo segundo más difícil si obviamos cuidarlo y tal - Los nombres siguen a las personas a todas partes el resto de su vida, escoger uno es una decisión demasiado importante para tomarla a la ligera. Suelto una risa sonora cuando la escucho insinuar que no es una buena compañía, teniendo suficiente aplomo para contestar a ello sin pifiarla. - Menuda tontería. No gritas, eres maja... yo no encuentro mejor compañía. - Mi tono suena seguro pero a la vez como si estuviese mentando todo lo que todo el mundo ve, y no las cosas especiales que veo yo en ella. Al final consigo reprimir varias más que se me habrían escapado y puesto en un aprieto moral. Llevo mi mirada hacia mi padre cuando dice que ella también le lee, sonriendo de un modo un poco nostálgico. - Gracias - Es lo único que se me ocurre murmurar. Actualmente hay mucha gente intentando ayudar a su mejoría aunque consigan poco. En la mesa junto a la cama hay varias grullas de papel que mis alumnos han ido haciendo en clase o algunas en su casa con el fin de recolectar mil y poder pedir un deseo. Por las paredes de la habitación hay varios dibujos de toda clase, en las estanterías unas cuantas mudas de ropa, flores, globos y chucherías como galletas o chocolates que mas que nada me termino comiendo yo o las personas que entran a visitarle porque mi padre no puede disfrutar de ellas. Aún con todo el esfuerzo que hace más de la mayoría de habitantes de Storybrooke, a veces tengo la sensación de que no es suficiente.

Vuelvo a mirarla a ella en medio del silencio en el que nos hemos sumido, solo se oyen los ruidos de aire del respirador que mantiene los pulmones de mi padre funcionando y los pitidos que representan el pulso de su corazón ralentizado. Su mano está tan cerca de mi que bastaría un simple gesto para poder llegar hasta ella. Todas esas sensaciones, esas añoranzas, esas imágenes en mi cabeza que dan vueltas con el único fin de atormentarme, desatan la alarma nuevamente, que antes sonaba con un volumen excesivo y ahora apenas son tenues avisos cómo si ya no tuviera fuerzas para seguirse oponiendo a lo obvio. - Siempre dejo un libro en la mesilla - Me resulta demasiado insoportable seguir callado y hago un gesto hacia la misma. - En el primer cajón. Solía llevármelo pero como a veces lo dejaba en mi despacho del colegio y no tenía nada para leerle empecé a dejarlo ahí - En gran mayoría son cuentos infantiles pero suficientemente largos como para tardar semanas acabándolos. Todos y cada uno de ellos los han terminado leyendo mis alumnos, o los acabarán leyendo tarde o temprano para la clase de literatura de los martes. Tenemos un trato, un libro cada trimestre y yo no me cebo a ponerles deberes.

Me levanto de la mesa un momento poniendo mi mano en el posabrazos del sillón donde está para extenderme hacia la mesilla de al lado, abrir el primer cajón y señalarlo dándole pie a que lo coja ella misma antes de volver a mi sitio con su perfume grabado a fuego en mis pulmones. - Puedes cogerlo cuando quieras si no te olvidas luego de poner el marcapáginas -
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Mensaje por Grace E. Sullivan Vie Jul 06, 2012 11:11 am

Sebastian habían estado a punto de hacer referencia a lo grande que estaba su barrigota, pero su intento de suavizar las cosas le pareció lo suficientemente tierno como para sonreir. Evidentemente era inútil intentar de ocultar la barriga, y más con ese uniforme de hospital que empezaba a apretarle de nuevo por todas partes.

- Estoy enorme, puedes decirlo. - completó la frase con una leve risa - El caso es que el bebé es muy escurridizo, y en las ecografias se niega a mostrar sus atributos, así que no han conseguido ver nada. Hay una prueba a parte de eso, pero como soy una madre histerica y hay una pequeña probabilidad que algo salga mal y pueda dañar al bebé pues... no me la hice. Así que viviré en la ignorancia los tres meses que me quedan. - terminó encogiendose de hombros.

Suspiró coincidiendo con él en lo complicado que sería escoger el nombre, pero no le pasó desapercibido el hecho de que había colocado el parto como lo más complicado de todo. Y la verdad es que la aterraba, a pesar de que William le había prometido y vuelto a prometer que no era para tanto. Pero cada vez que le oía decir eso, su subconsciente no podía dejar de pensar con amargura que como lo sabría él. ¿A caso lo había experimentado? Claro que no. Iba a ser ella la que dilatara su cuerpo hasta el punto que el bebé que tenía dentro pudiera salir.

- El parto... El parto me tiene muerta de miedo... ¿Y si no llegan a tiempo a ponerme la epidural? ¿Y si no llego al hospital? ¿Y si... Y si algo sale mal?

Iba a continuar con su larga lista de "¿Y si...?" cuando se dio cuenta de que seguramente él no quería escuchar todo eso. Ya tenía suficiente con sus propios problemas como para además ir escuchando los miedos tontos de una embarazada.
Fue entonces cuando Sebastian dijo que no imaginaba compañía mejor. Claro que debía referirse a su padre, pero por una fracción de segundo ella fue feliz pensando que, tal vez, se refería a compañía para él también. Le sonrió y le indicó con un gesto de cabeza que no tenía porque darle las gracias. En realidad lo hacía encantada, aunque si que era cierto que con su padre tenía cierto trato preferente. Evidentemente eso no era algo que fuera a contarle.

El silencio que siguió a eso no fue incómodo, pero a ella se le hizo tenso, como si su cuerpo pudiera dejar de obedecer a su mente en cualquier instante y pudiera hacer algo de lo que luego seguro que se arrepentiría. El aire parecía denso como la miel a su alrededor y lo tenía tan cerca que casi le costaba respirar.

"Son las hormonas, Grace... Las hormonas." - intentó convencerse a si misma al mismo tiempo que intentaba regularizar la respiración, pero lo cierto es que era complicado seguir convenciendose a si misma que todo eso que sentía era exclusivamente culpa de las hormonas del embarazo. Ojalá fuera tan sencillo... Sus ojos se clavaron en los de Sebastian, incapaz de poder apartar la mirada, como si un fuerte magnetismo la siguiera atrayendo hacía él.

Por suerte él volvió a hablar, rompiendo aquel instante, y de pronto sintió que podía volver a respirar apenas unos instantes antes de que él se inclinara hacía delante para señalarle el cajón donde guardaba el libro y quedaran apenas a unos centímetros. Lo miró durante unos instantes, directamente a los ojos, a una distancia desconcertantemente corta, antes de intentar fingir que no pasaba nada y alargar un brazo para tomar el libro.

- ¿Alicia en el Pais de las Maravillas? Es uno de mis favoritos. - lo hojeó mirando por encima los dibujos, y viendo la pagina que había quedado marcada con el marcapáginas - Si vengo a leerle lo haré desde el punto que dejes marcado, y luego volveré a dejarlo donde yo termine. Así no oirá la misma parte dos veces.

Y aunque era una tontería, de ese modo sintió que compartirían algo. Aunque solo fuera un viejo libro de Alicia en el Pais de las Maravillas y un marcapáginas. Con eso debería conformarse.
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Mensaje por Sebastian J. Jones Vie Jul 06, 2012 1:27 pm

Hago un gesto de "yo no lo diría tan así" pero lo cierto es que no encuentro otra forma de hacerlo. Está enorme, pero no en mal plan, estar enorme en su estado se supone que es cómo debe estar, preocupado estaría si no lo estuviese. Hago una leve mueca restándole importancia, o más bien cubriendo la verdadera mueca que se me ha escapado cuando una parte de mi cabeza, esa que intenta mantener la cordura cuando ésta parece decidir darse vacaciones, me recuerda que no soy quien para si quiera pensar en si podría o no podría importarme como estuviera en ningún momento de su vida. Eso incluye el estar embarazada. Me imagino sus palabras al pie de la letra y no puedo evitar sonreírme, como si de un pez se tratara intentando escapar de un depredador voraz. - Eso es porque se asusta. - Digo yo, aunque una parte de mi está casi segura que un bebé no puede temer a que le tomen una foto. Hago una leve mueca cuando me dice lo del otro método y los motivos por los que no lo ha hecho y encojo uno de mis hombros. - Bueno, son tres meses nada más. Tampoco vas a morirte por esperar - Yo también prefiero que no haga algo como eso por muy mínima que sea la posibilidad de dañar al bebé, pero como siempre esa vocecita de mi interior me recuerda que lo que yo opine o piense al respecto no importa porque no es asunto mío.

Suelto un leve "oh" cuando la escucho confesar que el parto la tiene muy nerviosa, sintiéndome un poco mal al haber hecho ese comentario segundos antes que probablemente le recordaron lo nerviosa que se siente, y mi primer impulso es disculparme pero sé que ya no valdrá para nada. Intento entender su punto de vista, porque desde el mío todos sus "y si.." me parecen paranoias. Termino por poner mi mano sobre la suya en mi impulso por detenerla porque lo cierto es que una parte de mi ha intentado que se quede para que descanse, no para estresarla de esta forma. - ¿Y si no?. Vives... bueno... con.... con tu marido que además es médico. Seguro que si necesitas el hospital en casa te lo lleva - Yo se lo llevaría si pudiera, aunque no soy su marido. Intento buscarle los "¿Y si..." positivos a todo este asunto pero jamás he tenido hijos y este campo es uno de esos sitios inexplorados en los que aún no me he metido por lo que todo lo que diga lo hago cual ciego, a tientas.

Llevo mi vista al libro cuando lo coge y asiento conforme con que deje la marca donde ha ido leyendo aunque me pierda parte de la historia, porque sin darme cuenta he creado algo que podríamos llamar "costumbre". Es lo más cerca que he estado de ella jamás, y probablemente también, que estaré jamás. Desvío la mirada al suelo todavía confuso, como cada vez que se me pasan cosas así por la cabeza. Quiero saber cuándo, cómo, o donde he terminado pensando y queriendo estar cerca de ella y a veces tengo la teoría de que se coló de golpe dentro de mi un día invadiendo cada fibra de mi ser; pero entonces la veo haciendo su trabajo, sonriéndo, simplemente pasando por ahí y me doy cuenta de lo obvio, que se ha colado poco a poco mientras el filtro de "no admitir mujeres casadas" ponía el cartelito de vuelvo en 5 minutos.

Extiendo mi mano hacia el libro para cogerlo de entre sus manos y darle un vistazo rápido, pasando todas las hojas de golpe sin detenerme en ninguna concreta ni un solo segundo. - ¿Favorito? - Es la primera cosa personal que sé de ella y no tiene nada que ver con el embarazo. Durante un momento me paro en la portada releyendo el título. Lo he empezado a leer hace poco, y como la mayoría de veces mientras estoy leyendo también estoy pensando en otra cosa suelo perderme varios eventos de lo que va pasando. A estas alturas de mi vida casi leo por costumbre. - Aún no he terminado de leerlo - Lo giro para mirar el revés y luego a ella con una sonrisa algo traviesa. - No me chafes el final - Le suelto cual falsa advertencia antes de restregárselo. - A mi me gusta mucho el de Buscando a Nemo. Salvo por eso de que la madre muera al principio - La vimos en clase un día que no tenía nada para hacer y estaba rematadamente aburrido con los niños poniéndolos a hacer dibujos sobre las hojas en planco. Al final he terminado traumando a una pequeña huérfana de madre; fue una de las crisis que provoqué por ignorancia y no fue la última por desgracia pero como dicen muchos sabios, de la experiencia se aprende. De eso hace más de 6 años ya. - Las madres no deberían morirse, merecen ser inmortales. - La mía a veces resulta insoportable, pero desde que soy suficientemente mayor como para que no me controle su actitud se ha suavizado bastante. Sin embargo ese comentario no viene por mi madre precisamente. Vuelvo a mirar a Grace y esbozo una media sonrisa adoptando un leve tono de burla. - Además si te volvieras inmortal tendrías toda la vida para caerle bien a tu bebé sin mi ayuda -
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Mensaje por Grace E. Sullivan Sáb Jul 07, 2012 2:32 am

Le dedicó una sonrisa nerviosa cuando él intentó calmarla respecto al parto. Pero realmente lo que él le decía era el mismo argumento con el que intentaba convencerse ella sola. Claro, Will era médico, era su hijo y no dejaría que nada saliera mal. Pero... ¿Y si William no estaba en casa? ¿Y si no alcanzaba el teléfono para llamarle? ¿Y si él estaba en quirófano y no se le podía molestar? ¿Quien iría a ayudarla a llegar al hospital? Todo el mundo parecía tener trabajo y ocupaciones para preocuparse por una pobre embarazada. Aún así no iba a hablar de todo eso con Sebastian, no quería parecer una chiquilla asustada incapaz de hacer frente a las situaciones importantes de la vida (aunque en realidad se sentía así en aquellos momentos), por eso se forzó a sonreir y a decir en el mejor tono de voz despreocupado que le salió dadas las circunstancias:

- Tienes razón... Y si Will está trabajando, siempre puedo llamarle. ¿Que probabilidades hay de que esté en una situación en la que no pueda atender la llamada? - aunque en realidad la pregunta era más para convencerse a si misma que para mostrarle a Sebastian que era racional y que dejaría de preocuparse por bobadas.

Porque la verdad es que no era racional. Antes si que lo había sido, o al menos eso creía. No hacía estupideces ni se comportaba como una niña tonta. Pero desde hacía un tiempo sentía que nada estaba conforme a lo que ella quería, y ahí estaba, sintiendo cosas que se suponía que no debía sentir por un chico, haciendo esfuerzos y midiendo sus palabras para no terminar cometiendo una estupidez. Y en vez de mantenerse alejada cada vez intentaba pasar más tiempo con él. Sin duda eso no eran actos de una persona racional. Quizás estuviera enloqueciendo... Como en esos instantes, cuando él puso una mano sobre las suyas en un intento para reconfortarla. De nuevo aquella especie de descarga, parciendo que con cada contacto que tenían saltaban chispas. Por un instante deseó que él no alejara nunca la mano de ahí.

Intentó apartar esos pensamientos de su cabeza mientras le oía hablar de su libro favorito y confesar de que no había terminado de leer Alicia en el Pais de las Maravillas. Al menos aquello si que le hizo sonreir de forma sincera, sin tener que forzar el curvar sus labios.

- ¡Pero señor profesor, que me dice! - exclamó haciendo broma - Deberías leersela a tus niños, seguro que acaban entusiasmados. Hay la película de dibujos también. Eso debería ser una actividad segura. - terminó, haciendo referencia al incidente de las pinturas, y sintiendo que de algún modo volvían a estar en terreno seguro. - Pero me temo que no he leido Buscando a Nemo. Tendré que pedirte una lista de cuentos infantiles. Tengo que ponerme al día.

Le habría pedido que le prestara el libro, pero quizás eso ya era pasarse. Aunque en su mente la idea de tal vez tener que quedar con él fuera del hospital para devolverle el libro, cuando ella ya estuviera de baja se le hizo tremendamente apetecible. ¿Como seria pasear con el por el parque, o simplemente sentarse en la cafetería delante de un café? Sin duda eso daría demasiado que hablar entre los habitantes de Storybrooke...

- Bueno, soy de la opinión que vivir eternamente tiene que terminar por aburrir. Quiero decir... Me parece que las cosas son hermosas porque tienen un final. ¿Que gracia tendría que todo durara para siempre? - aunque en realidad no le hubiera importado que momentos como ese se alargaran en bucle indefinidamente. Estaba tan a gusto en aquella habitación que ni siquiera pensaba en que tal vez deberían empezar a echarla de menos en la sala de enfermeras - Y aún cuando viviera eternamente no creo que pudiera prescindir de ayuda. Tu también deberías vivir eternamente, sino, no hay trato. - dijo en tono de broma, aunque en el fondo hablaba completamente en serio. Y no quería ni pensar en el significado de aquellas palabras.
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Mensaje por Sebastian J. Jones Sáb Jul 07, 2012 7:47 am

Le sonrío dándole la razón y esperando que sea así. Además si no está su marido, cosa que dudo porque a veces tengo la sensación de que siempre está para ella, siempre le quedarán los vecinos o incluso... o incluso yo. Ahogo una leve risa que por suerte se cuela entre uno de sus comentarios y pasa desapercibida. ¿Por qué iba a pensar en mi como una posible ayuda en el momento del parto?. No soy un experto pero creo que a duras penas les quedan fuerzas para gritar y aferrarse con ganas a lo primero que pillan mientras se transforman en una completa y despiadada máquina de ironías y borderías. O eso he visto por la televisión en alguna que otra película, jamás he presentado un parto por mi mismo. Eso indica que no soy yo precisamente lo que se le estará pasando por la cabeza en ese momento. Además mi círculo y el suyo solo conectan en este lugar.

Mi mirada se va hacia mi padre de nuevo y paso un momento acomodándole la manta a consciencia, como quien intenta proteger a la persona que hay debajo de todos los monstruos que se supone que salen de los armarios. Él siempre hacía esas cosas conmigo cuando era pequeño, las recuerdo perfectamente como si hubieras sucedido ayer y ahora que no está es mi turno de devolverle todos y cada uno de esos cuidados, tarde lo que tarde. - Siempre puedes dejarle el aviso para que se lo den. Seguro que esté lo que esté haciendo en cuanto se entere de que estás dando a luz, va a salir por patas a buscarte - Es su hijo, o hija también. Aunque no pase por el parto probablemente lo espere con tantas ansias como ella. Sonrío de medio lado cuando me riñe por no habérmelo leído, asintiendo a que sería una sana y segura diversión. - O puede que no. Mira la pintura, parecía también bastante segura - Antes de poder evitarlo me echo a reír negando.

Esta es una de esas cosas que siempre guardo en mi cajón de recuerdos y que probablemente terminaré contándole a mis alumnos cuando sea viejo, mientras me río sin parar al igual que ellos conforme se lo imaginan. - Hay muchas cosas que parecen seguras y luego resultan no serlo tanto - Es una especie de ironía de la vida. Como las leyes de murphy: Si algo tiene posibilidades de salir mal, saldrá mal. - Pero en fin, son niños. Espero que sus padres se acuerden de eso esta tarde cuando vengan a recogerlos - He tenido padres de muchos tipos, están los que adoran que sus hijos lleguen sucios a casa porque eso significa que se han divertido, están los que se preocupan demasiado, y luego están los que creen que cualquier cosa que atente contra la seguridad de su hijo, por ínfima y mínima y casi inexistente que sea, se cabrean. Lo de la pintura ha sido, digamos, una actividad de peligro medio. Se puede meter en un ojo, en la nariz, podríamos haber acabados intoxicados en el hospital (que hay unos que exageran tanto... ) y probablemente en la tarde tenga a más de un padre recordándome todo lo que podría habernos pasado pero no nos pasó, y no mirando cuan felices están de haber salido del colegio embadurnados en pintura.

La miro de nuevo cuando refuta lo de mi sugerencia sobre la inmortalidad de las madres y ahogo una leve risa. - Que no, que solo las madres. El resto de gente que no tiene hijos sobramos bastante. Nadie va a echarnos en falta - A las personas solitarias nadie las echa en falta. Los amigos quizá, durante alguna temporada, pero luego todo vuelve a su cauce, se olvidan, y es como si nunca hubieran existido. Me causa una extrema ternura si quiera que intente hacerme prometer que yo también tengo que ser inmoral, chascando la lengua. - Profesores hay de sobra, y bueno... si todos van a ser inmortales no habrá sitio en el mundo para los que están todavía por venir. - Mi Es ley de vida. La gente muere porque hace espacio a más. Si nadie muriese no habría espacio para nadie. mi mirada se va hacia su barriga consiguiendo frenar el impulso de poner mi mano sobre esta al terminar la frase, pasándome la palma por el muslo del pantalón. - Tengo varios libros en casa que deberías saberte de memoria. Es de esa clase de historias que si no te sabes... es casi un delito -
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Mensaje por Grace E. Sullivan Sáb Jul 07, 2012 9:32 am

"Hay muchas cosas que parecen seguras y luego resultan no serlo tanto.", que gran verdad. Y aunque sabía que él se refería a las actividades con los niños, que parecían una buena idea y se torcían, Grace sentía que podía adaptar esa afirmación a cualquiera de las situaciones de su vida actual. Había habido un momento en que había estado segura de estar enamorada de William, de querer casarse con él y de pasar toda la vida a su lado... Y ahora no podía dejar de pensar en como de diferente sería la situación si solo hubiera esperado un poco. ¿Que habría sucedido si en esos momentos, en esta misma situación, ni estuviera casada con William ni embarazada de seis meses?

- Tienes razón. Ojalá todo lo que parece seguro permaneciera así. La vida sería mucho más fácil. - y ahí iba seguramente la frase más rara del mundo. La frase que Sebastian no entendería ni de donde venía ni a donde iba. Soltó una risita antes de agregar - Y con esto paro de hablar de cosas que solo tienen sentido en mi cabeza.

Debía centrarse y hablar de cosas con sentido, o él se arrepentiría de verdad de haberla invitado a que se quedara. Intentando centrarse en la converación, volvió a negar con la cabeza cuando él insistió que solo las madres deberían vivir eternamente. No iba a convencerla de esto, eso seguro. La vida ya era complicada para vivirla solo una vez, no quería ni pensar en los problemas que podría haber viviendo para siempre.

- Bueno, las madres también tenemos que dejar paso a otras madres, ¿no? Ser madre eternamente parece algo agotador. - sonrió de medio lado antes de agregar - Además que seguir viviendo mientras ves como todos a los que quieres ya no están, no tiene que ser muy divertido.

Se reprendió mentalmente. Había dicho que nada de frases extrañas, y lo estaba volviendo a hacer. Por eso intentó centrarse, esta vez si, en el inocente y aparentemente seguro tema de los cuentos infantiles que había y no había leído. ¿Que peligro había en eso? Pero de nuevo la frase acerca de lo que parecía seguro y acababa por no serlo se cumplió, y es que con Sebastian todo parecía regirse por aquella verdad.

- Bueno pues cuando esté de baja tendré todo el tiempo del mundo para aprenderme de memoria lo que haga falta. Puedo venir de visita y me enseñas todos esos libros.

La frase hubo salido de sus labios antes de que la parte racional de su subconsciente pudiera avisarla de lo muy mala idea y lo muy fuera de lugar que estaba aquello. Acababa de autoinvitarse a su casa. Fuera de la seguridad y la familiaridad que le proporcionaba el hospital. A solas. Con él. En SU casa.
Abrió la boca para intentar decir algo que lo arreglara, pero simplemente no encontró nada inteligente que decir. ¿Es que acaso había forma de que aquello no paeciera exactamente lo que había sido? La frase de una mujer desesperada deseando estar más rato a solas con alguien que no era su marido.

- Es decir... Si a ti no te importa. No quiero molestar porque seguro que tienes un montón de cosas más interesantes que hacer que enseñarme que cuantos infantiles sería un crimen que no conociera... - acabó con un susurro buscando desesperada en el bolsillo de su uniforme un poco más de chocolate. Necesitaba azúcar, sin duda su cerebro se había quedado sin reservas y por eso no paraba de decir tonterías.
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Mensaje por Sebastian J. Jones Dom Jul 08, 2012 10:34 am

Me imagino un mundo como el que plantea y ahogo una risa para luego chasquear la lengua. - No lo se, a veces lo divertido del mundo está precisamente en lo imprevisible que es ¿no te parece? - La idea de una seguridad absoluta no me gusta por dos motivos, el primero por lo que siento por ella, confío en poder olvidar en el futuro cada cosa que deseo como si hubiera sido un ensueño momentáneo. Y el segundo motivo es por su marido, que las cosas no sean iguales para siempre sino cambiantes me hace pensar que tal vez, por mínima que sea, hubiera una pequeña posibilidad de que su matrimonio se fuera al garete. Ese mismo deseo que en ocasiones me hace plantearme que no soy tan buena persona como parezco.

Lo miro desde el punto de vista en el que lo está planteando mientras juego con mis manos y asiento débilmente pasados unos segundos. A veces me olvido que no soy probablemente el único que quiere conservar a alguien toda una eternidad porque la vida no parece suficiente tiempo, pero luego me acuerdo que esas personas también querrán conservar a más gente, y será una cadena imposible conforme se añadan mas eslabones. - Supongo que entonces tienes razón. Si una historia no termina no puede tener un final feliz, aunque eso suponga que alguien desaparezca del mundo del todo - Una media sonrisa se me escapa mientras alzo mi cabeza muy sutilmente de la vista de mis manos, para mirarla a ella de reojo. - Cualquiera diría que eres toda una experta maestra en lecciones de vida. ¿Cómo terminaste siendo enfermera? -

Me burlo un poco encantado con su sugerencia de pasarse por cualquier sitio en el que yo esté con la excusa de que deba aprenderse cuentos de memoria. Tengo un repertorio y podríamos tardar años enteros en ello. Vuelve a pasarme ese tipo de sensación que vaga entre la culpabilidad y la necesidad. No encuentro motivo para decir que en realidad no me importa en absoluto que venga a verme... perdón, que venga a ver a mi padre estando o no estando yo, así que al final obvio mi opinión que queda más que clara en mis palabras. - Me los traeré, para que te los vayas empollando - Apoyo mis manos sobre el colchón inclinándome hacia adelante levemente de modo que su rostro y el mío quedan a la misma distancia que dos amigos que se susurran un secreto. - Créeme, no hay nada más importante que organizar el repertorio de cuentos a usar de una futura madre
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Mensaje por Grace E. Sullivan Dom Jul 08, 2012 11:38 pm

- ¿De verdad crees en los finales felices? Porque lamento decirle, señor profesor, que las únicas que lo consiguen son las parejas de esos cuentos que tengo que aprenderme. El resto solo tenemos finales más o menos acordes a nuestras expectativas. - dijo, antes de darse cuenta de que lo seguía haciendo. Continuaba hablando de cosas sin sentido. Además, ¿que pensaría Sebastian de que ella hablara de que no existían los finales felices cuando en teoría estaba felizmente casada y esperando un bebé?

Por suerte el tema derivó en algo más. Algo que podía responder sinceramente sin miedo a meter la pata. ¿Como había terminado siendo enfermera? Bueno... No podía imaginarse haciendo nada más.

- Bueno, pues cuando era una mocosa que no levantaba ni dos palmos del suelo yo ya quería ser enfermera. Así que no podía haber sido de otra forma. Me gusta sentirme útil, sentir que ayudo a los demás y sobretodo ver las sonrisas de los familiares y seres queridos cuando un caso acaba bien. Es duro, pero también tiene sus cosas buenas. - tuvo que morderse la lengua para no continuar hablando. Cuando le tocaban uno de sus puntos débiles (y la enfermería era uno de ellos) podía estar hablando y hablando y hablando, perdiendo totalmente la noción del tiempo, hasta llegar a aburrir quien la escuchaba.

Hubiera pedido disculpas por su discurso de no ser porque él se hecho hacía delante, como para contarle un secreto. Parte de una broma, por supuesto. El problema era, precisamente, que su cuerpo y esa maldita parte del subconsciente que constantemente tomaba el control de sus actos no se lo tomaban como una broma.
Estaba tan cerca... No creía haberlo tenido jamás a aquella distancia. Lo miro fijamente, y hasta pudo llegar a apreciar los reflejos marrones que había en sus ojos verdes.

La inercia la llevó a inclinarse hacía delante, haciendo caso omiso a todas las luces de alarma que se habían encendido en su cabeza y que le indicaban lo mal que estaba lo que estaba a punto de hacer.
Sus labios llegaron a rozarse. Fue un contacto leve, suave como el aleteo de una mariposa. Su corazón se aceleró y durante unos instantes no hubo nada más que importara en el mundo.

El sonido de su busca la devolvió bruscamente a la realidad, separandose de Sebastian de un salto. Dios. Dios, dios, dios, dios... ¿¡Que había estado a punto de hacer?!
Con manos temblorosas comprobó el busca. Solo era una compañera suya que la invitaba a tomar un café en la sala de descanso, pero le serviría de excusa para salir huyendo. Era mejor que no se quedara más rato en su compañía.

- Es una... Una urgencia. Tengo que irme. - mintió poniendose de pie precipitadamente - Ya nos... veremos.

Empujó el carrito en dirección a la puerta, pero antes de salir definitivamente se giró para mirarle una última vez, dispuesta a decir algo. A disculparse por lo sucedido, tal vez. Sin embargo no le salieron las palabras así que acabo por dirigirle una media sonrisa extraña y alejarse definitivamente.

Quizás había llegado el momento de ir a hablar con la enfermera jefe para pedirle defintivamente la baja...
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Mensaje por Sebastian J. Jones Jue Jul 12, 2012 1:29 am

Hago un gesto algo raro cuando me pregunta si creo en los finales felices porque la respuesta me parecía bastante obvia. - Pues claro. Un final no es un final si no es feliz. Se dice que son solo capítulos nuevos uno tras otro - Para ser un maestro hay que creer en esos finales felices que todo el mundo desprecia y pasa por alto, aunque no es algo que me obligue a hacer porque es bastante fácil para mi. Cosas de familia, al menos por la rama paterna. Desde que papá está en el hospital mamá a penas sale de casa, apenas se mueve de su sillón junto a la ventana y apenas habla. Cómo si una parte de ella se hubiera ido con él.

Sonrío de medio lado mientras la escucho hablar sobre qué la llevó a ser enfermera y hago memoria de mi situación que no es parecida ni de lejos. - De pequeño que yo recuerde, quería ser bombero, o astronauta... o lo típico, príncipe azul - Suelto una carcajada porque eso es lo más estúpido que me he oído decir a mi mismo jamás pero lo recuerdo tan nítidamente que he tenido que soltarlo. - Pero en fin, que clase de chico sería si no hubiera soñado con ser príncipe al menos una vez? - Lo dejo caer con un tono de obviedad haciendo una leve mueca. - Luego crecí y ya pensé en cosas mas normales, abogado, médico, ingeniero... - Entorno un poco los ojos hasta darme cuenta de que jamás se me pasó ni una sola vez por la cabeza ser maestro, pero sea cual sea el momento en el que lo decidí es lo mejor que he hecho nunca.

Tardo bastante en darme cuenta de que he violado ese espacio de seguridad que me obligo a mantener con ella por necesidad y que me recuerda que está casada, que va a tener un bebé y que va a ser feliz el resto de su vida con una familia que no me incluye a mi. El corazón se me detiene un momento cuando es ella quien se acerca sintiendo un corrientazo por la columna cuando los labios de ambos se rozan. Contengo la respiración controlándome para mantenerme estático donde estoy aunque una parte de mi habría anulado aquella mínima y casi inexistente distancia hasta hacerla nula por completo.

Escucho el sonido del busca bastante lejano y no soy consciente de que es el suyo hasta que se separa de mi. Abro la boca para decir algo pero me he quedado temporalmente sin voz, como si al separarse se hubiera llevado la mitad de mi. ¿me disculpo? ¿desaparezco?. Me cuesta un poco procesar sus palabras mientras se va marchando, dando un paso hacia ella por cada tres suyos hasta que al final me freno del todo para mirar a través del pasillo como se marcha con prisa. Suelto un suspiro como si hubiese perdido todo el aire de mis pulmones de golpe y me vuelvo hacia mi padre. Tras un buen rato de silencio ahogo una risa amarga entre un suspiro. - Ahora me vendría muy bien que estuvieras despierto - susurro y tras conseguir recuperar el ritmo de mi corazón normal y dejar de pensar en ella al menos al 40% de todas las cosas que ahora mismo se me pasan por la cabeza, me despido de mi padre y salgo del hospital tensándome de vez en cuando cada vez que aparece una enfermera rubia por los pasillos antes de reconocer que no son ella.
Sebastian J. Jones
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