Conectarse
¿Quién está en línea?
En total hay 11 usuarios en línea: 0 Registrados, 0 Ocultos y 11 Invitados Ninguno
El record de usuarios en línea fue de 165 durante el Jue Nov 21, 2024 11:27 pm
Últimos temas
Chocolate con canela [Liam]
2 participantes
Página 1 de 1.
Chocolate con canela [Liam]
La jornada escolar de Paula terminaba puntualmente a las tres de la tarde, y como a aquella hora su madre solía estar ya en casa, ella no tenía la más mínima prisa por llegar. Por eso cada día iba a merendar a Granny's mientras hacía los deberes en una de las mesas, o al menos lo intentaba.
Se puso de puntillas en el mostrador para pedirle a Phoebe su ya clásica taza de chocolate con canela y fue a sentarse a su mesa habitual mientras esperaban a que la sirvieran. Sacó las libretas del colegio y abrió el libro de matemáticas, sin embargo su nariz se arrugó mucho antes de empezar a hacer sumas y problemas. No tardó ni dos segundos en sacar su libro de cuentos. El libro de cuentos que Sebastian, su profesor, le había regalado algunos meses atrás, cuando todo había comenzado y había sabido lo de la maldición, y que repasaba cada día sin falta intentando averiguar quien era quien en el pueblo. La verdad es que empezaba a tener algunas identidades más claras que cuando había empezado, pero era bastante complicado.
Sus suposiciones de ese día, sobre las que había estado divagando en clase de lengua, eran diferentes a las del día anterior. En la libreta de la Operación Cobra salía Ambrose como el Sombrerero Loco, Benjamin, el mecánico malhumorado, como Bestia y estaba casi segura que Lucas era alguno de los príncipes, sólo que no acababa de decidirse sobre cual de ellos.
Estaba tan ensimismada repasando la lista mientras mordisqueaba el extremo del tapón de su bolígrafo que ni siquiera se dio cuenta que Liam, el recién llegado. Ese hombre que la tenía obsesionada en los últimos días... Todavía no estaba segura de si era algún personaje de cuento o no... Pero si no lo era, ¿que estaba haciendo en Storybrooke? Desde luego, Paula no descansaría hasta saberlo.
Se puso de puntillas en el mostrador para pedirle a Phoebe su ya clásica taza de chocolate con canela y fue a sentarse a su mesa habitual mientras esperaban a que la sirvieran. Sacó las libretas del colegio y abrió el libro de matemáticas, sin embargo su nariz se arrugó mucho antes de empezar a hacer sumas y problemas. No tardó ni dos segundos en sacar su libro de cuentos. El libro de cuentos que Sebastian, su profesor, le había regalado algunos meses atrás, cuando todo había comenzado y había sabido lo de la maldición, y que repasaba cada día sin falta intentando averiguar quien era quien en el pueblo. La verdad es que empezaba a tener algunas identidades más claras que cuando había empezado, pero era bastante complicado.
Sus suposiciones de ese día, sobre las que había estado divagando en clase de lengua, eran diferentes a las del día anterior. En la libreta de la Operación Cobra salía Ambrose como el Sombrerero Loco, Benjamin, el mecánico malhumorado, como Bestia y estaba casi segura que Lucas era alguno de los príncipes, sólo que no acababa de decidirse sobre cual de ellos.
Estaba tan ensimismada repasando la lista mientras mordisqueaba el extremo del tapón de su bolígrafo que ni siquiera se dio cuenta que Liam, el recién llegado. Ese hombre que la tenía obsesionada en los últimos días... Todavía no estaba segura de si era algún personaje de cuento o no... Pero si no lo era, ¿que estaba haciendo en Storybrooke? Desde luego, Paula no descansaría hasta saberlo.
Paula A. Mills- Heroínas
- Soy : La nieta de Blancanieves
Mensajes : 79
Fecha de inscripción : 22/06/2012
Re: Chocolate con canela [Liam]
Hacía tres días que había llegado a Storybrooke, y al parecer mi llegaba había causado gran revuelo en el diminuto pueblo. Para mi suerte, el pueblo tenía un hostal donde ahora mismo residía. No podía evitar sentir cierta desconfianza hacia toda aquella gente, porque ya no eran los mismos, y además sabía al cien por cien que la desconfianza era mutua. Así pues, durante aquellos tres días había aprovechado para explorar el pueblo y si tenía suerte, encontrarme con Lucy para poder hablar con ella. Había dejado aparcada mi preciosa moto durante aquellos días ya que el pueblo era tan pequeño que en cuestión de horas lo conocías perfectamente. Yo andaba y la gente me observaba, y yo entonces metía las manos en los bolsillos como si no me importase. Era sorprendente cuanto habían cambiado todos, como parecía que eran felices en aquella vida tan burda y normal que llevaban. Pero habían pasado veintiséis años... ¿Tanto tiempo había pasado en realidad? No me lo podía creer, pues el peso por mi error solamente se acrecentaba y me hacía sentir cada vez más culpable.
Claramente, aquellos paseos los había combinado con mi nuevo trabajo en el hospital. En cuestión de un día ya me habían aceptado con el escaso currículum que les había presentado, lo que me hizo pensar que estaban necesitados de personal. Había pasado tiempo con los enfermos leves del hospital y sobre todo con los niños. Aquellos niños que me miraban un poco temerosos porque era un extranjero, un desconocido, pero que pronto me había ganado su confianza con los cuentos y juegos que les preparé. En fin, había tenido los días bastante ocupados y podía decir que no me había aburrido. Así pues, con mi uniforme quitado, salí del hospital y me decidí volver al hostal a tomarme la cena (que ya era hora) y volver a pasear en este caso por el bosque de Storybrooke.
Mientras entraba al Granny's, recordé que todavía no me había encontrado con la alcaldesa, con aquella querida alcaldesa, la responsable de todo. Respiré profundamente para tranquilizarme al cerrar la puerta y escuchar el tintineo de una campana. Quizás también debería buscarlo a él... Después de todo gracias a él... Negué con la cabeza y llamó mi atención una pequeña personita que estaba mirando una libreta bastante concentrada. Su nombre era Paula Mills, "hija" de la alcaldesa, pero conmigo se había presentado como la nieta de Blancanieves. Pensé que era gracioso que se comportase de aquella manera, pensé además de que el resto de mortales de Storybrooke no la tomaría en serio y era toda una lástima, puesto que era verdad. Sonreí al verla y aproveché su concentración para sentarme delante suya. Había quedado con ella en que la próxima vez que nos encontráramos la invitaría a un trozo de pastel o a algo dulce, y así sería.
Divertido, cogió la taza de Paula y bebió un trago. Chocolate con canela... Simplemente excelente, después de todo aún le quedaban muchas cosas sobre Storybrooke para conocer. Carraspeó ligeramente para llamar su atención y se limpió el bigote de chocolate con la lengua.
-Hola nieta de Blancanieves, ¿puedo saber en qué andas tan concentrada? -sabía que mi llegada había dejado perplejos a más de uno, pero sobre todo a aquella pequeña, que no sabía de donde había salido. Durante unos momentos la miré algo serio y después dejé salir una sonrisa.
Claramente, aquellos paseos los había combinado con mi nuevo trabajo en el hospital. En cuestión de un día ya me habían aceptado con el escaso currículum que les había presentado, lo que me hizo pensar que estaban necesitados de personal. Había pasado tiempo con los enfermos leves del hospital y sobre todo con los niños. Aquellos niños que me miraban un poco temerosos porque era un extranjero, un desconocido, pero que pronto me había ganado su confianza con los cuentos y juegos que les preparé. En fin, había tenido los días bastante ocupados y podía decir que no me había aburrido. Así pues, con mi uniforme quitado, salí del hospital y me decidí volver al hostal a tomarme la cena (que ya era hora) y volver a pasear en este caso por el bosque de Storybrooke.
Mientras entraba al Granny's, recordé que todavía no me había encontrado con la alcaldesa, con aquella querida alcaldesa, la responsable de todo. Respiré profundamente para tranquilizarme al cerrar la puerta y escuchar el tintineo de una campana. Quizás también debería buscarlo a él... Después de todo gracias a él... Negué con la cabeza y llamó mi atención una pequeña personita que estaba mirando una libreta bastante concentrada. Su nombre era Paula Mills, "hija" de la alcaldesa, pero conmigo se había presentado como la nieta de Blancanieves. Pensé que era gracioso que se comportase de aquella manera, pensé además de que el resto de mortales de Storybrooke no la tomaría en serio y era toda una lástima, puesto que era verdad. Sonreí al verla y aproveché su concentración para sentarme delante suya. Había quedado con ella en que la próxima vez que nos encontráramos la invitaría a un trozo de pastel o a algo dulce, y así sería.
Divertido, cogió la taza de Paula y bebió un trago. Chocolate con canela... Simplemente excelente, después de todo aún le quedaban muchas cosas sobre Storybrooke para conocer. Carraspeó ligeramente para llamar su atención y se limpió el bigote de chocolate con la lengua.
-Hola nieta de Blancanieves, ¿puedo saber en qué andas tan concentrada? -sabía que mi llegada había dejado perplejos a más de uno, pero sobre todo a aquella pequeña, que no sabía de donde había salido. Durante unos momentos la miré algo serio y después dejé salir una sonrisa.
Liam D. Seery- Héroes
- Soy : Pinocho
Mensajes : 114
Empleo /Ocio : Enfermero
Localización : En el hospital o en Granny's
Fecha de inscripción : 23/07/2012
Re: Chocolate con canela [Liam]
- ¡EH! Esa es mi merienda - se quejó la pequeña al ver como su taza de chocolate desaparecía de delante de ella, antes de darse cuenta de quien era que se había sentado justo delante de ella.
Eso sirvió para suavizar un poco su expresión. Le interesaba hablar con él un rato (a parte del hecho que recordaba perfectamente que le prometió invitarla a un trozo de tarta), porque simplemente su presencia en el pueblo era algo que no entendía y que se había salido del todo de sus planes.
- No vas a hacer muchos amigos en Storybrooke si te dedicas a robar meriendas... - le dijo muy seriamente, como si le estuviera dando un consejo vital para su supervivencia en el pueblo.
Imperceptiblemente estiró un poco más su taza de chocolate para que quedase más cerca de ella, sólo en caso que él decidiera que quería volver a robarle otro sorbo. Su paga semanal no era tanta como para permitirse comprarse dos tazas.
Se encogió de hombros ante su pregunta. No quería entrar en demasiados detalles acerca de lo que hacía porque sabía que sería igual que con todos los demás. Todos los mayores hacían lo mismo, le sonreían amables cuando ella les contaba su teoría. Algunos hasta parecía que la ayudaban a adivinar quien era quien, pero luego por detrás pensaban 'Pobre Paula, cuanta imaginación tiene'.
- Estoy haciendo los deberes. - mintió sin ningún tipo de problemas, mientras con las libretas intentaba ocultar el libro de cuentos.
Era algo recelosa con todo lo relacionado con ese libro. A su forma de ver era un pequeño tesoro que, de hecho, sólo habia compartido con Lucy. Y por supuesto no iba a enseñarselo a un recién llegado del que no sabía nada.
- ¿Que tal los primeros días por el pueblo? ¿Encontraste lo que has venido a buscar? - preguntó sin ningún tipo de vergüenza. A fin de cuentas continuaba empeñada en averiguar porque Liam Seery había llegado a Storybrooke.
Eso sirvió para suavizar un poco su expresión. Le interesaba hablar con él un rato (a parte del hecho que recordaba perfectamente que le prometió invitarla a un trozo de tarta), porque simplemente su presencia en el pueblo era algo que no entendía y que se había salido del todo de sus planes.
- No vas a hacer muchos amigos en Storybrooke si te dedicas a robar meriendas... - le dijo muy seriamente, como si le estuviera dando un consejo vital para su supervivencia en el pueblo.
Imperceptiblemente estiró un poco más su taza de chocolate para que quedase más cerca de ella, sólo en caso que él decidiera que quería volver a robarle otro sorbo. Su paga semanal no era tanta como para permitirse comprarse dos tazas.
Se encogió de hombros ante su pregunta. No quería entrar en demasiados detalles acerca de lo que hacía porque sabía que sería igual que con todos los demás. Todos los mayores hacían lo mismo, le sonreían amables cuando ella les contaba su teoría. Algunos hasta parecía que la ayudaban a adivinar quien era quien, pero luego por detrás pensaban 'Pobre Paula, cuanta imaginación tiene'.
- Estoy haciendo los deberes. - mintió sin ningún tipo de problemas, mientras con las libretas intentaba ocultar el libro de cuentos.
Era algo recelosa con todo lo relacionado con ese libro. A su forma de ver era un pequeño tesoro que, de hecho, sólo habia compartido con Lucy. Y por supuesto no iba a enseñarselo a un recién llegado del que no sabía nada.
- ¿Que tal los primeros días por el pueblo? ¿Encontraste lo que has venido a buscar? - preguntó sin ningún tipo de vergüenza. A fin de cuentas continuaba empeñada en averiguar porque Liam Seery había llegado a Storybrooke.
Paula A. Mills- Heroínas
- Soy : La nieta de Blancanieves
Mensajes : 79
Fecha de inscripción : 22/06/2012
Re: Chocolate con canela [Liam]
-Gracias por el consejo, pequeña -sonreí abiertamente. Por eso mismo me gustaba tratar más con niños que con adultos. Ellos dejaban atrás máscaras y se abrían completamente, eran sinceros con los demás y no tenían reparos en decir justo lo que pensaban.
En cierta manera me recordaban a cuando era pequeño y con eso se podría decir que estaba constantemente recordando mi infancia, casi siempre cuando me encontraba solo, que era normalmente. Paula simplemente se encogió de hombros ante mi pregunta, lo que me hizo dudar. Era extraño, muy extraño, conocía muy bien a los niños y sabía perfectamente que algo llevaba entre manos, pero había que ser cauto e inteligente para poder sonsacárselo. ¿Quizás no me contara nada porque no confiaba en mí? Sí, seguramente, como el resto del pueblo. Por lo tanto, mi primera misión sería ganarme su confianza. ¿Cómo? Eso último sería sencillo.
Una camarera rubia y bastante joven se nos acercó, parecía bastante tímida y ni siquiera me miraba a los ojos (poca gente lo hacía en este pueblo) y me preguntó qué iba a querer para cenar. Me quedé de brazos cruzados, como si estuviera realmente pensativo. Le guiñé un ojo a Paula, y haciendo amago que le iba a coger su taza de chocolate con canela, le dije con voz amigable a la camarera:
-Para mí un sándwich vegetal y una taza de café, y para la pequeña señorita traele un trozo de tarta de chocolate... Sí, esa justo que tenéis en el mostrador, tiene muy buena pinta -primer paso dado. La camarera asintió y pocos minutos más tarde, durante los cuales me dediqué a observar los movimientos de Paula, la joven nos trajó lo que había pedido. Miré su trozo de tarta y reí un poco-. Tranquila, eso no te lo voy a robar, quiero ganarme tu amistad -y cogí mi sándwich entre las manos. Le di un buen mordisco y saborée la lechuga, el tomate y la cebolla. Sí, estaba realmente bueno. Quizás ya iba siendo hora de responder a las curiosas preguntas de la niña. Mi segundo paso sería ser sincero con ella, demostrándole que podría confiar en mí. Tragué y tosí levemente-. Los primeros días han sido de investigación y reconocimiento de la zona... Es un pueblo pequeño, así que es fácil de recorrer. He conseguido un puesto en el hospital y como enfermero, y poco más -miré a ambos lados, interpretando un poco de más mi papel y le susurré-. Creo que a la gente del pueblo no le caigo muy bien... Y... más o menos lo he encontrado. Era una persona, pero necesito hablar ahora con ella...
Volví al respaldo de mi asiento y di un nuevo bocado al sándwich para callar. Sí, tal y como había investigado tras aquel suceso, ella se encontraba aquí, como me habían dicho, veintiséis años después. El tiempo había regresado a Storybrooke, pero sus habitantes todavía no recordaban. Por ese mismo motivo, me había concentrado en buscarla a ella y no a él, por mucho que deseara volver a verle. Suspiré arrepentido por mis actos pasados y le di un sorbo a mi café. Asqueroso, como no.
En cierta manera me recordaban a cuando era pequeño y con eso se podría decir que estaba constantemente recordando mi infancia, casi siempre cuando me encontraba solo, que era normalmente. Paula simplemente se encogió de hombros ante mi pregunta, lo que me hizo dudar. Era extraño, muy extraño, conocía muy bien a los niños y sabía perfectamente que algo llevaba entre manos, pero había que ser cauto e inteligente para poder sonsacárselo. ¿Quizás no me contara nada porque no confiaba en mí? Sí, seguramente, como el resto del pueblo. Por lo tanto, mi primera misión sería ganarme su confianza. ¿Cómo? Eso último sería sencillo.
Una camarera rubia y bastante joven se nos acercó, parecía bastante tímida y ni siquiera me miraba a los ojos (poca gente lo hacía en este pueblo) y me preguntó qué iba a querer para cenar. Me quedé de brazos cruzados, como si estuviera realmente pensativo. Le guiñé un ojo a Paula, y haciendo amago que le iba a coger su taza de chocolate con canela, le dije con voz amigable a la camarera:
-Para mí un sándwich vegetal y una taza de café, y para la pequeña señorita traele un trozo de tarta de chocolate... Sí, esa justo que tenéis en el mostrador, tiene muy buena pinta -primer paso dado. La camarera asintió y pocos minutos más tarde, durante los cuales me dediqué a observar los movimientos de Paula, la joven nos trajó lo que había pedido. Miré su trozo de tarta y reí un poco-. Tranquila, eso no te lo voy a robar, quiero ganarme tu amistad -y cogí mi sándwich entre las manos. Le di un buen mordisco y saborée la lechuga, el tomate y la cebolla. Sí, estaba realmente bueno. Quizás ya iba siendo hora de responder a las curiosas preguntas de la niña. Mi segundo paso sería ser sincero con ella, demostrándole que podría confiar en mí. Tragué y tosí levemente-. Los primeros días han sido de investigación y reconocimiento de la zona... Es un pueblo pequeño, así que es fácil de recorrer. He conseguido un puesto en el hospital y como enfermero, y poco más -miré a ambos lados, interpretando un poco de más mi papel y le susurré-. Creo que a la gente del pueblo no le caigo muy bien... Y... más o menos lo he encontrado. Era una persona, pero necesito hablar ahora con ella...
Volví al respaldo de mi asiento y di un nuevo bocado al sándwich para callar. Sí, tal y como había investigado tras aquel suceso, ella se encontraba aquí, como me habían dicho, veintiséis años después. El tiempo había regresado a Storybrooke, pero sus habitantes todavía no recordaban. Por ese mismo motivo, me había concentrado en buscarla a ella y no a él, por mucho que deseara volver a verle. Suspiré arrepentido por mis actos pasados y le di un sorbo a mi café. Asqueroso, como no.
Liam D. Seery- Héroes
- Soy : Pinocho
Mensajes : 114
Empleo /Ocio : Enfermero
Localización : En el hospital o en Granny's
Fecha de inscripción : 23/07/2012
Re: Chocolate con canela [Liam]
No apartaba los ojos de Liam, no porque no se fiara de él, sino porque no tenía ni idea de lo que estaba haciendo, pero su expresión cambió de inmediato a una mucho más feliz cuando oyó que le pedía un trozo de tarta de chocolate. Su paga semanal no le daba para comprar tartas, pero desde que había llegado que no había podido quitarle los ojos de encima a aquella maravilla de tarta de chocolate.
- Ninguno de mis amigos me invita a tarta. Creo que vas por buen camino. - comentó mientras daba un saltito en la silla al tiempo que Phoebe les ponía el pedido en la mesa. Iba a dar un mordisco ya al pastel cuando vio el bocadillo que él había pedido. Y la visión del relleno de color verde hizo que arrugara la nariz - ¿Estás castigado o algo? Yo sólo como cosas de esas cuando mi madre me castiga a comer verdura. Y tengo que hacer algo realmente malo para que eso pase.
Se llevó un trozo de tarta a la boca y sonrió al probar que el aspecto que tenía era bueno pero que el gusto era muchisimo mejor. Al final, creyó que no sería educado si no le ofrecía un trozo.
- Puedes probar un trozo si quieres. Me caes bien y me has invitado. - dijo al final acercándole un poco el plato, pero no del todo, esperando a que pudiera cambiar de idea y le dejara todo el trozo de tarta para ella.
Le miró fijamente cuando le explicó que había llegado buscando a alguien y que sólo necesitaba hablar con ese alguien. Alzó las cejas esperando a que él dijera algo más. De quien se trataba. De que necesitaba hablar. Cualquier cosa. Pero no dijo nada más, sino que se quedó ahí comiendo ese bocadillo lleno de hierbas.
- Yo conozco a todos los del pueblo. Puedo ayudarte a hablar con quien sea. - se ofreció esbozando una estudiadísima sonrisa inocente bajo la cual se escondían sus verdaderas intenciones de averiguar un poco más.
Fue entonces cuando movió el brazo sin mirar y tocó sin querer la taza de chocolate que había quedado olvidada a su derecha, derramando parte del contenido sobre sus papeles. Los deberes y los libros del colegio le daban lo mismo, pero había un libro escondido debajo de toda la pila de papeles que no quería que se manchara por nada del mundo.
- ¡Ay! ¡El libro! ¡Que no se manche el libro! - dijo levantándose de la silla y empezando a quitar los papeles a toda prisa para dejar al descubierto el libro de cuentos para comprobar que estaba en perfecto estado, olvidándose que se suponía que los recién llegados a Storybrooke a los que acababa de conocer no debían verlo.
- Ninguno de mis amigos me invita a tarta. Creo que vas por buen camino. - comentó mientras daba un saltito en la silla al tiempo que Phoebe les ponía el pedido en la mesa. Iba a dar un mordisco ya al pastel cuando vio el bocadillo que él había pedido. Y la visión del relleno de color verde hizo que arrugara la nariz - ¿Estás castigado o algo? Yo sólo como cosas de esas cuando mi madre me castiga a comer verdura. Y tengo que hacer algo realmente malo para que eso pase.
Se llevó un trozo de tarta a la boca y sonrió al probar que el aspecto que tenía era bueno pero que el gusto era muchisimo mejor. Al final, creyó que no sería educado si no le ofrecía un trozo.
- Puedes probar un trozo si quieres. Me caes bien y me has invitado. - dijo al final acercándole un poco el plato, pero no del todo, esperando a que pudiera cambiar de idea y le dejara todo el trozo de tarta para ella.
Le miró fijamente cuando le explicó que había llegado buscando a alguien y que sólo necesitaba hablar con ese alguien. Alzó las cejas esperando a que él dijera algo más. De quien se trataba. De que necesitaba hablar. Cualquier cosa. Pero no dijo nada más, sino que se quedó ahí comiendo ese bocadillo lleno de hierbas.
- Yo conozco a todos los del pueblo. Puedo ayudarte a hablar con quien sea. - se ofreció esbozando una estudiadísima sonrisa inocente bajo la cual se escondían sus verdaderas intenciones de averiguar un poco más.
Fue entonces cuando movió el brazo sin mirar y tocó sin querer la taza de chocolate que había quedado olvidada a su derecha, derramando parte del contenido sobre sus papeles. Los deberes y los libros del colegio le daban lo mismo, pero había un libro escondido debajo de toda la pila de papeles que no quería que se manchara por nada del mundo.
- ¡Ay! ¡El libro! ¡Que no se manche el libro! - dijo levantándose de la silla y empezando a quitar los papeles a toda prisa para dejar al descubierto el libro de cuentos para comprobar que estaba en perfecto estado, olvidándose que se suponía que los recién llegados a Storybrooke a los que acababa de conocer no debían verlo.
Paula A. Mills- Heroínas
- Soy : La nieta de Blancanieves
Mensajes : 79
Fecha de inscripción : 22/06/2012
Re: Chocolate con canela [Liam]
Ella misma me lo había dicho, que iba por buen camino. Escondí una sonrisa de satisfacción al escuchar sus palabras y seguí masticando mi sándwich vegetal. Escuché hablar a Paula y de los castigos de su madre... Si ella llegara a entender al cien por cien el gran castigo que les había impuesto su madre a todo Storybrooke, pero era demasiado pequeña para entender aquel hecho, por eso me decidí callar. Tosí levemente cuando comentó aquello y le sonreí. Resultaba graciosa su forma de pensar, tremendamente curiosa cabía añadir y aquello me hacía rememorar aún más mi infancia, mis propósitos y sueños, mi comportamiento... Me di un par de golpes en el pecho y me permití reír ligeramente.
-¿Castigado? Se le podría considerar así, pero he decirte, nieta de Blancanieves, que la verdura es muy sana e importante para nuestro cuerpo. Pero sí, estoy castigado eternamente. Tengo una enfermedad que me impide comer todo lo que quiera, tengo que llevar mucho cuidado con mi alimentación -expliqué tranquilo y con toda la confianza del mundo. Me había decidido a serle completamente sincero, y eso también contenía el rango de debilidades y enfermedades. Ya de pequeño había sufrido bastante por no poder comer todos los dulces que quisiera, pero con el tiempo lo fui comprendiendo. Nunca llegaría a entender ese odio hacia la verdura, pero me limité a encogerme de hombros y a volver a darle otro mordisco a mi sándwich. Estaba bien preparado y así podía disfrutar de mi comida. Me ofreció un poco de tarta y tuve que negar con la cabeza-. Como te he explicado antes, tengo que tener cuidado con lo que tomo y mi límite de dulce ya ha sido sobrepasado por tu estupendo chocolate con canela -sonreí agradecido y dejé el sánwich sobre el plato para tomar un trago de mi café.
No me había dado cuenta hasta ahora, pero notaba mi cuerpo cansado. Los párpados caían poco a poco, las piernas me temblaban ligeramente, los brazos los sentía entumecidos. Supuse que sería por el cambio de hogar y todo aquello que suponía. Me crucé de brazos y los apoyé sobre la mesa para observar a Paula divertido. ¿Debería decirle que la persona con la que necesitaba hablar era con su madre biológica? No, todavía era demasiado pronto para darle tal información. Haría que sospechara más de mí y no quería provocar esa reacción en ella. Entonces, se me ocurrió repentinamente otra posibilidad, aquella otra persona que estaba pensando.
-¿Con quién sea? ¿No conocerás a un hombre que es algo parecido a un carpintero, verdad? Bueno, supongo que sí, después de todo me acabas de confirmar que conoces a toda la gente de Storybrooke -era tan fácil mostrarse espontáneo con ella, tan fácil sonreír. Era una niña, desprendía alegría por todos lados y era fácilmente contagioso-. Dudo mucho que sea una misión difícil para ti... ¿Qué se le puede resistir a la hija de la alcaldesa de Storybrooke?
Repentinamente, Paula tiró su taza de chocolate con canela, manchando con suma rapidez todas las hojas y libretas que había sobre la mesa. Me levanté en cuanto mis reflejos me lo permitieron y me dirigí justo al libro que no paraba de nombrar Paula. Era importante para ella, por lo que habría que salvarlo. Lo cogí con ambas manos y lo levanté sobre mi cabeza. Estaba a salvo, ahora sí, puesto que el chocolate corría por la mesa. Le indiqué con la cabeza a Paula que llevara cuidado, ya que el chocolate iba a caer sobre ella.
-Pon papeles sobre la mesa... -puse el libro sobre mi asiento y empecé a poner servilletas sobre la mesa, para que absorbieran el chocolate. Miré con una sonrisa tranquilizadora a la niña, que parecía bastante preocupada. Solamente había gritado por el libro, nada por los deberes... Nada de nada... Por supuesto, antes no me había creído su bula. ¿Qué niño hacía sus deberes mientras tomaba una buena taza de chocolate? Esa era la bebida perfecta para maquinar, siempre maquinar algo. Cuando todo parecía más o menos controlado, aparté mi taza de café y el sándwich vegetal, para colocar sobre la parte seca de la mesa el libro. Lo inspeccioné y leí el título. ¡Increíble! No lo podía creer y no pude esconder mi sorpresa ante tal descubrimiento. Acaricié el lomo del libro, notando la piel bajo mis dedos y lo abrí por la primera página-. ¿Quién... te ha dado este libro Paula? Le tienes bastante aprecio.
-¿Castigado? Se le podría considerar así, pero he decirte, nieta de Blancanieves, que la verdura es muy sana e importante para nuestro cuerpo. Pero sí, estoy castigado eternamente. Tengo una enfermedad que me impide comer todo lo que quiera, tengo que llevar mucho cuidado con mi alimentación -expliqué tranquilo y con toda la confianza del mundo. Me había decidido a serle completamente sincero, y eso también contenía el rango de debilidades y enfermedades. Ya de pequeño había sufrido bastante por no poder comer todos los dulces que quisiera, pero con el tiempo lo fui comprendiendo. Nunca llegaría a entender ese odio hacia la verdura, pero me limité a encogerme de hombros y a volver a darle otro mordisco a mi sándwich. Estaba bien preparado y así podía disfrutar de mi comida. Me ofreció un poco de tarta y tuve que negar con la cabeza-. Como te he explicado antes, tengo que tener cuidado con lo que tomo y mi límite de dulce ya ha sido sobrepasado por tu estupendo chocolate con canela -sonreí agradecido y dejé el sánwich sobre el plato para tomar un trago de mi café.
No me había dado cuenta hasta ahora, pero notaba mi cuerpo cansado. Los párpados caían poco a poco, las piernas me temblaban ligeramente, los brazos los sentía entumecidos. Supuse que sería por el cambio de hogar y todo aquello que suponía. Me crucé de brazos y los apoyé sobre la mesa para observar a Paula divertido. ¿Debería decirle que la persona con la que necesitaba hablar era con su madre biológica? No, todavía era demasiado pronto para darle tal información. Haría que sospechara más de mí y no quería provocar esa reacción en ella. Entonces, se me ocurrió repentinamente otra posibilidad, aquella otra persona que estaba pensando.
-¿Con quién sea? ¿No conocerás a un hombre que es algo parecido a un carpintero, verdad? Bueno, supongo que sí, después de todo me acabas de confirmar que conoces a toda la gente de Storybrooke -era tan fácil mostrarse espontáneo con ella, tan fácil sonreír. Era una niña, desprendía alegría por todos lados y era fácilmente contagioso-. Dudo mucho que sea una misión difícil para ti... ¿Qué se le puede resistir a la hija de la alcaldesa de Storybrooke?
Repentinamente, Paula tiró su taza de chocolate con canela, manchando con suma rapidez todas las hojas y libretas que había sobre la mesa. Me levanté en cuanto mis reflejos me lo permitieron y me dirigí justo al libro que no paraba de nombrar Paula. Era importante para ella, por lo que habría que salvarlo. Lo cogí con ambas manos y lo levanté sobre mi cabeza. Estaba a salvo, ahora sí, puesto que el chocolate corría por la mesa. Le indiqué con la cabeza a Paula que llevara cuidado, ya que el chocolate iba a caer sobre ella.
-Pon papeles sobre la mesa... -puse el libro sobre mi asiento y empecé a poner servilletas sobre la mesa, para que absorbieran el chocolate. Miré con una sonrisa tranquilizadora a la niña, que parecía bastante preocupada. Solamente había gritado por el libro, nada por los deberes... Nada de nada... Por supuesto, antes no me había creído su bula. ¿Qué niño hacía sus deberes mientras tomaba una buena taza de chocolate? Esa era la bebida perfecta para maquinar, siempre maquinar algo. Cuando todo parecía más o menos controlado, aparté mi taza de café y el sándwich vegetal, para colocar sobre la parte seca de la mesa el libro. Lo inspeccioné y leí el título. ¡Increíble! No lo podía creer y no pude esconder mi sorpresa ante tal descubrimiento. Acaricié el lomo del libro, notando la piel bajo mis dedos y lo abrí por la primera página-. ¿Quién... te ha dado este libro Paula? Le tienes bastante aprecio.
Liam D. Seery- Héroes
- Soy : Pinocho
Mensajes : 114
Empleo /Ocio : Enfermero
Localización : En el hospital o en Granny's
Fecha de inscripción : 23/07/2012
Re: Chocolate con canela [Liam]
Habría dado a Liam una lista con todos los datos de los pocos carpinteros que había en Storybrooke y como podía ponerse en contacto con ellos de no haber sido por el incidente con el chocolate y el libro.
Tomó rápidamente servilletas y intentó limpiar todo lo que pudo, un poco más tranquila cuando vio que él había puesto el libro a salvo, levantándolo por encima de su cabeza. Había libretas del colegio y algunos libros que se habían manchado pero eso le importaba poco.
No fue hasta que él le preguntó por la persona que le había dado el libro que se dio cuenta en el problema en que se había metido. Porque el libro era un tema delicado. Algo que no compartía con cualquiera y que de hecho no debía hacerlo porque a su modo de ver contenía información muy importante.
Lo que no entendía era porque Liam miraba el libro como si fuera algo importante, y no como el libro de cuentos que habría parecido a ojos de cualquier persona mayor.
- Es sólo un libro de cuentos que me dio Sebastian. Él es mi profesor en la escuela... Dijo que me gustaría. - intentó mentir.
Pero incluso para ella era claro que después de lo nerviosa que se había puesto por si se manchaba, y teniendo todo lo demás completamente sucio y abandonado en un rincón, quedaba muy claro que no era sólo un libro de cuentos.
Frunció el ceño mirando a Liam, evaluándolo, pensando en si confiaba lo suficiente en él para contarle la historia entera o, si por el contrario, fingía ser sólo una niña con demasiada imaginación y para la que todo eso no era más que un juego, como hacía con la mayoría de mayores de Storybrooke.
Al final, no supo si por la merienda o por el modo como acariciaba el lomo del libro, como si fuera algo muy especial, decidió probar suerte. Había algo en él que le decía que tal vez fuera diferente. Que Liam la creería de verdad, y no sólo por ser una niña.
Le hizo una señal para que volviera a sentarse en la silla, mientras ella hacía lo mismo, inclinándose por encima de los restos de la merienda, para poder hablar muy bajito y que sólo él la oyera. A fin de cuentas era un secreto que casi nadie podía saber.
- Tienes que guardarme el secreto y no contárselo a nadie. Sobretodo a mi madre. Ella no puede saber nada. Es muy importante. - dijo completamente seria como si estuviera hablando de un tema de vital importancia. Y en verdad para ella lo era. Siobhan no podía saber nada o iba a querer quedarse con el libro - Creo que Sebastian no lo sabía pero no es un libro de cuentos normal.
Hizo una pausa, medio para darme un poco de dramatismo a la confesión y medio para saber si Liam iba a reírse de ella, porque no sería la primera vez que alguien lo hacía. Su madre se había reído cuando le había ido con el cuento de que era la bruja malvada de Blancanieves, pero evidentemente Paula estaba convencida que lo hacía para disimular.
- Son las historias de verdad de los personajes de los cuentos. De todos. Resulta que la Reina los maldijo y los envió al mundo real. Pero antes de eso, Blancanieves envió a su hija aquí también, y ella es la que tenía que llegar el día que cumpliese veintiocho años para romper la maldición. Esa persona es mi madre biológica. - acabó sonriendo con orgullo. Quizás no se explicaba muy bien y quizás Liam no entendiera nada, pero no tenía ni idea de como hacer más resumida la historia - Y todos los personajes de los cuentos son los habitantes de Storybrooke. Intento adivinar quien es quien pero... Es complicado. - arrugó la nariz y le tendió el papel donde había estado haciendo sus suposiciones instantes antes de que él llegara.
Se separó un poco de él, porque la información importante ya estaba, y además empezaba a dolerle la espalda de estar en aquella posición. Volvió a tomar un trozo de pastel que, por suerte, se había salvado. Seguía estando tan bueno como antes.
- Pero nadie me cree. O creen que me lo invento todo por ser pequeña y tener demasiada imaginación, y me ayudan como si fuera un juego. No se lo toman en serio. - dijo negando con la cabeza - Tu... Tu me crees... ¿no? Me crees de verdad... - dijo casi con miedo de saber la respuesta.
Tomó rápidamente servilletas y intentó limpiar todo lo que pudo, un poco más tranquila cuando vio que él había puesto el libro a salvo, levantándolo por encima de su cabeza. Había libretas del colegio y algunos libros que se habían manchado pero eso le importaba poco.
No fue hasta que él le preguntó por la persona que le había dado el libro que se dio cuenta en el problema en que se había metido. Porque el libro era un tema delicado. Algo que no compartía con cualquiera y que de hecho no debía hacerlo porque a su modo de ver contenía información muy importante.
Lo que no entendía era porque Liam miraba el libro como si fuera algo importante, y no como el libro de cuentos que habría parecido a ojos de cualquier persona mayor.
- Es sólo un libro de cuentos que me dio Sebastian. Él es mi profesor en la escuela... Dijo que me gustaría. - intentó mentir.
Pero incluso para ella era claro que después de lo nerviosa que se había puesto por si se manchaba, y teniendo todo lo demás completamente sucio y abandonado en un rincón, quedaba muy claro que no era sólo un libro de cuentos.
Frunció el ceño mirando a Liam, evaluándolo, pensando en si confiaba lo suficiente en él para contarle la historia entera o, si por el contrario, fingía ser sólo una niña con demasiada imaginación y para la que todo eso no era más que un juego, como hacía con la mayoría de mayores de Storybrooke.
Al final, no supo si por la merienda o por el modo como acariciaba el lomo del libro, como si fuera algo muy especial, decidió probar suerte. Había algo en él que le decía que tal vez fuera diferente. Que Liam la creería de verdad, y no sólo por ser una niña.
Le hizo una señal para que volviera a sentarse en la silla, mientras ella hacía lo mismo, inclinándose por encima de los restos de la merienda, para poder hablar muy bajito y que sólo él la oyera. A fin de cuentas era un secreto que casi nadie podía saber.
- Tienes que guardarme el secreto y no contárselo a nadie. Sobretodo a mi madre. Ella no puede saber nada. Es muy importante. - dijo completamente seria como si estuviera hablando de un tema de vital importancia. Y en verdad para ella lo era. Siobhan no podía saber nada o iba a querer quedarse con el libro - Creo que Sebastian no lo sabía pero no es un libro de cuentos normal.
Hizo una pausa, medio para darme un poco de dramatismo a la confesión y medio para saber si Liam iba a reírse de ella, porque no sería la primera vez que alguien lo hacía. Su madre se había reído cuando le había ido con el cuento de que era la bruja malvada de Blancanieves, pero evidentemente Paula estaba convencida que lo hacía para disimular.
- Son las historias de verdad de los personajes de los cuentos. De todos. Resulta que la Reina los maldijo y los envió al mundo real. Pero antes de eso, Blancanieves envió a su hija aquí también, y ella es la que tenía que llegar el día que cumpliese veintiocho años para romper la maldición. Esa persona es mi madre biológica. - acabó sonriendo con orgullo. Quizás no se explicaba muy bien y quizás Liam no entendiera nada, pero no tenía ni idea de como hacer más resumida la historia - Y todos los personajes de los cuentos son los habitantes de Storybrooke. Intento adivinar quien es quien pero... Es complicado. - arrugó la nariz y le tendió el papel donde había estado haciendo sus suposiciones instantes antes de que él llegara.
Se separó un poco de él, porque la información importante ya estaba, y además empezaba a dolerle la espalda de estar en aquella posición. Volvió a tomar un trozo de pastel que, por suerte, se había salvado. Seguía estando tan bueno como antes.
- Pero nadie me cree. O creen que me lo invento todo por ser pequeña y tener demasiada imaginación, y me ayudan como si fuera un juego. No se lo toman en serio. - dijo negando con la cabeza - Tu... Tu me crees... ¿no? Me crees de verdad... - dijo casi con miedo de saber la respuesta.
Paula A. Mills- Heroínas
- Soy : La nieta de Blancanieves
Mensajes : 79
Fecha de inscripción : 22/06/2012
Re: Chocolate con canela [Liam]
Paula me dijo que aquel libro se lo había dado su profesor, añadiéndole que le iba a gustar. Claro, un libro de cuentos... Todos, incluso yo, habíamos crecido con cuentos, con historias mágicas. Pero aquel libro... ¿Cómo habría llegado a manos de aquel profesor entonces? Fue pasando las páginas, leyendo por encima, ya que también estaba escuchando a la niña. Sabía que aquel libro era especial, lo sabía, lo podía suponer por la reacción de Paula ante el peligro de mancharse. La pequeña empezó a hablar, a contarme sobre aquel libro abiertamente, sin yo tener que presionarla. Vaya, al final no fue necesario el paso tres.
Me acerqué a ella alzando ambas cejas, mostrando cara interesada (en el nivel justo, no como si en verdad no me creyera sus palabras). No pude evitar mirarla un poco sorprendido, pero solo un poco. Eso estaba claro, que no le iba a contar nada a la alcaldesa Mills. Solamente me la había cruzado un par de veces, y con su tan sola presencia, la sangre me hervía de odio. Pero eso Paula no lo sabía y por ese mismo motivo me avisaba. Dejé de pasar páginas y mis manos se fueron acercando a mi sándiwch vegetal.
-¿A qué te refieres con que no es un libro de cuentos normal?
Era una simple pregunta para empujarla a hablar, para que aquello se convirtiera en una conversación y no en un monólogo. Yo ya había sentido que no era un libro normal. ¡Hablaba de Blancanieves! ¡De su historia! Sin pretenderlo, la imagen de ella me apareció en la mente y la tuve que borrar con bastante rapidez para concentrarme en la explicación de Paula. Perfecto. Conocía casi toda la historia, pero obviamente le faltaban partes, por supuesto. Había conseguido lo que pretendía y todavía no era el momento de contarle lo que yo sabía, para nada. Tenía que interpretar bien mi papel, una mezcla entre la creencia y la ignorancia. Le di un mordisco al sándiwich para que pareciera que estábamos hablando de cosas normales, para nada de maldiciones y personajes de cuento. ¿Qué pensarían del desconocido entonces? Seguramente pensarían que el desconocido le estaba siguiendo el juego como todos a la pequeña Paula.
-Pero... Si tu madre biológica es la hija de Blancanieves... ¿Estás sugiriendo que la otra forastera es la que tiene que salvar a todos los personajes de cuento?
Bien, no había sonado muy escéptico. Tenía que sonar creíble, porque en verdad la creía y aquella historia yo ya la conocía de antes. Me pasé la mano por mi pelo corto y después por los labios, estaba pensativo, como si en realidad estuviera reaccionando a aquella toda información de golpe. Me mordí el labio y al final me decidí a volver hablar
-Entonces... Lo que estabas haciendo antes... Era tu investigación, si no me equivoco, ¿verdad? -sonreí para darle más confianza si cabía-. Bueno, debes agradecer que aunque no te crean, te ayudan, así que apróvechate de ellos. Pero... nunca viene mal que alguien te crea. Sonará descabellado que un adulto te diga algo parecido pero: yo te creo de verdad, de verdad de la buena. Ahora entiendo por qué no están acostumbrados a los forasteros... -reí levemente-. Puedo ayudarte con tu investigación o lo que sea, después de todo, te quito trabajo, yo no salgo en este libro -mentí apoyando el dedo índice sobre una página. Había sonado tan natural, incluso para mí. ¿Cuánto tiempo llevaba mintiendo?-. Entonces, hay varias personas que saben de todo esto... ¿Y estás trabajando con todos ellos? ¿Y por qué tu madre no puede saber nada?
Bien, más ignorancia. Estaba interpretando maravillosamente mi papel.
Me acerqué a ella alzando ambas cejas, mostrando cara interesada (en el nivel justo, no como si en verdad no me creyera sus palabras). No pude evitar mirarla un poco sorprendido, pero solo un poco. Eso estaba claro, que no le iba a contar nada a la alcaldesa Mills. Solamente me la había cruzado un par de veces, y con su tan sola presencia, la sangre me hervía de odio. Pero eso Paula no lo sabía y por ese mismo motivo me avisaba. Dejé de pasar páginas y mis manos se fueron acercando a mi sándiwch vegetal.
-¿A qué te refieres con que no es un libro de cuentos normal?
Era una simple pregunta para empujarla a hablar, para que aquello se convirtiera en una conversación y no en un monólogo. Yo ya había sentido que no era un libro normal. ¡Hablaba de Blancanieves! ¡De su historia! Sin pretenderlo, la imagen de ella me apareció en la mente y la tuve que borrar con bastante rapidez para concentrarme en la explicación de Paula. Perfecto. Conocía casi toda la historia, pero obviamente le faltaban partes, por supuesto. Había conseguido lo que pretendía y todavía no era el momento de contarle lo que yo sabía, para nada. Tenía que interpretar bien mi papel, una mezcla entre la creencia y la ignorancia. Le di un mordisco al sándiwich para que pareciera que estábamos hablando de cosas normales, para nada de maldiciones y personajes de cuento. ¿Qué pensarían del desconocido entonces? Seguramente pensarían que el desconocido le estaba siguiendo el juego como todos a la pequeña Paula.
-Pero... Si tu madre biológica es la hija de Blancanieves... ¿Estás sugiriendo que la otra forastera es la que tiene que salvar a todos los personajes de cuento?
Bien, no había sonado muy escéptico. Tenía que sonar creíble, porque en verdad la creía y aquella historia yo ya la conocía de antes. Me pasé la mano por mi pelo corto y después por los labios, estaba pensativo, como si en realidad estuviera reaccionando a aquella toda información de golpe. Me mordí el labio y al final me decidí a volver hablar
-Entonces... Lo que estabas haciendo antes... Era tu investigación, si no me equivoco, ¿verdad? -sonreí para darle más confianza si cabía-. Bueno, debes agradecer que aunque no te crean, te ayudan, así que apróvechate de ellos. Pero... nunca viene mal que alguien te crea. Sonará descabellado que un adulto te diga algo parecido pero: yo te creo de verdad, de verdad de la buena. Ahora entiendo por qué no están acostumbrados a los forasteros... -reí levemente-. Puedo ayudarte con tu investigación o lo que sea, después de todo, te quito trabajo, yo no salgo en este libro -mentí apoyando el dedo índice sobre una página. Había sonado tan natural, incluso para mí. ¿Cuánto tiempo llevaba mintiendo?-. Entonces, hay varias personas que saben de todo esto... ¿Y estás trabajando con todos ellos? ¿Y por qué tu madre no puede saber nada?
Bien, más ignorancia. Estaba interpretando maravillosamente mi papel.
Liam D. Seery- Héroes
- Soy : Pinocho
Mensajes : 114
Empleo /Ocio : Enfermero
Localización : En el hospital o en Granny's
Fecha de inscripción : 23/07/2012
Re: Chocolate con canela [Liam]
La reacción de Liam era a la vez parecida y diferente a la que había gente a la demás gente a quien le había confiado el secreto. Por una parte no había sonrisitas condescendientes, como aquellas que ponían cuando pensaban que todo aquello sólo era parte de su imaginación. Pero tampoco había esperado tanta credulidad. ¿Porque la creía sin más, sólo con algunas preguntas acerca de detalles de la explicación y no en como sabía que lo que decía el libro era cierto o cualquier otra cosa?
Aún así, sentir que la creían era tan reconfortante para una niña de ocho años que no tenía oportunidad muy a menudo para sentir aquello que se dejó llevar. Que más daban los motivos si Liam la creía de verdad. Inconscientemente en sus labios se perfiló una sonrisa.
- Claro, Lucy nos va a salvar de la maldición. - sin embargo hizo una pausa y luego matizó - O bueno... Lo hará cuando crea que lo que le explico es verdad. Hasta le he enseñado el libro pero cree que me lo imagino todo. - terminó arrugando la nariz.
La verdad es que estaba sin ideas con su madre biológica. Lo había probado todo para que pudiera creer en lo que le contaba de la maldición, pero parecía no tener mucho éxito con ese asunto. La única esperanza que le quedaba era encontrar algún objeto, algo físico que apoyara su historia... Sólo que esto último no era tan sencillo.
- Se lo he contado a algunos... A Willow, a Sebastian porque me dio el libro, a Lucas... Los que creía que me iban a creer. Pero no lo hacen. O sea, fingen que lo hacen pero... No lo hacen. Y si no lo hacen, por mucho que quieran ayudarme a adivinar quien es quien, no acertarán nunca.
Y por eso se limitaba a aceptar lo que cada uno de ellos pudiera hacer para ayudarla, como aquella noche que Willow había desconectado las alarmas del ayuntamiento para que ella pudiera entrar en el despacho de su madre. O cuando le pedía a Lucas que le comprara alguna cosa que necesitaba mucho y que si se lo pedía a su madre iba a hacer demasiadas preguntas al respecto.
- Sólo hay una persona de la que estoy completamente segura. Mi madre es la bruja de Blancanieves. La que lanzó la maldición. Es por eso que no le puedes decir nada. - volvió a acercarse a él para añadir en un susurro - Es peligrosa.
Volvió a su posición para tomar otro trozo de pastel, el último que quedaba en el plato, apurando las últimas migajas antes de volver a mirar a Liam. No sabía si él podría ayudarla, porque al fin y al cabo era un recién llegado, no conocía a nadie y le iba a costar decidir quien era quien... ¿verdad?
- Entonces... ¿Crees que podrás ayudarme?
Aún así, sentir que la creían era tan reconfortante para una niña de ocho años que no tenía oportunidad muy a menudo para sentir aquello que se dejó llevar. Que más daban los motivos si Liam la creía de verdad. Inconscientemente en sus labios se perfiló una sonrisa.
- Claro, Lucy nos va a salvar de la maldición. - sin embargo hizo una pausa y luego matizó - O bueno... Lo hará cuando crea que lo que le explico es verdad. Hasta le he enseñado el libro pero cree que me lo imagino todo. - terminó arrugando la nariz.
La verdad es que estaba sin ideas con su madre biológica. Lo había probado todo para que pudiera creer en lo que le contaba de la maldición, pero parecía no tener mucho éxito con ese asunto. La única esperanza que le quedaba era encontrar algún objeto, algo físico que apoyara su historia... Sólo que esto último no era tan sencillo.
- Se lo he contado a algunos... A Willow, a Sebastian porque me dio el libro, a Lucas... Los que creía que me iban a creer. Pero no lo hacen. O sea, fingen que lo hacen pero... No lo hacen. Y si no lo hacen, por mucho que quieran ayudarme a adivinar quien es quien, no acertarán nunca.
Y por eso se limitaba a aceptar lo que cada uno de ellos pudiera hacer para ayudarla, como aquella noche que Willow había desconectado las alarmas del ayuntamiento para que ella pudiera entrar en el despacho de su madre. O cuando le pedía a Lucas que le comprara alguna cosa que necesitaba mucho y que si se lo pedía a su madre iba a hacer demasiadas preguntas al respecto.
- Sólo hay una persona de la que estoy completamente segura. Mi madre es la bruja de Blancanieves. La que lanzó la maldición. Es por eso que no le puedes decir nada. - volvió a acercarse a él para añadir en un susurro - Es peligrosa.
Volvió a su posición para tomar otro trozo de pastel, el último que quedaba en el plato, apurando las últimas migajas antes de volver a mirar a Liam. No sabía si él podría ayudarla, porque al fin y al cabo era un recién llegado, no conocía a nadie y le iba a costar decidir quien era quien... ¿verdad?
- Entonces... ¿Crees que podrás ayudarme?
Paula A. Mills- Heroínas
- Soy : La nieta de Blancanieves
Mensajes : 79
Fecha de inscripción : 22/06/2012
Re: Chocolate con canela [Liam]
No se podía expresar con palabras la felicidad de Paula. Realmente de un moto u otro entendía como se sentía, y por ese mismo motivo no mostré sonrisa burlona alguna. Se sentiría perdida en aquel pueblo, sin gente que la quiera creer. La comprendía, muchísimo y sabía que aquel sentimiento era terrible. Obviamente también teníamos que ponernos en la posición de la gente: ¿cómo me comportaría yo si no supiera la verdad y Paula me hubiera venido con el mismo cuento? Seguramente me habría comportado como todos, con cordialidad, con una sonrisa amable y siguiéndole el juego hasta que se le acabase la tontería. Tenía mucha suerte de conocer los dos bandos, los dos distintos puntos de vista. Era afortunado.
Paula me confirmó lo que andaba buscando. Sí, era "esa" Lucy. No, no habían sido casualidades, pero necesitaba asegurarme, ¿cuántas Lucy habrían en todo Maine? ¿Y en todo el país? El número me dejaría boquiabierto. Ella era la que tenía el poder para salvar a todo Storybrooke de la maldición. Entonces Paula me dijo el "pero". Lucy era una escéptica, no había creído a su hija (al igual que el resto del pueblo) y por eso mismo la maldición seguía activa. Cavilé una y otra vez, me golpée ligeramente en el muslo para que la pierna me dejara de temblar.
-Paula, debo añadir que lo que me has contado... No es algo fácil de creer. Por unos instantes, ponte en su situación...
Me llevé el último resto del sánwich y me chupé los dedos para saborear la verdura. Estupendo. Merecía gastarse el dinero para cenar así. Estuve a punto de atragantarme cuando me contó que la alcaldesa era la Reina. Dato que ya sabía, pero me sorprendía que la pequeña también lo supiera. ¿Acaso no sentiría miedo o dudas de estar dependiendo de semejante persona? Asentí varias veces, frunciendo el ceño mientras me golpeaba (esta vez) en el pecho para que el sándwich se colase bien por mi esófago.
-Entiendo... ¿Puedo preguntarte como llegaste a tal conclusión? Y después... ¿No te sientes desprotegida sabiendo quién es realmente?
Por lo que me había dado a entender, la alcaldesa no sabía quién era Paula realmente, por lo que descarté la opción de la que mantuviera secuestrada o algo parecido. ¿Y si estaba con ella porque en verdad la quería? Me parecía poco creíble, muy difícil de creer. Sentía mucha curiosidad, mucha, mucha, pero no debía hacer todas mis preguntas de golpe, debía interpretar bien mi papel. Paso a paso, con paciencia. Bebí un sorbo de mi café, ya estaba un poco templado, por lo que bebí lo que quedaba de golpe, poniendo cara agria cuando separé la taza de mis labios. Volví a mirar a Paula y dije:
-Claro que podré ayudarte, o al menos lo intentaré. Verás... He conseguido un puesto como enfermero en el hospital y como bien sabes, siempre hay gente. Puedo observar, puedo investigar a mi manera... No me gusta llamar la atención -sonreí amable. Otra mentira escondida. No hacía falta que hiciera todo eso, pero... la clave era Lucy y no ir descubriendo persona por persona quién era en realidad-. Aunque creo que si quieres salvar al pueblo a la que tendrás que convencer de esta historia será a tu madre biológica, a Lucy, y creo que en eso seré de más utilidad. Se me da bien convencer a la gente con mis argumentos. Solamente quiero que me expliques éso, como supusiste que la gente de Storybrooke se encuentra encerrada en una maldición -después de todo, solamente había venido a Storybrooke para hablar con ella... Protegerla si era necesario.
Paula me confirmó lo que andaba buscando. Sí, era "esa" Lucy. No, no habían sido casualidades, pero necesitaba asegurarme, ¿cuántas Lucy habrían en todo Maine? ¿Y en todo el país? El número me dejaría boquiabierto. Ella era la que tenía el poder para salvar a todo Storybrooke de la maldición. Entonces Paula me dijo el "pero". Lucy era una escéptica, no había creído a su hija (al igual que el resto del pueblo) y por eso mismo la maldición seguía activa. Cavilé una y otra vez, me golpée ligeramente en el muslo para que la pierna me dejara de temblar.
-Paula, debo añadir que lo que me has contado... No es algo fácil de creer. Por unos instantes, ponte en su situación...
Me llevé el último resto del sánwich y me chupé los dedos para saborear la verdura. Estupendo. Merecía gastarse el dinero para cenar así. Estuve a punto de atragantarme cuando me contó que la alcaldesa era la Reina. Dato que ya sabía, pero me sorprendía que la pequeña también lo supiera. ¿Acaso no sentiría miedo o dudas de estar dependiendo de semejante persona? Asentí varias veces, frunciendo el ceño mientras me golpeaba (esta vez) en el pecho para que el sándwich se colase bien por mi esófago.
-Entiendo... ¿Puedo preguntarte como llegaste a tal conclusión? Y después... ¿No te sientes desprotegida sabiendo quién es realmente?
Por lo que me había dado a entender, la alcaldesa no sabía quién era Paula realmente, por lo que descarté la opción de la que mantuviera secuestrada o algo parecido. ¿Y si estaba con ella porque en verdad la quería? Me parecía poco creíble, muy difícil de creer. Sentía mucha curiosidad, mucha, mucha, pero no debía hacer todas mis preguntas de golpe, debía interpretar bien mi papel. Paso a paso, con paciencia. Bebí un sorbo de mi café, ya estaba un poco templado, por lo que bebí lo que quedaba de golpe, poniendo cara agria cuando separé la taza de mis labios. Volví a mirar a Paula y dije:
-Claro que podré ayudarte, o al menos lo intentaré. Verás... He conseguido un puesto como enfermero en el hospital y como bien sabes, siempre hay gente. Puedo observar, puedo investigar a mi manera... No me gusta llamar la atención -sonreí amable. Otra mentira escondida. No hacía falta que hiciera todo eso, pero... la clave era Lucy y no ir descubriendo persona por persona quién era en realidad-. Aunque creo que si quieres salvar al pueblo a la que tendrás que convencer de esta historia será a tu madre biológica, a Lucy, y creo que en eso seré de más utilidad. Se me da bien convencer a la gente con mis argumentos. Solamente quiero que me expliques éso, como supusiste que la gente de Storybrooke se encuentra encerrada en una maldición -después de todo, solamente había venido a Storybrooke para hablar con ella... Protegerla si era necesario.
Liam D. Seery- Héroes
- Soy : Pinocho
Mensajes : 114
Empleo /Ocio : Enfermero
Localización : En el hospital o en Granny's
Fecha de inscripción : 23/07/2012
Re: Chocolate con canela [Liam]
Que lo que contaba no era nada fácil de creer lo tenía clarisimo, pero tampoco creyó en un primer momento que costara tanto convencer a todo el mundo. De un modo u otro la historia había llegado algo distorsionada a oídos de su madre y por eso la había llevado con la doctora Watson, a esas sesiones que aborrecía por considerarlas sumamente inútiles. Simplemente se encogió de hombros para dar a entender a Liam que realmente no era culpa suya que la historia fuera tan increible. La verdad siempre costaba de aceptar... ¿verdad?
- Bueno... Si hubieras vivido con ella durante ocho años lo tendrías tan claro como yo. Sé que es mala, y finge ser buena y preocuparse por todos el Storybrooke. Además está el hecho de que sale una y otra vez elegida alcaldesa desde antes que la gente pueda recordar, porque es el único modo en que puede seguir controlandoles... Claro que no tengo pruebas materiales, pero... Lo sé. - y esperaba que él no le pidiera evidencias. Las evidencias eran el gran problema de su plan - Y claro que no tengo miedo. Sé cuidarme sola. - dijo sentándose erguida en la silla.
O eso es lo que ella quería creer. El caso es que se había sentido sola la mayor parte de su vida porque siempre había desconfiado de su madre adoptiva. Siempre había habido algo que no le había gustado en ella y aún cuando había hecho verdaderos esfuerzos para quererla o, por lo menos, tolerarla, siempre había terminado en el mismo punto. No, no quería a su madre adoptiva y nunca podría llegar a hacerlo.
- ¿En serio crees que podrás conseguir que Lucy crea en la maldición? ¿Cómo? - preguntó maravillada, con esperanzas renovadas para todo aquello, porque la verdad era que su mente estaba completamente agotada de ideas.
Ya le había costado llevar a Lucy hasta Storybrooke. El viaje hasta Boston con el dinero que Sebastian le había prestado fue uno de los momentos en los que se había sentido más valiente en toda su vida. Y al final no había sido inútil, porque ahí estaba su madre biológica, viviendo en el pueblo. No sabía el tiempo que podría retenerla, pero por lo menos ahí estaba.
Pero la siguiente pregunta de Liam era mucho más complicada. ¿Que como sabía que los personajes de cuento eran los habitantes de Storybrooke? Pues obviamente no lo sabía, simplemente había empezado a atar cabos.
- Pues es que soy observadora. En el libro se explica que los personajes en el mundo real están atrapados en el tiempo, sin envejecer, sin poder avanzar. Con recuerdos falsos. Yo siempre veo a todo el mundo igual, parece que sólo soy yo la que se hace mayor... Y sólo tienes que preguntar a alguien de Storybrooke algo de su pasado. Nadie te sabrá dar ningún dato concreto. Además teníamos ese reloj en la plaza... No avanzaba jamás, siempre estaba detenido. Cuando Lucy llegó, se puso en marcha... - bajó la mirada y jugueteó con su tenedor y las migas de pastel que quedaban en su plato, sintiendose avergonzada porque de pronto a ella misma le parecía una bobada haber tardado tan poco a creer - No tengo más pruebas que ese reloj que ahora si marca la hora... - acabó al final con un susurro. Si seguía así le daría motivos a Liam para creer él también que se lo inventaba todo. Se estaba luciendo.
- Bueno... Si hubieras vivido con ella durante ocho años lo tendrías tan claro como yo. Sé que es mala, y finge ser buena y preocuparse por todos el Storybrooke. Además está el hecho de que sale una y otra vez elegida alcaldesa desde antes que la gente pueda recordar, porque es el único modo en que puede seguir controlandoles... Claro que no tengo pruebas materiales, pero... Lo sé. - y esperaba que él no le pidiera evidencias. Las evidencias eran el gran problema de su plan - Y claro que no tengo miedo. Sé cuidarme sola. - dijo sentándose erguida en la silla.
O eso es lo que ella quería creer. El caso es que se había sentido sola la mayor parte de su vida porque siempre había desconfiado de su madre adoptiva. Siempre había habido algo que no le había gustado en ella y aún cuando había hecho verdaderos esfuerzos para quererla o, por lo menos, tolerarla, siempre había terminado en el mismo punto. No, no quería a su madre adoptiva y nunca podría llegar a hacerlo.
- ¿En serio crees que podrás conseguir que Lucy crea en la maldición? ¿Cómo? - preguntó maravillada, con esperanzas renovadas para todo aquello, porque la verdad era que su mente estaba completamente agotada de ideas.
Ya le había costado llevar a Lucy hasta Storybrooke. El viaje hasta Boston con el dinero que Sebastian le había prestado fue uno de los momentos en los que se había sentido más valiente en toda su vida. Y al final no había sido inútil, porque ahí estaba su madre biológica, viviendo en el pueblo. No sabía el tiempo que podría retenerla, pero por lo menos ahí estaba.
Pero la siguiente pregunta de Liam era mucho más complicada. ¿Que como sabía que los personajes de cuento eran los habitantes de Storybrooke? Pues obviamente no lo sabía, simplemente había empezado a atar cabos.
- Pues es que soy observadora. En el libro se explica que los personajes en el mundo real están atrapados en el tiempo, sin envejecer, sin poder avanzar. Con recuerdos falsos. Yo siempre veo a todo el mundo igual, parece que sólo soy yo la que se hace mayor... Y sólo tienes que preguntar a alguien de Storybrooke algo de su pasado. Nadie te sabrá dar ningún dato concreto. Además teníamos ese reloj en la plaza... No avanzaba jamás, siempre estaba detenido. Cuando Lucy llegó, se puso en marcha... - bajó la mirada y jugueteó con su tenedor y las migas de pastel que quedaban en su plato, sintiendose avergonzada porque de pronto a ella misma le parecía una bobada haber tardado tan poco a creer - No tengo más pruebas que ese reloj que ahora si marca la hora... - acabó al final con un susurro. Si seguía así le daría motivos a Liam para creer él también que se lo inventaba todo. Se estaba luciendo.
Paula A. Mills- Heroínas
- Soy : La nieta de Blancanieves
Mensajes : 79
Fecha de inscripción : 22/06/2012
Re: Chocolate con canela [Liam]
La alcaldesa Mills había tenido que fingir, interpretar un papel, tal y como estaba haciendo yo ahora mismo. Ella con unos objetivos y yo, claramente, con otros. Paula parecía convencida con su teoría (que era verdadera), tenía mucha intuición, muchísima y aquello le iba a servir en un futuro no muy próximo. Con tan solo eso, ya había descubierto la verdadera identidad de su madre. Era valiente, eso no podía dudarlo, muy valiente. Me pareció gracioso su comportamiento, yo también había sido así a su dad. Lo único que sabía replicar hacía muchos años era un: ¡sé cuidarme solo! Siempre había estado encima mía, vigilándome, intentando que hiciera lo correcto y muchas veces pensaba que era una molestia simplemente, que en verdad lo que hacía era estimularme a hacer cosas no del todo correctas.
Parecía emocionada al haberle afirmado que iba a ayudarla, sobre todo con el caso especial de Lucy. Ante su pregunta, asentí un par de veces tranquilo y le dije con una sonrisa en la cara:
-Tengo mis recursos, siempre se me ha dado bien convencer a la gente... Pero lo primero que tendremos que conseguir es algo material, algo que le abra los ojos por completo, ¿entiendes? Yo tengo una mente abierta y me resulta fácil creer en cosas así, pero Lucy me parece que es todo lo contrario -ya lo había comprobado-. Ella es del tipo científico: necesita tocarlo, sentirlo, verlo, escucharlo... Si no, no se lo creerá. Así pues, aparte de intentar descubrir quién es quién, debemos conseguir esa prueba, esa cosa física que le haga creer -yo ya tenía una idea, pero por un lado no quería utilizarlo, porque en realidad no quería acabar de tal modo. Tenían que haber otras posibilidades antes de que... de que me ocurra.
Se desenvolvió bastante bien con mi siguiente pregunta, con mi siguiente "duda" (otra duda perteneciente a mi estupenda interpretación). Me habló del libro, de lo que significaba la maldición, del paro en el tiempo... Con recuerdos falsos, por supuesto, eso ya lo había comprobado. Ya había hablado anteriormente con una chica que trabajaba con Savannah, y según ella había vivido en Nueva York con sus padres, pero cuando intentaba recordar... Todo le sonaba confuso, ¡y tan confuso debería ser! No podía hablarme de Nueva York, una ciudad conocida mundialmente y aunque yo nunca la hubiera visitado, me podía imaginar lo que era. En cambio, ella no. Habían estancados en el tiempo, ¿cómo podían haberlo soportado? Realmente la maldición era poderosa, nunca me habría imaginado
Y después me habló del reloj, de ese supuesto reloj que en teoría había estado parado y justo con la llegada de Lucy al pueblo, comenzó a ponerse en marcha. Sí... Quizás justo en ese momento sentí aquel pinchazo en la pierna. Me di un pellizco por debajo de la mesa y suspiré tranquilo. Seguía tal cual, menos mal.
-Entiendo. Gracias por haber sido tan sincera conmigo Paula, te lo agradezco de veras -y lo sentía por estar mintiéndola-. Intentaré ayudarte en la medida de lo posible, tal y como has dicho todo esto debe llevarse con precaución. Tu madre tiene poder, mucho poder aquí y yo es que no le caiga muy bien -sonreí divertido. No le caía bien, eso estaba claro, y además desconfiaba de mí, ya que desconocía mis propósitos en Storybrooke-. Mira... Cuando quieras hablar conmigo sobre todo ésto, sobre si has hecho algún descubrimiento, algún avance, al primer lugar que debes venir es aquí y preguntarle a la chica si estoy aquí. Y si no, ven al hospital, ¿sabes moverte por el hospital, verdad? Es un lugar concurrido, pero al estar tan lleno de gente, esta te ignora lo suficiente como para poder hablar con tranquilidad -le susurré y le guiñé un ojo. Después llamé a la camarera rubia para pedirle la cuenta. Mientras hacía los cálculos en la barra, me volví de nuevo hacia Paula-. Intentaré hablar con Lucy en cuanto pueda, ¿de acuerdo nieta de Blancanieves? -debía enmendar mi error, mi terrible error-. No creo que a tu madre le guste que estés pasando tiempo con el forastero...
La camarera llegó y me dejó una pequeña bandejita de metal con la cuenta. Saqué mi billetera y pagué por aquella merienda. Me levanté poco a poco del asiento y pregunté:
-¿Quieres que te acompañe cerca de tu casa? Te llevaría en moto, pero... es algo peligroso -reí.
Parecía emocionada al haberle afirmado que iba a ayudarla, sobre todo con el caso especial de Lucy. Ante su pregunta, asentí un par de veces tranquilo y le dije con una sonrisa en la cara:
-Tengo mis recursos, siempre se me ha dado bien convencer a la gente... Pero lo primero que tendremos que conseguir es algo material, algo que le abra los ojos por completo, ¿entiendes? Yo tengo una mente abierta y me resulta fácil creer en cosas así, pero Lucy me parece que es todo lo contrario -ya lo había comprobado-. Ella es del tipo científico: necesita tocarlo, sentirlo, verlo, escucharlo... Si no, no se lo creerá. Así pues, aparte de intentar descubrir quién es quién, debemos conseguir esa prueba, esa cosa física que le haga creer -yo ya tenía una idea, pero por un lado no quería utilizarlo, porque en realidad no quería acabar de tal modo. Tenían que haber otras posibilidades antes de que... de que me ocurra.
Se desenvolvió bastante bien con mi siguiente pregunta, con mi siguiente "duda" (otra duda perteneciente a mi estupenda interpretación). Me habló del libro, de lo que significaba la maldición, del paro en el tiempo... Con recuerdos falsos, por supuesto, eso ya lo había comprobado. Ya había hablado anteriormente con una chica que trabajaba con Savannah, y según ella había vivido en Nueva York con sus padres, pero cuando intentaba recordar... Todo le sonaba confuso, ¡y tan confuso debería ser! No podía hablarme de Nueva York, una ciudad conocida mundialmente y aunque yo nunca la hubiera visitado, me podía imaginar lo que era. En cambio, ella no. Habían estancados en el tiempo, ¿cómo podían haberlo soportado? Realmente la maldición era poderosa, nunca me habría imaginado
Y después me habló del reloj, de ese supuesto reloj que en teoría había estado parado y justo con la llegada de Lucy al pueblo, comenzó a ponerse en marcha. Sí... Quizás justo en ese momento sentí aquel pinchazo en la pierna. Me di un pellizco por debajo de la mesa y suspiré tranquilo. Seguía tal cual, menos mal.
-Entiendo. Gracias por haber sido tan sincera conmigo Paula, te lo agradezco de veras -y lo sentía por estar mintiéndola-. Intentaré ayudarte en la medida de lo posible, tal y como has dicho todo esto debe llevarse con precaución. Tu madre tiene poder, mucho poder aquí y yo es que no le caiga muy bien -sonreí divertido. No le caía bien, eso estaba claro, y además desconfiaba de mí, ya que desconocía mis propósitos en Storybrooke-. Mira... Cuando quieras hablar conmigo sobre todo ésto, sobre si has hecho algún descubrimiento, algún avance, al primer lugar que debes venir es aquí y preguntarle a la chica si estoy aquí. Y si no, ven al hospital, ¿sabes moverte por el hospital, verdad? Es un lugar concurrido, pero al estar tan lleno de gente, esta te ignora lo suficiente como para poder hablar con tranquilidad -le susurré y le guiñé un ojo. Después llamé a la camarera rubia para pedirle la cuenta. Mientras hacía los cálculos en la barra, me volví de nuevo hacia Paula-. Intentaré hablar con Lucy en cuanto pueda, ¿de acuerdo nieta de Blancanieves? -debía enmendar mi error, mi terrible error-. No creo que a tu madre le guste que estés pasando tiempo con el forastero...
La camarera llegó y me dejó una pequeña bandejita de metal con la cuenta. Saqué mi billetera y pagué por aquella merienda. Me levanté poco a poco del asiento y pregunté:
-¿Quieres que te acompañe cerca de tu casa? Te llevaría en moto, pero... es algo peligroso -reí.
Liam D. Seery- Héroes
- Soy : Pinocho
Mensajes : 114
Empleo /Ocio : Enfermero
Localización : En el hospital o en Granny's
Fecha de inscripción : 23/07/2012
Temas similares
» El chocolate salvavidas [Mordekhai]
» Liam D. Seery
» Café y tostadas, el desayuno de los campeones. Liam D. Seery.
» Otra cicatriz más [Liam]
» La doble vida de Liam
» Liam D. Seery
» Café y tostadas, el desayuno de los campeones. Liam D. Seery.
» Otra cicatriz más [Liam]
» La doble vida de Liam
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Jue Nov 14, 2013 11:52 pm por Invitado
» fairy tales returns elite
Vie Oct 18, 2013 9:50 am por Invitado
» Ciudad Silenciosa (Cazadores de Sombras RPG) ~ Afiliación Elite
Dom Ago 04, 2013 4:28 am por Invitado
» ¡REVIVAMOS STORYBROOKE!
Sáb Ago 03, 2013 9:00 am por Evelynn Stratford
» Creando Mundos [Normal]
Vie Ago 02, 2013 2:37 pm por Invitado
» Registro de nombre y apellido
Lun Jul 29, 2013 12:46 pm por Adah S. Hunter
» Registro de Empleo
Lun Jul 29, 2013 12:45 pm por Adah S. Hunter
» Registro de avatar
Lun Jul 29, 2013 12:41 pm por Adah S. Hunter
» Adah Samantha Hunter {ID}
Lun Jul 29, 2013 12:37 pm por Adah S. Hunter