¿Y ahora cual escojo? (Privado)

Podría interpretar mucho de lo que ella le decía, de eso que le habría preguntado. Si, en realidad la pregunta real, la que ella realmente había querido hacer había sido lo primero. No sabía como ni por qué pero simplemente podía apostarlo en una especie de intuición trascendente que podía desafiar de lleno al empirismo que dictaba la experiencia y a lo palpable de los hechos, era casi como si fuera una realidad.

En esos casos solo podría responder con toda la sinceridad, solo manteniendo ese atributo que había permanecido de la manera más natural dentro de la conversación cuando otros solo fingían cosas que no eran, quizás eso era lo que había pasado con el chico al que veía Nereida. O no, pero si había problemas algo de eso debía pasar. En fin, a Tomas solo le apetecía pensar en ellos, en nadie más.

-De hecho, como te dije, no tengo problemas con el asunto de la edad. Las cosas pasan si es que deben pasar. Yo no creo que seas la causante de sus problemas, seguramente el tiene problemas propios pero lo que no debes hacer es echarte la culpa. La respuesta está dentro de ti, eso seguro pero bien… regresando al tema, si, si saldría contigo-

No respondió con lo de “con alguien de tu edad” porque no le pareció pertinente ni nada de ello y es que no sería sincero porque no era que saldría con cualquier chica de su edad, esa no era la idea ni la intención de la intencionalidad con la que había procurado envolver sus palabras. No era cualquier chica, era ella.

Ella, solo Nereida. Un pequeñísimo suspiro salió de los labios del escritor esperando que ella se hubiera dado cuenta de lo que quería decirle con eso. Quería dejarlo claro y al mismo tiempo también esperaba que ella pudiera buscar la claridad que no parecía tener en la relación que ella tenía con el otro tipo. Se estaba formando otra vez ese arquetipo tan utilizado como recurso dentro de los libros de amor. Como cuando dos caballeros se debaten el amor de la princesa, era curioso como la ficción muchas veces explicaba la realidad.

Ella se disculpaba por las coincidencias y no entendía por qué. Le sonrió con total amplitud porque realmente era una cosa en común más que tenía con ella de las que había descubierto en pocos momentos. ¿Cuánto más descubriría si es que la seguía viendo? Esa era una pregunta que tenía la necesidad de contestar, por lo que no, no iba a dejar que ella se fuera sin antes concertar una reunión más, sin contar la de plática literaria pendiente. Sonrió ante lo que ella decía y demostraba sus deseos en que él pudiera encontrar a alguien de quién enamorarse. Lo paradójico de todo era que bien podía ser que ella estaba refiriéndose a si misma pero no lo sabía, casi como hablando de ella en tercera persona.

Sonrió ante el halago porque se entendía la intención. Ahora quedaba disfrutar un poco más de la noche pero afuera. Compartían todas las apreciaciones sobre lo que el ambiente nocturno les brindaba pero eso último que ella decía generó de inmediato el destello de la expectativa y curiosidad en sus ojos, casi sin poder esperar lo que ella haría, fuera lo que fuera.

-Claro que sí confío en ti. ¿Qué tienes planeado? -

Algo me decía que me marchara, algo así como lo que se suele llamar el sentido común, pero yo no podía. Simplemente no quería. La situación era extraña, surrealista, eso no se podía negar, pero por algún motivo me gustaba. Era agradable, a pesar de todo lo que estaba pasando. A pesar de que mi cabeza daba vueltas y más vueltas sobre un mismo tema. Sobre ese tema. Sobre Khai y, casi inconscientemente, también sobre Tomas. ¿Cómo podía ser si lo acababa de conocer? No lo sabía, la única explicación que tenía era que me resultaba tremendamente familiar, como si ya lo conociera. Algo absurdo, por otra parte.

Y aunque me gustaba hablar con él de lo que fuera, necesitaba cambiar de tema, hablar de cualquier otra cosa o mi cabeza acabaría estallando. Sí, eso era lo que quería. Disfrutar un poco más de su compañía, sin tener que estar pensando una y otra vez en lo que me pasaba. Me conocía y sabía que en cuanto me quedara a solas, esos pensamientos volverían y yo me pasaría la noche en vela, sin encontrar una solución. O encontrándola, pero sin poder dormir.

Escuché sus palabras, elevando la vista hasta clavar mis ojos en los suyos. Sí, Khai tenía problemas. Al igual que yo los podía tener, al igual que cualquiera los podía tener. Mordí mi labio inferior. -Puede que tengas razón-comencé a decir-Pero no puedo evitar pensar que parte de sus problemas son debidos a mí. O al menos parte de sus problemas...No lo sé. Pero no quiero hablar más de esto. Siento que me va a estallar la cabeza-le dije y luego sonreí cuando dijo que sí, que saldría conmigo. Mordí mi labio inferior y le di un beso en la mejilla, susurrando un gracias justo antes de separarme.

Sus palabras significaban algo más. O eso era lo que me había parecido, pero también podría tratarse de una equivocación por mi parte y no estaba dispuesta a pasar otra vez por lo mismo. No. Me apetecía pasar tiempo con Tomas, realmente me apetecía y no pensaba volver a tropezar con la misma piedra, volver a interpretar de forma errónea las palabras de alguien, o anticiparme en mis conclusiones como había pasado con Khai en la playa. Simplemente me limité a sonreír, de forma amplia, aunque la verdad era que la idea que se estaba pasando por mi cabeza no me desagradaba, en absoluto.

Al fin de cuentas él no había respondido diciendo alguien de mi edad. Había dicho conmigo. Aunque eso podría significar, simplemente, que le había caído bien, que le parecía interesante o algo así. Un halago para sacarme una sonrisa, fuera como fuera, lo había conseguido. Una sonrisa se había pintado en mis labios al escucharlo.

Y entonces él me dijo que sí, que confiaba en mi y yo le dediqué una amplia sonrisa encogiéndome de hombros cuando me preguntó qué tenía planeado. -Es una sorpresa-le dije ampliando todavía más mi sonrisa, tomándolo de la mano y haciendo que me siguiera, saliendo de la zona donde estaba el edificio de la biblioteca.

No sabía exactamente qué era lo que estaba pasando en ese momento, era curioso. Tomas siempre había tenido la habilidad de poder transformar e interpretar las sensaciones en palabras con una facilidad que muchas personas y conocidos encontraban tanto asombrosa como incomprensible, quizás era parte de la razón por la que había terminado de decantarse al volverse escritor.

Pero es que en ese momento sentía que los cánones literarios, que las metáforas o hipérboles que pudiera traducir usando palabras y volverlas al papel no serían suficientes para poder describir de manera real y fidedigna lo que estaba pasando por su mente y todo lo que la cercanía con Nereida le hacía sentir. Era muchísimo y de una ocurrencia tan cercana y rápida que todavía no había podido terminar de procesar.

Pero si, eso no quería decir que no disfrutara el momento, Tomas no era de los que se dedicaban al análisis y a debrayar sobre las cosas sino más bien a disfrutarlas, un hedonismo del mas puro pero muy a su estilo. Podía escuchar todo lo que Nereida le decía y no pudo evitar sonreír un poco, solo un poco. Y es que le estaba dando la razón pero solamente quedaba una cosa por solucionar. El escritor no quería que ella se sintiera culpable de nada, no quería que ella se sintiera mal por ningún motivo, no.

Si pudiera esfumar de la mente de ella todas aquellas cosas lo haría sin pensarlo, pero al mismo tiempo ella decía que no quería hablar de eso porque quizás eran cosas que tendría que resolver ella sola y esperaba que lo hiciera sin tener que atribuirse ningún tipo de culpabilidad, por que si algo se sentía así de bien como el estar con ella, no podía ser malo.

-Si, mejor no hablemos de eso, hablemos de cosas más alegres. De nosotros por ejemplo… ¿Cómo te has sentido esta noche?-

Preguntó sintiéndose muy curioso de oír la respuesta que ella le diera. ¿Le pasaría como a él? Esperaba que si, por lo menos parecido en algo. Al mismo tiempo tampoco quería que el tiempo presente en el que se encontraban terminase, lo alargaría a la perpetuidad si es que fuera posible. ¿Habría captado lo que le había querido decir? Que sí, que si saldría con ella y que la idea lo entusiasmaba bastante.

Y es que había sido bastante literal y Tomas esperaba que ella pudiera percatarse que a ella la consideraba única y especial. Podía sonar demasiado apresurado teniendo en cuenta las horas que se habían conocido pero por otro lado las cosas inexplicables terminaban siendo siempre las mejores.

Ahora, no quería irse y de hecho le estaba gustando el nuevo juego que había creado Nereida. Parecía no estar dispuesta a decirle nada de nada y eso a la vez creaba más expectativa. Si, ella también sabía jugar. Le tomó la mano entrelazando sus dedos con los de ella dejándose llevar a donde quiera que ella quisiera conducirlo sin quejarse y sonriendo ampliamente por lo divertido de la situación.

-¿No me vas a decir nada? ¿Me tengo que vendar o algo parecido?-