Un mojito de chiringuito, una playa con luna llena y un rubio de ojos curiosos. [Tomas H. Olsson]

Repaso unos segundos las últimas lineas escritas, tachando la ultima linea y reescribiendola en el lateral de la hoja, porque ya no cabe y tras volver a releer, no las lineas, sino toda la hoja escrita, levanto la mirada de la libreta, contemplando el comedor de mi casa, con su habitual desorden ordenado, con un montón de libros en mesa, con las estanterias cubiertas de cds... Menudo aburrimiento... susurro tirando la libeta encima de la mesilla donde apoyo los pies, quitandolos e incorporandome un poco, pasandome las manos por el pelo. Necesito salir un rato... Necesito desaburrirme... Necesito un lugar con gente, abarrotado, con música... Algo donde la gente me devuelva ese toque de inspiración que me va desapareciendo a ratos.

Me pongo en pie, paseandome por el comedor de casa, recogiendo un par de libros aqui y allá, revolviendo entre mis cds hasta dar con uno de mis favoritos, poniendo el cd y la canción numero 8, dejando que la música invada mi casa y mi cuerpo, devolviendome al menos la energía qu me falta.
Tomo una ducha fria en el baño mientras empiezo a cantar a pleno pulmón las estrofas de la canción, moviendome casi al ritmo de tal manera que me resbalo y casi me caigo en la bañera. -Vale, Evy, nada de bailar en la ducha... me regaño a mi misma, porque la última vez que me puse a bailar acabé en el hospital con el hombro dislocado, pero estoy tan acostumbrada ya a acabar en el hospital por una cosa u otra que ya casi me regañan cuando no voy.

Quince minutos más tarde salgo de la ducha y me visto con algo sencillo unos tejanos y una camiseta gris de manga corta, lo más práctico para salir a dar una vuelta, nada de tacones, ni de eso. Eso lo dejo si acaso para las fiestas...
Busco el mp3 en el bolso, pues soy incapaz de salir de casa sin mi música y suelto una maldición al ver que está sin batería. ¿Porqué no lo pondré a cargar nada más cruzar la puerta de casa? Resoplo unos segundos, dejándo el mp3 en el cuenco de la entrada a cargar y rebusco en los cajones hasta dar con otro mp3, exáctamente igual y rebusco el portatil bajo la pila de libros hasta que doy con él. Lo enciendo y me paso una buena media hora pasando canciones al mp3.

Son casi las 9 y cuarto de la noche cuando salgo de casa, con los auriculares en los oidos y una canción a todo volumen resonando en mi cabeza. No sé ni siquiera donde voy en realidad, simplemente necesito caminar, encontrarme con algo, con alguien, una fiesta o lo que sea. La casualidad o el destino, o lo que quiera que sea, me lleva directamente a la playa, uno de mis lugares favoritos del pueblo si quieres estar tranquilo, pero ahora mismo me sobra tranquilidad. Desde el puerto veo en la playa uno de esos chiringuitos que estan abiertos hasta vete a saber que horas, que te sirven mojitos y caipiriñas a buen precio, con música lo suficientemente aceptable para bailar y bastante gente en la barra o en las mesas de la arena. Esbozo una sonrisa y encamino mis pasos hacia el chiringuito. Sin duda esto va a despertar mi inspiración, la música, el ruido, el ambiente, el alcohol y un buen cigarro.

Me siento en la barra, apoyando los codos en ella observando la pizarra donde han escrito con tizas de colores las bebidas que sirven. Decido decantarme con un mojito para comenzar la noche, más tarde ya tiraré de alguna cerveza si acabe. Pago el dinero y me giro en el taburete, observando la gente que hay en el chiringuito, A la mayoría los conozco de vista, pero no he entablado mucha conversación con ellos, y aunque iniciativa no me falta, veo que todos estan "emparejados" o en grupos y no me apetece meterme en medio.

Doy un largo sorbo a la bebida a traves de la pajita multicolor que el camarero me ha puesto en el vaso y saco la pequeña sombrillita de decoración, jugueteando con ella entre mis dedos cuando un movimiento a uno de mis costados me llama la atención y hace que gire el rostro, no alarmada, pero si curiosa. Un chico se sienta, con un movimiento gracil y sencillo, en el taburete que hay junto a mi y me dedica una sonrisa. Tengo que decir que me sorprende. Es un chico de pelo un poco largo, rubio, y por el brillo que desprende bajo la luz, diría que muy suave. Por un momento estoy tentada de estirar la mano y acariciarle un mechón de pelo para comprobar si es tan suave como parece, pero luego me lo repienso bien. No es la mejor manera de empezar la noche ir tocandole el pelo a desconocidos.

Aún así, respondo a su sonrisa de la misma manera, curvando mis labios en la mejor de las sonrisas que puedo ofrecerle, observando como se gira hacia el camarero y le pide lo mismo que estoy bebiendo yo. Ladeo la cabeza un poco más y dejo que uno de los mechones del pelo resbale por el costado de mi rostro, ocultandolo tras una cortina de pelo, con una gran sonrisa de felicidad en el rostro. Rebusco rápidamente en el bolsillo de mis tejanos y saco un billete, dejándolo en la barra cerca del camarero.
-Pero cóbramelo a mí, si no te importa... le digo, y asiento varias veces hasta que coje el billete y me devuelve el cambio segundos más tarde, que va a parar de nuevo al bolsillo de mis pantalones.

Me giro un poco hacia él, sentada aún en el taburete y con la bebida en las manos. Por un momento me siento una de esas chicas tontas de pelicula que se cruza con un chico guapo y que se queda paralizada sin saber qué hacer o qué decir, y me regaño mentalmente a mi misma porque yo no soy esa clase de chicas. Ultimamente me habia dado por salir de casa, y parecía que cuanto más salía, más gente interesante conocía.
Y sí, sin duda el chico que tengo delante es un chico interesante. Se le nota, o al menos yo se lo noto, en el ambiente que le rodea, en sus ojos, en su pelo, en su sonrisa...
Además de que se calar enseguida a la gente, no se si es un don o una maldición, pero el chico me recuerda en parte a mi, o me hace pensar que tenemos algo en común... Quizas sea esa manera de mirar las cosas, esperando ver más allá de ella, esperando que cada objeto, cada persona o cada situación nos cuente una historia... Ese brillo en los ojos cuando observamos a la gente... Quizás.. Pueden ser tantas cosas, y puedo estar tan equivocada...
Rebusco en el bolso hasta dar con una cajetilla de cigarros y saco un, volviendo a mirar al chico, ofreciendole la pitillera de metal.
-¿Quieres uno? Aunque lamento decir que no llevo mechero.. siempre se me olvida cogerlo. Añado a modo de disculpa, llevandome el cigarrillo a los labios.

No puedo evitar notar como el chico me mira de reojo en tanto que el camarero le sirve el mojito. Por un momento, la forma en que me mira, con el rabillo del ojo, como buscando detalles de mí ser solo con la apariencia me hace recordar un segundo a mí, a como miro yo a la gente, buscando ver más allá, detalles que la mayoría de la gente no es capaz de descubrir.
-Me parece que voy a aceptar ese segundo trago... aunque todavía me queda el primero.. alzo un poco el vaso, al que solo le faltan don tragos y todavía tiene el cachito de limón engarzado en el borde del cristal. Veo que sonrie y acerca un poco más su taburete a mi, lo que me hace sonreir un poco más y escucho tranquilamente sus palabras. Tomas. Bonito nombre. Un nombre sencillo y a la vez enigmático, cuyas sílabas suaves y sencillas se deslizan por la boca como si fuera un fluido trago de agua.

-Algo así, Tomas.. me gusta un buen cigarro, junto con una buena bebia y un chico agradable.. Y no, no soy telépata.. si lo fuera tal vez podría trabajar por las noches en un programa de magia y sacarme un dinero extra... Solo me fijo bien en la gente... esbozo otra sonrisa, más amplia todavía. -Por ejemplo, sé que fumas porque desde que te has sentado, has movido los dedos inquietamente, como si te faltara algo entre ellos. La gente que padece hiperactividad y necesita estar siempre en movimiento suele tener algo en las manos para mantenerlas ocupadas, cualquier cosa, o enrollan un trozo de servilleta, pero tú no. Has seguido con una especie de tic en los dedos, como si no los pudieras parar, pero no has hecho nada por coger algo, o enrollar una servilleta, aparte de que, aunque sea horrible... levanto un poco la mano derecha con la que ya sostengo uno de mis cigarrillos. A quien lleva un tiempo fumando se le amarillean las uñas.. añado encogiendome de hombros sencillamente, contemplando su rostro y su sonrisa, que tengo que reconocer me gusta más.
Estaré encantada de ir contigo a todas las fiestas... Aunque no haya mucho por este pueblo, pero de vez en cuando se celebra algún concierto interesante... Le observo ponerse en pie, acercándose a mi y casi puedo notar un efecto paralizante cuando sus dedos tocan mi rostro con una suavidad casi inhumana, y se inclina a darme un beso en la mejilla, que tengo que reconocer que, aunque le haya conocido hace apenas cinco minutos, el tacto de sus labios, suaves y un tanto humedos, me crean un escalofrío placentero que nace en mi estómago y recorre toda mi columna vertebral. Pero lo que de verdad hace que se me erice el vello de la nuca, son las palabras que me susurra al oido, como un secreto que solo yo pudiera oir, el escuchar su voz con un deje hipnotizador, y sentir su aliento cálido y envolvente en mi oido. ¿Dos rondas...? me cuesta un poco pillar por donde van los tiros, pero lo acabo captando al cabo de unos segundos y me hecho un poco hacia atras, sin separarme mucho de él.

-Tengo toda la noche para que te las cobres.. curvo mis labios en una media sonrisa, esa sonrisilla pícara que se me escapa sin poder evitarlo. -Me llamo Evelynn. Evelynn Stratford... añado, poniendome en pie, con el vaso en la mono, pero me acerco un paso a él, poniendome de puntillas ,ya que no soy muy alta que digamos, o al menos él es más alto que yo, y presiono mis labios suavemente sobre su mejilla, alargando el roce de piel con piel unos segundos más de lo estipulado. -Tambien es un gusto para mi conocerte, Tomas.. doy un paso hacia atras, contemplando esos intensos e hipnóticos ojos azules unos segundos largos, hechizada por la intensidad con la que me mira.

Observo su sonrisa, cada vez más pronunciada, contemplando el brillo de sus ojos, fascinante y en cierto modo cautivador. Me gusta saber que sorprendo a la gente cuando hablo, pues por nada del mundo me gustaría convertirme en esa clase de chicas que hablan de temas aburridos y que los chicos ruedan los ojos interiormente mientras asienten una y otra vez, con la palabra "si... ahá... muy bien.." a todo lo que dicen, sin un tema interesante que llenar la conversación.

Soy una chica observadora... me fijo mucho en los detalles.. Puede que de aqui a que acabe la noche sepa de ti toda tu vida sin que me hayas tenido que decir nada...-
Respondo con una amplia sonrisa, aunque me gusta ese tono juguetón y travieso que posee su voz, ese tono que promete que esta va a ser una buena noche. Vuelvo a sentarme un poco en el taburete, o mejor dicho a apoyar nada más la cadera, aunque lo atraigo con una mano, cosa de no tener que separarme mucho del chico, que parece que me atrae hacia él como si un potente iman me impidiera alejarme dos pasos. Es curioso, pues suelo salir a menudo, y sé que alguna vez me he cruzado con él, porque de vista me suena, pero de ahi a haber entablado una conversación con él, jamás, y se me hace raro, puesto que siempre trato de relacionarme con gente que se me hace curiosa, como él. Ladeo la cabeza, sonriendo cuando dice que le gusta mi nombre. No sé si es un piropo típico de los chicos, o si lo dice de verdad, el caso es que me hace sonreir.

-Es un nombre común... Conozco a un par de Evelyns en el pueblo... Pero si que se me hace raro que no nos hayamos conocido... Me suenas porque sé que te he visto alguna vez, pero nunca nos hemos acercado a hablar... aunque creo que esta noche hablaremos para compensar todo el tiempo que hemos perdido...¿Te parece?
La verdad es que al salir de casa no me imaginaba que mi noche acabase asi, o que fuera a tener tan buenas espectativas como de momento está teniendo.
Me incorporo de nuevo, acercandome un poco cuando saca su encendedor y lo enciende, volviendo a colocar el cigarro en mis labios y dando una larga calada hasta que se enciende y el humo llena mi boca. Vuelvo a echarme hacia atras, sonriendole y dejando salir el humo de forma lenta, sin apartar la mirada, alzando el vaso con el mojito a medio beber, golpeandolo contra el suyo. -Y por el destino que nos ha hecho conocernos.. añado a su frase antes de beber, notando un extraño calor que empieza a invadirme las ejillas, y no es por el alcohol precisamente, pues apenas he bebido ahora, sino por el halago de Tomas, que me hace ruborizarme. Nadie, al menos que yo recuerde, me ha llamado hermosa, y que lo haga alquien como él, con ese porte y ese aire envolvente e hipnótico, me hace sonreir aún más. -¿Te apetece que demos una vuelta por la playa? A esta hora la marea está baja... comento con la esperanza de que acepte, con la intención de poder charlar más tranquilamente y conocernos más. Este lugar está bien, está muy bien para bailar, y tomar algo, pero la música está un tanto fuerte y, o tienes que gritar o acercarte mucho, aunque la idea de acercarme más a él tampoco me incomoda nada.