Fiesta en la Playa [LIBRE]

Hacía calor. La playa estaba llena de gente. La luna brillaba e iluminaba los cuerpos semidesnudos de todas las personas, que bailaban en ropa de baño.
Sonaba una canción que hacia que cada uno de los cuerpos que había en la pista de bailasen al ritmo. Otros bebian acompasadamente.
La gente se besaba desenfrenadamente. Efectivamente era una gran fiesta.

Me acerqué hasta la barra del chiringuito intentando hacerme paso entre la gente aunque era bastante más complicado de lo que me había imaginado en un principio. Cuando por fín llegué hice un gesto con la mano para intentar llamar la antención del camarero que estaba muy ocupado, había demasiado aforo de gente en aquel lugar.

-Ron con coca-cola-dije alzando la voz para que el camarero me oyese.

Mientras me preparaba aquel veneno de Dioses. Miré a mi alrededor. La gente estaba demasiado "contenta" una chica se quitaba la parte de arriba de su bikini, hacía una especie de Streptes cutre. Los tios que estaban a su alrededor la miraban con deseo "no se da cuenta que se quieren reir de ella-pensé mientras apartaba la mirada de aquella nefasta escena.

Había escogido un bikini bonito para la ocasión, era de bolantes y no estaba sujeto al cuello, y en la parte inferior iba acompañado por un precioso pareo no más abajo del muslo. La melena suelta y adornada con flores Hawaianas.

Cuando tuve mi copa me marché hasta el centro de la pista, sonaba la canción de "La playa" no era mi estilo, pero para mover las caderas no hacía falta más, y esa noche tenía ganas de marcha y de encontrar diversión en el sexo opuesto. Bailaba lo más sensual que podía.

Era una gran fiesta y la noche prometía.

Storybrooke era un lugar silencioso, tranquilo, y por lo general, aburrido. Un lugar propicio para mi. Quizás por eso, y por la insistencia del destino en demostrarme que no hay lugar para mi, consiguió que toda la juventud y la no tan juventud de Storybrooke se reuniera aquella noche en la playa para una de esas fiestas un tanto brutales.

Y, explicaciones aparte, no sé como era ya bien entrada la noche y yo era uno de los que estaba en mitad de la fiesta. Un vaso en mi mano, unas gafas de sol en la cabeza, a pesar de la luna en el cielo y unas ganas loca dentro. Quizás es la música, que me libera y me deja ser una persona alegre y alocada de vez en cuando. Aunque algunas canciones fueran un tanto... exceso de ruido. Las chicas caminaban en bañador al igual que los chicos, muchos se habían pasado ya bebiendo y otros se dedicaban a reirse de los primeros.

Algunos compañeros habían pasado cerca y me habían mirado preocupados. No estaban acostumbrados a ver a Leo de fiesta. Ni yo. Empiezo a pensar que el alcohol se me estaba subiendo. Pronto el vaso se me había acabado, y opté por pedir algo más. La noche era larga. Algo bueno tendría que pasar entre tanta soledad y tranquilidad... ¿no?

-Pónme lo más fuerte que tenga.-La botella que seleccionó el camarero era enorme, redonda y dorada. Marcaba un bonito 90 en la pegatina principal. Yo y mi desconocimiento de lo que es una fiesta.

Si tuviera que escoger, definitivamente, un día de la semana como mi favorito no cabria duda de que sería el viernes. Al fin y al cabo, el sábado no trabaja y las fiestas a las que solía acudir eran de todo menos aburridas. Este viernes, por su puesto no sería diferente, o al menos así me lo habían puesto en conocimiento unos compañeros residentes que me tentaron para acudir a una fiesta que se celebraría en la playa. ¿Quién era Mike para rechazar una oferta como esa?

Así fue como, con unos pantalones cortos blancos, unas victorias blancas y una camisa de lino blanca acudió esa misma noche. Le habían dejado que uno de los requisitos de la misma había sido que había que ir de blanco, así que decidió ajustarse literalmente a las normas. Además, al tener la piel ligeramente bronceada por el buen tiempo de los últimos días en Storybrook, le resaltaba más aquel tono. Lo único que le daba algo de color a sus ropa era el cuello de la camisa, en la que la solapa inferior del cuello se podía apreciar sutilmente un fondo azul con flores blancas estampadas.

Una vez hubo llegado, se dirigió a la barra directamente. Tras pedirse un Bombay Saphire con sprite, comenzó a pasear por la fiesta, buscando a alguno de sus amigos. Conocí a bastante gente de los asistentes pero no encontraba a ninguno de ellos. Pese a eso, hubo algo que llamó más su atención. En el centro de la pista de baile, se fijo en una chica a la que se le acercaba un chico, que debía tener sobre 20 años y que parecía estar bastante ebrio. Parecía que la estaba molestando, así que se acercó lentamente hacia ella hasta que, el chico, le tiró su bebida. Mis zancadas se alargaron y mi paso se aceleró hasta que llegué a la altura de ambos - Mira... ¿por que no te apartas y dejas de una vez a mi novia en paz? - Dije de mal humor. Esperaba que a la chica no le hubiese importado que dijera aquello.

El joven no parecía haber entendido lo que le había dicho o es que tenía ganas de pelea, porque no me hizo ni caso. Casi sin mirar a la joven le di mi vaso para que lo sujetase y, entonces, agarré por el cuello de la camisa al chico que, por la mueca que había puesto, parecía que ahora sí estaba acojonado - Como no te vayas ahora mismo, vas a lamentarlo... - Añadí nuevamente y lo solté, cayéndose a la arena. El joven se levantó con dificultad y se marchó lo que a mi me parecía lo más rapido que pudo.

Miré hacia la chica, rascándome la nuca, un poco desubicado. - La verdad es que no me suelo comportar así.. Pero como he visto que te estaba molestando, no he pedido evitarlo. Perdón si te he molestado o algo. Y si quieres, quédate con la copa que he visto como te tiraba la tuya. - Le lancé una fugaz mirada a los ojos y di un paso hacia atrás, con la intención de marcharme para no molestar más a la pobre muchacha.

Bailaba apasionadamente aquella canción, no conocía a casi nadie, pero aun así la noche estaba mereciendo la pena.

Me movía sin parar, una canción tras otra. Fijé mi mirada en la barra, un chico alto con una camisa de lino blanca acavaba de llegar, no le veía bien la cara así que olvide el asunto rapidamente. Además no tenía la mente como para pensar en nada.

Reanudé mi movimiento de caderas, y comence a bailar la canción que estaba sonando, no la conocía, pero ¿ a quien le importa conocer una canción para bailarla? Definitivamente a nadie.

No sabía que hora era con exactitud, no muy temprano, pero la noche acavaba de empezar y no me iba a preocupar por el horario.

Noté como una mano se posaba en mi cintura descarademente, y me giré para ver quien era. Me aparte un poco de él , iba bastante ebrio y no quería problemas. Pero el volvió a insistir me tomo del brazo con más fuerza haciendo que mi baso callera a la arena. Empezó a decirme idioteces "vamos nena lo pasaremos bien, vallamos a la orilla" intente zafarme de él, pero todos mis intentos fueron en vano.

Una voz sonó de tras de mi, decía ser mi "novio", me gire sorprendida a ver quien era el misterioso chico. No lo podía creer, el rubio de la camisa de lino. Le dijo que se marchara, pero el borracho me aferró más a él. Pero noo tuve miedo supe que aquel chico no dejaría que me ocurriese nada, y así fue lo tomo por el cuello y el idiota se marcho muerto de miedo.

Me giré sorprendida por su hazaña. Me ofrecio su copa pero lo interrumpi.
-No gracias...quiero decir-estaba bastante nerviosa. Aunque no había mucha luz pude distinguir sus rasgos era muy guapo, tenía unos ojos azules que ipnotizaban y una nariz algo, como decirlo "aristocratica"- Gracias, me has salvado-Sonreí

Estuve a punto de marcharme y dejar ahí a mi heroe, pero entonces recordé mi plan "esa noche lo pasaría bien"- ¿Me acompañas?, quizas deba tenerte cerca para que me puedas salvar- sonreí de manera bastante picara y le guñe un ojo- Estoy obligada a invitarte a una copa, eres mi heroe- Me acerqué a su oido y le susurre- Por cierto mi nombre es Malvina-

Aquel joven finalmente se había marchado como alma que lleva el diablo. Sospechaba que no nos volvería a molestar en toda la noche, a nosotros ni a nadie más. A ves siempre se colaba algún gilipollas en las fiestas que se comportaba como tal y que se pasaba de la raya. Por mi parte, no era de meterme en peleas aunque si esta hubiese ido a más, no sería la primera en el que me veía metido. Que no las buscase no significaba que, en ocasiones, ellas me encontrasen a mí. Y por mi carácter, no era de los que solían huir de los problemas, sino que los enfrentaba directamente. "tirar la piedra y esconder la mano" no era algo que me representase demasiado.

Tras haberme disculpado con la ojiazul por si le había causado alguna molestia, teniendo la intención de irme, detuve mis pasos al escuchar que me hablaba. La joven parecía que agradecía mi intervención. Yo moví mi mano derecha, intentando restarle importancia al asunto - No tienes nada que agradecer. Estoy seguro de que mucha gente habría hecho lo mismo en mi lugar. Simplemente... yo me fije en el momento adecuado y vi como se te ponía aquel subnormal. - Me encogí de hombros. Simplemente había estado en el momento indicado en el momento justo, nada más. Aunque peor hubiera sido si nadie los hubiera visto, a saber que habría tratado de hacer aquel hombre.

La joven, que debía tener como máximo 22 años, me dijo si me importaba que la acompañase, que me había convertir en su salvadoricular. No pude evitar una sonrisa mientras ladeaba la cabeza. Al fin y al cabo, podría ser que hubiese encontrado algo de diversión en la fiesta justo al llegar. Desde luego, estaba batiendo récords. Me encogí de hombros, dejándome llevar. - Si.. ¿por qué no? al fin y al cabo, ambos estábamos solos - Esbocé una amplia sonrisa mientras fijaba mi mirada en la suya. No se podía negar que la joven era directa. La muchacha me ofreció invitarme a una copa y se presentó, susurrándome su nombre al oído. No pude evitar estremecerme ligeramente ante aquello. Y es que sí, uno de mis puntos débiles era el cuello y el oído y siempre que alguien se acercaba a esas zonas... mi cuerpo entero se estremecía. Obviamente, tenía que atraerme un mínimo para que aquello pasase. - Yo soy Mike, es un placer - Me acerqué a ella para propinarle un suave beso en cada una de las mejillas, aguantándolos durante unos segundos.

Nos acercamos hasta la barra nuevamente de la playa, yo terminé mi cubata de penalti y miré hacia Malvina - ¿Qué quieres beber? - Antes había ignorado su ofrecimiento de que iba a invitarme. No me gustaba que lo hicieran; siempre era yo el que lo hacía. - Y olvídate de invitarme, esta la pago yo - le guiñé un ojo. Mis padres me habían educado de aquella forma, y era algo que no podía cambiar. Además, era demasiado testarudo como para hacerlo. Discutirme algo era perder el tiempo: jamás daba mi brazo a torcer. La mayoría de mis amigos ya se resignaban y me ignoraban en esas situaciones, directamente. - A mi me pones otro Bombay Saphire con sprite - Le dije a la camarera, mientras Malvi pensaba en lo que deseaba tomar.

El chico había aceptado mi invitación de estar conmigo en la fiesta, seguro que sería de lo más divertido.

Cuando me presenté pareció estremecerse pero no dije nada, a pesar de que todo aquello me divertía bastante. Al final tendría que darle las gracias ha aquel borracho ya que gracias a el conocí a mi Heroe, Mike.

No acepto mi invitación a la copa e insistió en invitarme él, no me opuse en principio, pero la siguiente ronda la pagaría yo. No soy de esas chicas que le gustan los pagafantas, soy bastante más independiente. -De acuerdo pero la siguiente la pago yo, y no vale que te niegues-Le sonreí mientras se bebía su copa de un solo sorbo.

Decidido, aquella noche la pasaría acompañada, el chico parecía tener conversación y eso era importante. No me gustan los típicos "proteinas" que solo hablan de su cuerpo, de los buenos que estan y de las tias que van tras ellos. Buscaba algo más profundo en una persona, aunque no podía negar que más de una vez había acabado besandose con uno de aquellos inutiles.

-Yo quiero un Daiquiri, gracias- Le dije a la camarera.

Miré de nuevo aquel chico, me parecía graciosa aquella situación y el como nos habiamos conocido. Apoyé los codos en la barra mientras esperaba a la camarera y comencé a hablarle- Bueno y ¿que hace un chico como tu en un lugar como este?- Me acerque de nuevo hasta la altura de su oreja y le volví a susurrar- ¿y porque solo?- Me separé y rei abiertamenta soltando una pequeña carcajada.

La camarera nos dio lo pedido, y nos marchamos de allí. De nuevo en la pista de baile. Muchas chicas lo miraban, y a el parecía que aquello le gustaba.

-¿sabes bailar?- pregunte mientras le daba un sorbo a mi daiquiri- Porque yo te podría enseñar- Sonreí mientras le agarraba la mano y la colocaba en mi cintura.

Fiesta en la playa. ¿Pero desde cuando me gustaron a mi las fiestas?
Al parecer mis tíos estaban demasiado preocupados por mi y por mi poca relación con el mundo y no se les había ocurrido otra cosa que el obligarme a ir a la fiesta.
¿Pero desde cuando me gustan a mi las fiestas? De verdad que no me entraba en la cabeza el asunto.
Les prometí ir para no darles un disgusto, pero no pretendía quedarme mucho tiempo.

Cuando llegué la playa ya estaba a rebosar de gente. Como personas normales se bañaban, bailaban, bebían y sobre todo se relacionaban. Bueno la chica que se despelotaba en la pista de baile no era exactamente lo que yo calificaba como normal pero yo tampoco lo era así que por qué criticarla.

Apartada del mundo y de la fiesta me senté en la arena a esperar que pasara el tiempo para volver a casa. Y de verdad que deseaba con todo mi corazón que pasara lo más rápido posible.
Por lo menos hacía una buena noche y se estaba genial sentada allí acompañada de la estupenda brisa, la música que pasaban era alegre y podía animarme la espera, y sobre todo desde donde yo estaba podía ver perfectamente a todo el mundo, así que me encontraba como si estuviera viendo un culebrón adolescente.

¿Cómo no he podido enterarme hasta ahora de que hay fiesta en la playa? ¡Si siempre estoy atenta a cualquier evento en el que se reunan más de diez personas en Storybrooke!
Las manecillas del reloj de la cocina apuntan las diez menos cuarto cuando entro en casa completamente acelerada, dejando en el bol de la entrada las llaves y el mp3, sacándome la ropa por el camino hasta la ducha, dejándo un reguero de ropa por el pasillo de la casa. Tras un cuarto de hora bajo el chorro de agua fria, casi helada, salgo envolviendome en una toalla tanto el cuerpo como el pelo y voy hasta mi cuarto donde busco un traje que ponerme, aunque tardo como otro cuarto de hora en decidirme por un traje blanco de verano, de tela vaporosa que me llega por el muslo, aunque por si las moscas, como es una fiesta en la playa, me pongo el bikini debajo a modo de ropa interior.. Me seco el pelo con prisas y rebusco en el arcón hasta que doy con un par de zapatos negros con un tacón bajo. Es una fiesta en la playa, asi que nada escandaloso, ni nada con que pueda caerme, ni nada que se pueda enterrar mucho en la tierra, claro está. Repaso mis ojos con algo de maquillaje, muy básico, solo para realzarlos con linea negra y nada más y tras coger un bolso, el movil y las llaves, salgo de casa escopeteada.

A un par de calles ya se empieza a escuchar el bullicio que la gente ha formado en la playa, en los chiringuitos abiertos, con la música alta y focos de diferentes luces de colores apuntando aquí y ayá. Un lugar donde pasarlo bien, un lugar bonito y una noche prometedora, eso seguro. Todas las noches, todos los días son prometedores, solo hace falta encontrar lo que te anime.

Llego a uno de los chiringuitos, acercandome a la barra y haciendo una seña al camarero que está acabando de atender a un chico de pelo negro rizado que lleva un vaso en una mano y unas gafas de sol en la cabeza. ¿Gafas de sol? Si no hay sol...
Se me hace curioso y sonrio y le pido al barman un malibú con piña, algo suave para empezar la noche, aunque probablemente conforme pasen los minutos y las horas vaya aumentando la cantidad de alcohol en la bebida. Observo el vaso del chico y la botella que el camarero ha dejado al lado tras servirle. -Empezamos la noche fuerte.. le digo tras esbozar una sonrisa, señalando su vaso con un movimiento sencillo de la barbilla.

El primero me cuesta tragármelo. El fuego mismo del infierno incinera mi esófago y mi garganta y sonrío encogiendo la cara en una mueca mientra suelto un bufido a modo de resoplido. Sin duda alguna, aquella bebida iba conmigo. La botella me la dejó a un lado, así que podría servirme lo que quisiera. Pero decidí mezclar un poco. Como siguiera a palo seco con aquello... acabaría muy mal demasiado pronto. El camarero me sirvió otra coca cola mientras una voz femenina me hablaba. ¿A mi? Soy ese chico antisocial tan borde al que nadie se acerca.

Giro el rostro y no puedo evitar sonreír. En parte, aquél primer trago ya había causado efecto. En otra parte, una chica, no rubia escultórica propia de una serie de televisión, pero si especialmente guapa, estaba a mi lado. Llevaba un vestido blanco hasta el muslo, y debajo se le dibujaba o al menos yo me imaginaba, lo que quera el bikini. Traté de apartar la mirada de sus ojos y tras notar como el alcohol iba llenando ese hueco vacío que solía dolerme todos los días, me permití ser sociable. Además, parecía merecerlo.

-La noche es muy corta. Si no empezamos bien, no acabaremos genial.-sonrío de forma instantánea antes de dar un par de tragos a la bebida que llevaba.-¿Te conozco? No me suena tu cara...-trato de hacerme oir sobre el ruido mientras no pierdo el contacto visual. No parece mala chica. Pero la apariencia engaña. Casi siempre.

Mientras, interiormente, sigo preocupado y a la vez maravillado por el poder del alcohol. Había logrado borrar ese vacío por un breve espacio de tiempo. Y cuanto más bebía... mejor me sentía. Aquella noche merecía pasármelo bien.

Tic, tac...tic, tac...tic, tac. Miro el reloj por enésima vez desde que había llegado a la fiesta. ¿15 minutos? ¿Solo habían pasado 15 minutos? Tenía la sensación de que llevaba sentada un mes y medio y solo habían transcurrido 15 minutos. Ya se me resentía el trasero de estar sentada, tenía los pies y las manos llenos de arena y estaba totalmente desesperada, exactamente como si hubiera pasado un mes y medio desde que llegué.

Seguía pensando que la noche estaba estupenda pues no hacía ni frío ni calor, el cielo mostraba gran cantidad de estrellas, y a mi me encanta mirar las estrellas, y el agua se veía muy apetecible.
Les prometí a mis tíos que pasaría por lo menos dos horas en la fiesta, también les prometí que intentaría hacer amigos. Ya tenía suficiente con cumplir la primera promesa, así que dejaríamos la segunda para otro momento o para nunca según fuera viendo, yo las cosas las hago de una en una.

Como todavía me quedaba una hora y cuarenta y cinco minutos de agonía y sufrimiento, que menos que me hiciera la espera un poco mas amena. Decidí levantarme he ir a dar un paseo por la orilla. No pensaba bañarme pero si se me apetecía mojarme los pies y pasear un rato.
Cuando llegué a la orilla me deshice de los zapatos, y poco a poco comencé a notar como el agua acariciaba los dedos de mis pies y sin embargo refrescaba mi cuerpo completamente causándome incluso escalofríos.
Así de bien como me encontraba comencé a caminar de manera solitaria hacia la dirección donde no se encontraba la gente, para estar más solitaria aún.

[Con Malvina V. DiDonato]

Si algo había aprendido de mis padres, había sido educación y caballerosidad. Según ellos, dos valores muy importantes para un caballero que parecía que habían quedado relegados y enterrados en la corriente del tiempo y que habían rescatado para instruirme en ellos. En el hospital no faltaba el día en el que una paciente siempre se sorprendiese de lo educado y caballeroso que era para mi edad. Yo me limitaba a responder con una cálida sonrisa y responder que había sido gracias a mis padres, a lo que normalmente solía seguir un: deberían estar orgullosos. Pues esos eran valores que había adquirido y que se materializaban en todo momento en mi vida, tanto en el ámbito laboral como en el social. Era algo que no podía evitar, que me salía solo. Algo innato.

Por ello, cuando la joven me dijo que a la siguiente invitaría yo, me limité a sonreír. Eso no llegaría a pasar, lo más probable, así que lo mejor no sería ni asentir ni confirmarlo ya que mentir tampoco entraba dentro de mis principios morales. Así que decidí desviar el tema para no caer en un silencio incómodo. - Hay muchísima gente en la fiesta... Y eso que yo no me enteré hasta hoy mismo de su existencia. Menos mal que me lo advirtieron unos compañeros del trabajo - comencé mientras me apoyaba sobre la barra, esperando a que Mal pidiese su copa y a que la camarera las trajese.

La ojiazul al final pidió un daiquiri y me preguntó cómo había decidido acudir a la fiesta. Me encogí de hombros mientras esbozaba una sonrisa un tanto traviesa. - La verdad es que no va demasiado conmigo lo de perderme una fiesta, siempre que pueda claro. Si el trabajo está de por medio... pues me tengo que joder - Me encogí de hombros, resignado - Así que decidí venir con unos compañeros míos pero no los he encontrado. A eso andaba cuando nos conocimos - giré mi rostro para observarla y esbocé una amplia sonrisa - Seguramente estén ya demasiado ciegos y no vean un burro a tres pasos - Me reí. Si algo compartíamos los que éramos residentes en el hospital es que cuando salíamos, lo dábamos todo de noche. al fin y al cabo, eran de los pocos momentos de libertad que teníamos - ¿Y a ti? ¿Has quedado con alguien aquí?

La camarera nos trajo las bebidas que habíamos pedido. Cogí de un vaso de la barra un par de pajitas para cada uno y, tras darle un sorbo a mi copa, nos dirigimos hacia la pista de baile. Allí un par de chicas miraron hacia mí y me sonrieron. Yo no pude evitar esbozar una sonrisa refleja ante aquello, mientras negaba con mi cabeza. A veces la discreción parecía ser una cosa aún no inventada en las fiestas, pero tenía ya a una chica que atender. Me preguntó si sabía bailar y,sin esperar mi respuesta, me colocó la mano sobre mi cintura y me susurró al oído que ella me enseñaría. Ladeé mi cabeza hacia el oído donde me había susurrado a la vez que la piel de los brazos se me ponía de gallina. En ocasiones me planteaba lo estúpido que se podía ver desde fuera aquella manía que tenía, pero no podía evitar que fueran mis puntos débiles.

Comencé a baila junto a ella al ritmo de la música, dejándome llevar por los movimientos de la joven y pegando cada vez más nuestros cuerpos. Fue mi turno entonces para acercarme a su oído derecho y susurrarle - Sí, se bailar... Ya tengo mucha experiencia yendo a fiestas desde que era pequeño y nunca fue algo que se me diese mal

(Solo Mike)

Sabía que debía disfrutar cada día como si fuera el último, y lo hacía desde que fuí más o menos consciente de que cada día era un problema diferente en casa, por ello vivir la vida y pasarlo bien eran mi prioridad, ya que sabía perfectamente que siempre habría problemas, así que intentaba pasarlo bien cuando tenía la mínima ocasión, y hoy era de esos días.

Cuando me preguntó si vine acompañada me sentí más avergonzada de lo que hubiera imaginado, pero aun así le conteste con sinceridad- Bueno, no tengo muchos amigos...así que he venido sola- agaché la mirada con la excusa de darle un buen sorbo a la copa, la dejé a la mitad.-Pero ahora no estoy sola, se podría decir que estoy muy bien acompañada- Le guiñe un ojo al pelirubio.

El si venía acompañado, como cualquier chico de nuestra edad, pero no había encontrado a sus amigos y por lo que estaba contando no tenía muchas ganas de hacerlo. Parecía un tipo bastante responsable, aunque a primera vista no daba aquella imagen.

Cuando le susurre se volvió a estremecer. Y reí abiertamente arqueando mi espalda hacia atras. Pero el me atrajo hacia y puso su boca cerca de mo oreja, decía que sabía bailar y que no se le daba nada mal.

Me estremecí un poco aunque mi punto debil definitivamente eran el cuello y el abdomen, que me besaran ambas zonas era un verdadero placer concedido por los Dioses.

-Bueno desmuestrame que tal lo haces- Me pegué algo más a el. Rodee su cuello con mis manos y el colocó las suyas en mi la cintura. Bailabamos al ritmo de la música y el no lo hacía nada mal. Parecía haber nacido para esto, yo no era muy buena bailarina pero me defendía bastante bien.

El ritmo de la música cambió por completo. ¿Una lenta?. Se oian algunos abucheos pero cesaron enseguida y algunas parejas se animaron a bailarla mientras otros hacian el idiota. -Valla una lenta, no se bailar este tipo de canciones- Dije intentando no parecer ridicula- Pero tu me puedes enseñar ¿no se te daba genial?- le pregunte divertida mientras le retaba a hacerlo.

-¿Sabes? pareces una persona especial- dije mientras bailabamos al ritmo lento de la música- quiero decir, no eres el típico chico de veintipico años, pareces una persona... mucho más profunda- Mire sus ojos azul profundo e intente buscar en ellos una pista sobre su persona, pero no hallé nada- Me gustas-Mi voz sonó dulce y se hizo un breve silencio que quise romper rapidamente-y por eso vamos a hacer ringo, hay que celebrarlo- Dije mientras me bebía lo que quedaba de mi daiquiri de un solo buche- ahora te invito a chupitos-Le guiñe un ojo. La noche prometía mucho

¿Y qué hacía Simone en aquella fiesta? Que se rieran de ella, adelante, pero resultaba ser que la independiente y decidida veterinaria había cedido a la forma más pura de presión social, que caray...

Resultábase ser que alguien había organizado una fiesta en la playa por la noche. ¿Quién? Pues ni idea. No era que estuviera muy al pendiente de la decadente vida nocturna de Storybrooke (tan decadente como se podía ser en aquel pueblito olvidado en la vieja Maine). Que algunas de las chicas del Refugio estaban muy entusiasmadas con la idea y no habían dejado de hablar de ello en todo el día. Que les vendría bien para desestresarse, el soltarse el cabello un rato y desatarse. Según ellas hasta bueno para la salud era el deschongarse así. Ay ajá...

Y luego el momento incómodo: ¿Vamos? Ahí la expresión de Simone se le quedó congelada en una mueca con una especie de sonrisa incómoda. La verdad aquello no era lo suyo. Si le daban a escoger entre ir y perderse en alcohol en algún rincón oscuro o quedarse la noche con Lena viendo películas y hablando de cualquier cosa, ella siempre se decantaba por la segunda opción. Pero es que le habían insistido tanto, y para el momento en que hasta los doctores varones comenzaron a hacerle ojitos de cachorrito suplicante supo que estaba perdida.

Para colmo de males, iba sola. Había comenzado a salir con Radd, que era imposible negar que tenían química entre ellos. El chico le gustaba y demasiado, así que se habían decidido a tratar de conocerse más, tomar las cosas con calma y ver que surgía de ahí. ¿El problema? Para Simone las cosas iban demasiado calmadas. Pero se suponía que eso era bueno, ¿no? Tomarse el tiempo para saber bien lo que querían el uno del otro y todo eso... si... ella aguantaría con duchas frías.. que problema...

Obviamente a Radd no le había convencido mucho la idea de la fiesta. Demasiada gente haciendo demasiadas cosas que iban en contra de lo que él creía. No le había dicho que no fuera. Más bien la animaba a pasar un buen rato con sus compañeros siempre y cuando se sintiera cómoda.

Pues bien, se sentiría más cómoda si no estuviera sola como champiñón, abriéndose paso entre una horda de cuerpos sudorosos y alcoholizados que iban lanzando tops de bikinis de quien sabe donde. De hecho cuando una de esas dichosas prendas casi le cae en frente hasta había sacado la lengua y dado de saltitos angustiados como si temiera contagiarse de vaya dios a saber qué. Iba vestida de blanco como habían pedido, con su voluminosa cabellera tan alborotada como su afro podía ser, maquillada y con un enorme par de arracadas plateadas en los oídos. De acuerdo al evento, vamos, aunque francamente lo que más ganas le daban era de ponerse un traje de aquellos sellados para aislar en contra de bacterias.

Una canción lenta comenzaba a sonar y la gente no había tardado en protestar. El desánimo colectivo le ayudó a que le fuera más fácil desplazarse. ¿En dónde habían quedado sus compañeros? Pues ni idea, pero por suerte había alcanzado ver una cara conocida en medio de aquel desastre, allá cerca de la mesa del DJ. - ¡Ian! - Llamó a su amigo, acelerando el paso para alcanzarlo y prenderse de su brazo como si se le fuera la vida en ello. - Ay no, que bueno que te encuentro, como vea otro par de tetas a medio descubrir me voy a empezar a traumar. - Que ya, seguro él y su testosterona estarían más receptivos a aquel tipo de espectáculos, pero ella por lo menos ya no aguantaba, y encontrarse con un amigo le hacía sentir - un poquiiiiiiiito - menos fuera de lugar.

Por centrarse tanto en Ian, de quien ahora en adelante iba a ser su escudo humano, no se había dado cuenta de su acompañante. O su wingman, mejor dicho, que estaba ya montado en la plataforma del DJ con un brazo sobre los hombros del susodicho y dejándole, muy discretamente según él, un billete en la palma de la mano con tal de que cambiara de canción, porque según decía aquel ritmo lento iba a terminar haciéndolos dormir a todos. Dicho y hecho, la música que comenzaba a escucharse en los speakers iba con toda la intención de volver a encender a la multitud.

- ... ah, hola a ti también. - Acotó no de tan buena gana como había saludado a Ian. Que cosas, ¡lo que le faltaba!

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Canción:

[Para Leo]

Sonrio observando como el chico me echa una mirada evaluadora de arriba a abajo. No me importa ni me molesta que lo haga, pues al fin y al cabo, es lo que hacen todas las personas, no respecto a mi, sino a todo el mundo, una primera mirada evaluadora puede decirte muchas cosas sobre una persona si sabes interpretar las señales, las miradas, los gestos, o la ropa que lleva, claro que a veces, la primera impresión es erronea y tachamos a una persona nada más verla. Por suerte para mi, no me equivoco mucho, y si lo hago, me gusta conocer más a fondo a la gente antes de poder juzgarla del todo.

[coloe=palegreen]¿Muy corta? Yo creo que aun queda mucha noche por delante... Muchas horas de música y de entablar conversación con gente.. Si la empiezas fuerte no te quedará con que avivar el fuego más tarde, ¿no crees?[/color] le respondo con una sencilla sonrisa. Al menos, ese era mi punto de vista, si empiezas bebiendo fuerte, por muy gratificante que sea ese estado de embriaguez en que todo te saca una sonrisa facilona y te hace sonreir, no eres, al menos yo no soy capaz de disfrutar de todo, prefiero dejar eso de beber fuerte para más adelante, empezar suave y ya si acaso despues cuando me aburra, ayudarme del alcohol para desenvolverme más todavía. -No.. creo que no hemos tenido la ocasión de conocernos... la música es fuerte aqui, en la barra, pues hay dos pequeños altavoces que retumban, colgados de sendos postes de madera, asi que para hablar con él tengo que acercarme un poco más, con uno de mis brazos reposando en la barra, sujetando el vaso con la bebida que todavía no he probado. -Me llamo Evelynn Stratford... le tiendo la mano, esperando que la estreche, porque en los temas de presentación no se si les gusta dar la mano, dar dos besos, o qué diantres, eso va más con cada persona.
-¿Has venido solo a la fiesta o estas esperando a alguien? pregunto tras unos segundos. Lo que menos quiero ahora es que esté esperando a alguien y meterme yo en medio a molestar.

[Con Malvi]

Su respuesta a mi pregunta, me dejó ligeramente sorprendido. Mantuve mi rostro sin cambios, ya que no creía que lo que necesitase aún por encima es que sintiese pena por ella. Ese tipo de cosas hacían que siempre recordase la suerte que había tenido a lo largo de mi vida y que no podía protestar por nada. Por lo único, era por las injusticias de que unos lo tuviésemos todos y a otros les faltasen cosas. Ella parecía contenta por haberse encontrado conmigo, y yo asentí - Claro, y yo contigo - Esbocé una sonrisa, mientras miraba su larga cabellera castaña -] Para la próxima, si quieres ir a una fiesta y no tienes con quién, me avisas y que yo, por ir a una fiesta, no tengo ningún tipo de problema - dije tras haber reflexionado bien mis palabras. No quería resultarle pesado, pero era una proposición sincera. No me gustaba que nadie fuese solo a los sitios, sobre todo con todo lo que podía pasar, por ejemplo la mala experiencia que había vivido ella hacía unos instantes con aquel borracho.

A la joven parecía hacerle gracia que me estremeciera cuando me susurraba al oído, aunque cuando hice lo mismo con ella parecía que había tenido la misma sensación. Iba a decir algo al respecto, pero me limité a arquear las cejas y esbozarle una sonrisa, divertido. Comenzamos a bailar al ritmo de la música, después de que ella me retase a que le mostrara cómo lo hacía. Justo entonces, cambiaron la música a una lenta. La gente parecía haberse alborotado ante el cambio, aunque pronto las protestas se apagaron para dar paso a un aire de romanticismo que gobernada la playa. Todos los que tenían pareja se hallaban bailando al son de la música. Yo miré hacia Malvina, que me sorprendió al decirme que no sabía bailar música lenta. - ¿En serio? Pues con la otra no lo hacías nada mal - Le guiñé un ojo. Me retó a que la enseñase mientras deslizaba sus brazos alrededor de mi cuello. Yo hice lo propio con los míos, alrededor de su cintura y comencé a bailar junto a ella. Mis pasos se movían al acompasados y firmes, marcándolos bien para que ella pudiera seguirlos a la vez que la iba guiando. - Ahora verás, te enseñaré que a mi no se me puede retar porque siempre gano- Bromeé. El haber aprendido de mis padres, que le habían dado mucha importancia a todo el postureo aquel en todo lo relacionado a fiestas importantes, y el haber sido rey de primera durante el instituto, me daba mucha seguridad en estas situaciones ya que francamente, no iba a mentir, lo hacía bastante bien.

Mientras nos dejábamos llevar por el sonido lento de la música, ella rompió el silencio diciéndome que parecía algo especial. No pude evitar arquear mi ceja izquierda. Esta chica no hacía más que sorprenderme - ¿por qué? - Pregunté curioso. Alcé mi vista hacia la suya, perdiéndome en el verde de sus ojos mientras escuchaba la respuesta - ¿Insinúas que parezco más anciano? - Bromeé y solté un par de carcajadas - Supongo que debo decir... ¿Gracias? Tu tampoco pareces una chica cualquiera - Después de un breve silencio, ella sugirió que bebiésemos nuestras copas de un trago. Me separé unos centímetros para poder hacerlo sin dificultad y, siguiendo su ejemplo, la bebí entera. Me reí cuando añadió que ahora me invitaría a chupitos mientras negaba con la cabeza - Eres increíble.. Anda, vamos hacia la barra, aunque no te prometo que te permita que me invites - volví a negar y comencé a caminar hacia allí, para pedir nuestras consumiciones.

Una vez en la barra, apoyé mi brazo izquierdo y me rasqué la nuca con la mano derecha, pensando en lo que pedir ahora - ¿Qué es lo que te apetece? ¿Fuertes o suaves? yo me decanto más hacia los fuertes... no suelo conocer otra terminología cuando salgo de noche - Bromeé

(Mike)

Toda aquella situación me estaba resultando muy cómoda. Hacía una hora Mike era un completo desconocido, y en aquel momento parecía que nos conociamos de toda la vida. Me dijo que podía salir con el siempre que quisiera y sonreía ante tal invitación.

El pensaba que yo no era una chica cualquiera, algo que agradecía que me dijeran alguna vez. En casa no tuve nunca ese apoyo, todo lo contrario. Mi madre había pensado desde que era una niña que ser inutil había estado en mis genes, me culpaba a mi de toda las desgracias, de destruir su carrera, de que mi padre les abandonara y de no tener dinero. Se podría decir que los problemas de mi madre tenían nombre y apellido "Malvina Vera DiDonato". En mi infancia no tuve suerte, no fuí muy agraciada y el rechazo de mis compañeros se hizo notable desde el primer día de clase. Nunca me habían querido por así decirlo, ni mi madre ni mucho menos ninguna de mis dos hermanas, que hacían cuanto estaba en sus manos por enfadarme, a pesar de que tan solo nos llevabamos dos años.

Salí de mis pensamientos cuando el se terminó de beber el cubata. Caminamos hacia la barra y antes de llegar saqué mi billete para invitarlo.

-Así que fuertes ¿no?- me acerqué a el bastante divertida- Pues deme una botella de tequila y dos vasos de chupito- El se me adelanto bastante y pago a la camarera antes de que yo pudiera alargar la mano para darle el billete.

Fue entonces cuando me acerqué a su oreja y le susurre de nuevo- Gracias pero te dije que a esta invitaba yo- Puse el billete que tenía en mi mano en el bolsillo de atras de su pantalón. Mentiría si no dijera que no aproveche para tocar su trasero. Saqué la mano con mucha delicadeza y sonreí.

Cuando la camarera llegó con el pedido cogí la botella y el los dos vasitos.
-Vamos a la orilla y nos bebemos esto ?que te parece?- En realidad no le dí mucha opción y tan solo pudo seguirme.

Llegamos a la arena, a pocos metros de la orilla, y a pesar de que estabamos bastante lejos de la fiesta se podía oir la muchedumbre y la música. Abrí la botella y llené ambos vasitos, puse uno en su mano.

-Brindemos pues-dije mientras chocabamos los vasos- Por ti, y por lo que pueda pasar- El líquido desapareció de un solo trago.

En aquel momento me lancé, sin saber muy bien la razón. Me sentía muy atraida por el chico de ojos azules. Así que le di un un rápido y suave beso en los labios. Fué una sensación bastante placentera. Metí mi mano por debajo de su camisa de lino, y acaricié su espalda fuerte y caliente. Me separe y roce mi nariz con la suya y aun sin separarme hablé. -Me gustas, me gustas mucho-

¿Una fiesta de blanco? Bueno, se podía decir que el blanco le sentaba bastante bien porque contrastaba con su piel morena; así que para adecuarse al protocolo se puso una camiseta blanca con unos shorts tejanos, pero para poder llamar un poco la atención escogió un bikini rosa clarito que, como le confirmó el espejo, llamaba bastante la atracción por el contraste sobre su piel.

Completó el look con unas sandalias negras que podía perder tranquilamente en caso de que le molestaran, porque estaba ya harta de quitarse los zapatos porque le dolían los pies y luego volver a casa descalza; que lo que le importaba no era tener que volver a casa descalza, porque muchas veces se subía a la espalda de algún “amigo” y listos, lo peor era que acostumbraba a perder sus zapatos favoritos.

Salió de casa dando saltitos de alegría. Hacía mucho tiempo que no salía de fiesta (mentira, pero para ella 2 semanas ya eran mucho tiempo) y en el hospital no se hablaba de otra cosa entre el personal. Por eso había quedado para ir junto con unas compañeras de las prácticas pero, como era normal en Kara, llegaba tarde y cuando llegó a la plaza ya se habían ido.

Refunfuñó un poco, pero no dejó que eso disminuyera su humor. Además, estaba claro que ellas habían ido tirando y ya se encontrarían allí, era lo que siempre pasaba cuando quedaban todas juntas; las primeras pasaban y las demás se acolaban. Así que hizo el camino hacia la playa rápidamente para no perder comba con las demás.

¡Pero cuanta gente había! ¿De verdad había tanta población en Storybrooke? Así iba a ser imposible encontrarse con sus amigas... Como si quisiera contradecirse a sí misma buscó desde la distancia si veía alguna cabellera conocida, pero no tuvo suerte. Tendría más suerte si se mezclaba con la gente y si no las encontraba… bueno, tampoco se acababa el mundo, después de todo era una fiesta.

Lo primero que hizo fue quitarse las sandalias y dejarlas sobre una roca, esperaba acordarse de ese lugar después. Lo segundo fue acercarse a la barra para pedir su bebida, pero cuando consiguió que la gente la dejara pasar se encontró su mojito esperándola con sombrillita y todo. Levantó la vista hacia el barman y le sonrió, por supuesto, ya le tenía más que visto y sabía que una de las bebidas favoritas de Kara era el mojito.

Cuando probó que estuviera bueno se fue a la pista a estudiar la situación; no pensaba amargarse si no encontraba a su gente.

Esbozó una sonrisa un tanto torpe – y todo había que decirlo, un tanto incómoda – cuando Ian le preguntaba por Radd. Chico Greenpeace, aquello le hacía gracia. La verdad era que se sentiría muchísimo mejor si él le hubiera acompañado, aunque fuera solo para hacer acto de presencia con sus compañeros, tomarse un trago o dos y después desaparecer por su cuenta a ambientes donde ambos se sintieran más cómodos. La verdad era que a Simone le había desanimado bastante que ni siquiera por hacerle compañía o por cuidarla la hubiera querido acompañar. Eso era contradictorio, ¿no? No necesitar que estuviera detrás de ella vigilando sus pasos pero al mismo tiempo ilusionarse con esa clase de detalles. Era un lío. Era complicado. Que estrés.

- No, me vine yo sola con algunos chicos del trabajo y la verdad los tengo perdidos. La última vez que los vi fue hace unas cuatro canciones o algo así. – Que serían unos… ¿quince o veinte minutos? ¿Tal vez? No llevaba bien la medida del tiempo.

De cualquier manera se mantuvo cerca de Ian porque así se sentía más segura de esa manera. Apenas y alcanzó a escuchar algunas de las sandeces que Caleb le decía al DJ para convencerlo de que cambiara la música que acababa de volverse quizá demasiado romántica para la clase de degenere de aquella fiesta y al instante puso los ojos en blanco.

- Algo así. – Respondió a Ian cuando preguntaba si acaso ella y Bennet se conocían de algo. Pues sí, una tarde la había visto, la había casi acosado por la calle (o por lo menos así lo sintió ella) y no había dejado de hacerse el payaso con tal de llamar su atención y a ver qué conseguía con ella. Ahora, Simone tenía sentido del humor. Una de las cosas que más le había atraído de Keith, su último novio, fue precisamente la capacidad que el chico tenía para hacerla reír. En cambio, encontraba a Caleb tan irritante…

Como ahora, que no veía nada de raro en desperdiciar dinero en algo tan bobo como que cambiaran una canción que no le gustaba. O peor, la manera en la que comenzaba ahora a cantarle y bailarle. Inmediatamente echó la espalda hacia atrás, enarcando una ceja de manera inquisitiva. La letra no era realmente nada fuera de lo común, o eso pensó hasta que le daba una serenata sobre “la manera de meterse en su garganta”. Ahí abrió la boca completamente impactada, él se encogía de hombros bailando, ella colocaba una mano sobre su cadera y lo miraba de arriba abajo con suficiencia, él culpaba al licor según la melodía indicaba, ella ponía los ojos en blanco, él hacía amago de abrazarla y ella esbozaba una afilada media sonrisa en los labios. Y tanto que acababa de decirle sin haber dicho ni una sola palabra…

Culpa al DJ. – Le respondió mientras arqueaba una ceja. Ah no, cualquier indirecta que mejor se fuera haciendo a la idea que le iba a resbalar. Como fuera, tomó una de las cervezas que Ian le ofrecía – que no le gustara embriagarse hasta vomitar y correr por todo el pueblo haciendo topless no quería decir que no disfrutara de una buena cerveza bien helada – y suspiró. No, tampoco iba a ponerse a admitir que aquella música le hacía entrar ganas de bailar.

[Con Malvina]

Me había parecido atisbar como la joven se distraía unos segundos, pero decidió no decirle nada para no entrometerse. al fin y al cabo, tampoco la conocía desde hacia mucho tiempo y no creía que tuviese ese derecho. Podía sonar descortés. Pese a ello, le había preocupado ya que posteriormente había adoptado un gesto melancólico. Aún así, parecía una chica bastante fuerte ya que al instante estaba retándome nuevamente a beber chupitos fuertes. - Obviamente, cuando salgo no me suelo andar con tonterías - Bromeé refiriéndome a tomar chupitos suaves. Ya puestos a beber alcohol, por lo menos que tuviese algún efecto sobre nosotros. Ante las palabras que le dirigió a la camarera, no pude evitar mirar hacia ella con una sonrisa cómplice - Me gusta como piensas - Aseveré. No es que fuese mi bebida favorita, ni mucho menos. De hecho de vez en cuando me sentaba mal al estómago por su mal sabor y por lo fuerte que era. Pese a ello, habíamos acordado tomarlos fuertes y yo no sería el aguafiestas. Antes de que ella pudiese pagar, con un rápido movimiento extraje mi cartera y saqué unos billetes para pagar todo. Ella parecía en sus trece, pero yo era más testarudo. - Te he dicho que no me gusta que me inviten, así que no me lo discutas... No doy mi brazo a torcer, ni lo intentes - Le eché la lengua. Pese a ello, tras estremecerme nuevamente por sus palabras en mi oído, noté como metía su mano en el interior del bolsillo trasero de mi pantalón y, acto seguido, supuse que había sido dinero. Bueno, mas tarde se lo devolvería.

Tras traernos la botella, iba a cogerla pero ella se me adelanto. Arqueé ligeramente la ceja mientras la observaba. Normalmente solía ser yo el que manejaba las cosas, no a la inversa. Pero parecía que Malvina no me iba a permitir aquello. Suspiré, resignado. Propuso la idea de ir a la orilla aunque, antes de que le respondiera, ya se había puesto en marcha - No sé para que preguntas si era más bien algo que ibas a hacer sí o así - Bromeé mientras comenzaba a caminar yo también, alcanzándola. Una vez en la arena, alejados de la fiesta, nos sentamos. Había observado que había un par de parejas algo más alejadas que nosotros en plan ñoños. De fondo seguía sonando la música, aunque el ruido del oleaje ayudaba a distraerse de aquel ambiente. Cerré los ojos, dejándome llevar y respire profundamente. Adoraba aquél sonido.

Cuando volví a abrirlos, Malvi estaba abriendo la botella y ofreciéndome un vaso, el cual cogí al momento. No pude evitar esbozar otra sonrisa ante sus palabras. - ¿Alguna vez te habían dicho que eres muy directa? - Me reí mientras brindaba junto a ella. No diría que las personas directas no me gustaban porque, entonces, estaría mintiendo. Lo que pasaba es que se me hacia raro encontrarme con alguien así. Siguiendo su ejemplo, me bebí el líquido ambarino de un trago, frunciendo acto seguido los labios y cerrando los ojos, muestra del desagrado que me producía. Justo empecé a abrirlos para poder observar como la chica se acercaba hacia mí y me daba un beso en los labios. Al principio me quedé quieto, por la sorpresa, pero rápidamente abrí mis labios y comencé a correspondérselo. Sus manos empezaron a acariciar mi espalda por dentro de la camisa y yo dejé a un lado mi vaso de chupitos para rodearle la cintura con mis manos, haciendo que nos acercásemos más.

Cuando separó sus labios de los míos, afirmó que le gustaba mucho. Yo detuve mi respiración para responder, ya que en ese momento había estado respirando por la boca. - Creo que es obvio que tu a mi también. - Dije sin separar ni un milímetro nuestros rostros. - Sino te hubiese detenido... - Sonreí pícaramente. Acto seguido, volví a acercar mis labios hacia los suyos mientras mis manos se aferraban más hacia su cintura. Nuestros besos parecían acompasados, como si de una melodía se tratase y siguiesen el mismo ritmo. Antes de separarme, agarré entre mis dientes su labio inferior y le di un suave mordisco. Entonces decidí separarme un poco ya que, como siguiese aumentando el calor de esa forma entre ambos... acabaríamos desperdiciando la botella de tequila, y ya que estábamos en la fiesta podríamos disfrutarla un poco. Ya habría tiempo para aquello después si ella quería. Desde luego, yo sí lo hacía. Agarré la botella de tequila y nos vertí el líquido a ambos en nuestros vasos - Parece que la fiesta mejora por momentos. Creo que si me llegan a decir que ocurriría esto, no me lo creería.

Se quedó paralizado durante unos segundo, pero siguió el beso con normalidad. Parecía que le estaba gustando ya que se aferró a mi cintura y me atrajo hacia el. Estabamos muy pegados. El terminó separando nuestros labios unos milímetros. Me dijo que yo también le gustaba. Suspiré aliviada, habría sido un duro golpe que me dijera que no, pero aun así no tuve dudas al lanzarme sabía que se sentía atraido por mi, lo intuía.

Tras haber dicho eso, se aferró de nuevo a mi cintura, y se lanzó a besarme. Fué un beso que había dejado la ternura del anterior, era algo más pasional. Guié mis manos hasta su pelo y lo acaricié al ritmo que nos besábamos. Me mordió el labió inferior y me provocó un placer extraño, sonreí en el acto. Yo bajé hasta su barbilla y la mordi suavemente. Mi respiración era algo agitada, pero solo tardo unos segundos en volver a la normalidad.

Nos separamos. La situación se iba a cardear demasiado rápido, además solo nos habíamos tomado un chupito. Me dispuse a coger la botella pero Mike se adelanto, y llenó los vasitos.

-¿ porque no iba a ocurrir?-Le dije sonriendole-hay que creer en las casualidades ¿sabes?- Me acerqué y rocé nuestros labios sin besarlor.Le quería provocar, pero me volví a separar y me bebi el chupito de golpe.

Ví como el hacía lo mismo. Me puse de pié, y me quité el pareo. El me miró con curiosidad. Me quedé solo con el biquini blanco y caminé hasta la orilla sin decirle absolutamente nada.

Me metí en el agua poco a poco. Estaba bastante más fría de lo que había parecido en un principio. Camine despacio hasta que el agua alcanzó la altura de mi cintura. Así que lo hice rápido. Llegó la hora. Me lance al agua cual sirena. Y estuve bajo el manto azul unos segundos. En principio tuve frió, pero tras un pequeño instante mi cuerpo se acomodo a la temperatura.

Salí en busca de mi acompañante caminando sexy, pero intentando que no pareciese forzado. ¿Cual fué mi sorpresa? el me esperaba en la orilla.

-Esta buenisima- Pude apreciar que no hacía frío a pesar de estar mojada, soplaba un vieto cálido, que a decir verdad agradecí.

Moví la cabeza como un perro salpicandolo bastante. Reí abiertamente y lo abrace fuerte con toda la intención de ponerlo empapado. Aprovechando que estabamos en la orilla me separe un poco y le salpiqué con las piernas. Me tiré sobre él y caímos al suelo. Las pequeñas olas que rompían en la orilla lo terminaron de mojar. El estaba tendido en el suelo y me puse arriba.

Fuí hasta sus labios y los acaricié con mi dedo indice, para luego darle un suave beso, me deslice hasta su cuello y le dí un pequeño lametón rematado con un beso. Me quite de aquella posición sonriendo como una triunfadora. Me puse a su lado y abrí mis manos en la arena. Giré mi cara y lo miré encontrandome así con sus ojos azul profundo.

-Me gustan tus labios- Sonreí levemente y volví mi vista hacia el cielo estrellado.

Caminar por la orilla sintiendo en los pies las caricias de las olas me relajaba y a la vez me mantenía distraída.
Estuve caminando bastante tiempo, podría decirse que estuve media hora entre paseo y paseo pero era mucho mejor que quedarse sentada sin hacer nada y mirando al vacío.
La playa por aquella zona estaba bastante desierta y un silencio embriagador se apoderaba del ambiente. Al parecer todo el mundo estaba en la fiesta, todo el mundo menos yo claro está, porque yo tenía que ser el bicho raro, la oveja negra de Storybrooke.

A pocos pasos de donde me encontraba se levantaba un acantilado, genial había llegado la hora de dar la vuelta, el paseo había acabado y yo debía volver a la cruda realidad. Aquella realidad en la que todo el mundo disfrutaba de una estupenda fiesta en la playa, al aire libre y yo me alejaba de todo lo que tenía que ver con relaciones humanas.
Me hubiera venido genial la compañía de T.T en aquel momento. El pararme cada 5 minutos para jugar con él y acariciar su suave pelaje, el sentirme acompañada y querida por el único amigo que había tenido desde que me alcanza la memoria. Pero el trato había sido venir para hacer amigos que no caminaran a dos patas, así que T.T se quedó en casa.

Luces de colores a escasos metros de mi y el sonido de una música a todo volumen que casi hacía vibrar en suelo me anunciaban que la fiesta estaba próxima.
La vuelta me había resultado muchísimo más corta, quizás había aligerado el paso sin apenas darme cuenta. El caso es que ya estaba allí y no se me ocurría nada más que hacer.
A lo lejos en la orilla pude ver a una pareja dando el lote, debía dejar de caminar por la orilla si no quería acabar en medio, no sería nada gracioso.

Pero, andando y andando sin mirar donde choqué con alguien y comencé a sentir el pecho frío y húmedo - Lo siento guapa- me dijo un chico que andaba bastante ebrio. Con bastante prisa me aparté de su lado pero tenía la sensación de que cada vez había más y más gente a mi alrededor. Para cuando pude darme cuenta, me había metido en todo el embrollo de la fiesta.