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Repartiendo física cuántica [Privado]
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Repartiendo física cuántica [Privado]
Era un sábado en el que no habían nubes apenas, había una temperatura agradable por lo que podías ir por la ciudad de manga corta. Era una mañana perfecta para pasear, para compartir con tus seres queridos, para disfrutarlo vamos. En cambio, había una persona que se encontraba parada en mitad de la plaza del ayuntamiento. Parecía que estuviera repartiendo propaganda, unos folletos dignos de tirar a la basura directamente. Esa persona era Everett, pero no, no estaba repartiendo publicidad de ningún tipo.
Habiéndose descubierto recientemente el bosón de Higgs y viendo que a nadie más que él le importaba semejante acontecimiento, el joven profesor de ciencias había decidido preparar unas hojas, como unos pequeños libretos en los que explicaba principios básicos de la física cuántica, para después hablar de las partículas subatómicas, de todas y cada una de ellas (un breve resumen claro, sin entrar en algo demasiado complicado) para después llegar, a modo de conclusión, al bosón de Higgs. Lo había preparado de tal manera que cualquier persona con el suficiente interés de leerlo lo entendiera. Realizó unas treinta copias y allí estaba, con una caja a su lado, acercándose a cada persona que pasaba por allí y ofreciéndole aquel libreto.
Muchos salían corriendo ya que conocían al profesor: a ese hombre que siempre se perdía por Storybrooke, pero Everett hacía oídos sordos a aquellas críticas. Ya había tardado bastante en llegar a aquel lugar indicado (se había perdido un par de veces), por donde pasaba tanta gente. Solamente había entregado tres de esos libretos y dos de los cuales habían sido para utilizarlos a modo de sombrilla y abanico para combatir el sol. Aún así, Everett no estaba enfadado, ni mucho menos. Seguía intentándolo con todas sus fuerzas. Matthew estaba ocupado con su turno en los bomberos, Sydney estaba con Nate en su casa, y el resto de sus amigos tenían otros planes. Había decidido que pasaría el resto de la mañana allí de pie, ofreciendo explicaciones sobre el bosón de Higgs con la mejor intención del mundo. Había veces que pensaba que era invisible con esa habilidad de la gente para hacer como que no existiera.
Everett no perdía la esperanza, seguía manteniendo la sonrisa incluso cuando se acercó a una joven que conocía de vista y le ofreció un libreto:
-¿Te interesaría saber más sobre el reciente descubrimiento del bosón de Higgs? ¡Es gratis!
Habiéndose descubierto recientemente el bosón de Higgs y viendo que a nadie más que él le importaba semejante acontecimiento, el joven profesor de ciencias había decidido preparar unas hojas, como unos pequeños libretos en los que explicaba principios básicos de la física cuántica, para después hablar de las partículas subatómicas, de todas y cada una de ellas (un breve resumen claro, sin entrar en algo demasiado complicado) para después llegar, a modo de conclusión, al bosón de Higgs. Lo había preparado de tal manera que cualquier persona con el suficiente interés de leerlo lo entendiera. Realizó unas treinta copias y allí estaba, con una caja a su lado, acercándose a cada persona que pasaba por allí y ofreciéndole aquel libreto.
Muchos salían corriendo ya que conocían al profesor: a ese hombre que siempre se perdía por Storybrooke, pero Everett hacía oídos sordos a aquellas críticas. Ya había tardado bastante en llegar a aquel lugar indicado (se había perdido un par de veces), por donde pasaba tanta gente. Solamente había entregado tres de esos libretos y dos de los cuales habían sido para utilizarlos a modo de sombrilla y abanico para combatir el sol. Aún así, Everett no estaba enfadado, ni mucho menos. Seguía intentándolo con todas sus fuerzas. Matthew estaba ocupado con su turno en los bomberos, Sydney estaba con Nate en su casa, y el resto de sus amigos tenían otros planes. Había decidido que pasaría el resto de la mañana allí de pie, ofreciendo explicaciones sobre el bosón de Higgs con la mejor intención del mundo. Había veces que pensaba que era invisible con esa habilidad de la gente para hacer como que no existiera.
Everett no perdía la esperanza, seguía manteniendo la sonrisa incluso cuando se acercó a una joven que conocía de vista y le ofreció un libreto:
-¿Te interesaría saber más sobre el reciente descubrimiento del bosón de Higgs? ¡Es gratis!
Everett N. O'Connor- Humanos
- Soy : Hansel
Mensajes : 339
Empleo /Ocio : Profesor de Ciencias
Localización : Perdido por Storybrooke
Fecha de inscripción : 29/06/2012
Re: Repartiendo física cuántica [Privado]
Sábado, aquel día había empezado mal, muy mal. El agua me había salido completamente fría y mi ducha había sido todo un asco. Me arreglé para "disfrutar" un día horrible que empezaba asquerosamente mal. Encima hacía sol, y la temperatura me parecía mayor de lo que era. Salí de casa con mis gafas de sol y un parasol para evitar que dicho astro rey me calentara demasiado, que suficiente harta estaba yo del día que ni siquiera acababa de empezar como quien dice.
Antes de ir hacia el ayuntamiento decidí darme un paseo a ver si me calmaba, no podía ir de tan mal humor a trabajar, no me lo permitiría, sobre todo porque podía dar una mala contestación a la alcaldesa, cosa que pagaría caro si lo hacía, así que quise primero relajarme sin faltar a mis obligaciones evidentemente. Por eso había decidido no coger el coche para ir a trabajar, ir andando quizás me calmara un tanto. Al ir caminando pasaba por algunas calles en las que la gente paseaba tan feliz, y yo con cara de perro. Me ponían enferma, odiaba que la gente fuera feliz y yo no. No era envidia, no tenía de qué envidiarlos y a la vista estaba, era simplemente odio, nadie podía sentirse mejor que yo, a excepción de algunas personas, claro.
En pocos minutos estaba recorriendo la plaza, más bien cruzándola para dirigirme al ayuntamiento. Al llegar vi a un hombre con un montón de folletos, repartiendo lo que parecía un montón de basura publicitaria. Intenté pasar de largo sin que me molestara pero vi cómo, para mi desgracia, venía hacia mí. Negué con la cabeza en cuanto dio sus primeros pasos indicándole que lo que tuviera que decirme no me interesaba. -Ni aunque me pagarana todo el oro del mundo. ¿Por qué no te dedicas a molestar menos a la gente con tus tonterías? Cogí el folleto sin embargo, lo miré por encima y lo rompí en trocitos. -Dáselo a alguien que le interese chico. Además, ¿Qué tontería es esa del bastón de Hoggins? Si al menos hablaras el mismo idioma que el resto de la gente y no ese lenguaje científico que sólo entienden los raritos como tú... Dije con total desprecio mientras buscaba una papelera para tirar los papelitos que había hecho.
Antes de ir hacia el ayuntamiento decidí darme un paseo a ver si me calmaba, no podía ir de tan mal humor a trabajar, no me lo permitiría, sobre todo porque podía dar una mala contestación a la alcaldesa, cosa que pagaría caro si lo hacía, así que quise primero relajarme sin faltar a mis obligaciones evidentemente. Por eso había decidido no coger el coche para ir a trabajar, ir andando quizás me calmara un tanto. Al ir caminando pasaba por algunas calles en las que la gente paseaba tan feliz, y yo con cara de perro. Me ponían enferma, odiaba que la gente fuera feliz y yo no. No era envidia, no tenía de qué envidiarlos y a la vista estaba, era simplemente odio, nadie podía sentirse mejor que yo, a excepción de algunas personas, claro.
En pocos minutos estaba recorriendo la plaza, más bien cruzándola para dirigirme al ayuntamiento. Al llegar vi a un hombre con un montón de folletos, repartiendo lo que parecía un montón de basura publicitaria. Intenté pasar de largo sin que me molestara pero vi cómo, para mi desgracia, venía hacia mí. Negué con la cabeza en cuanto dio sus primeros pasos indicándole que lo que tuviera que decirme no me interesaba. -Ni aunque me pagarana todo el oro del mundo. ¿Por qué no te dedicas a molestar menos a la gente con tus tonterías? Cogí el folleto sin embargo, lo miré por encima y lo rompí en trocitos. -Dáselo a alguien que le interese chico. Además, ¿Qué tontería es esa del bastón de Hoggins? Si al menos hablaras el mismo idioma que el resto de la gente y no ese lenguaje científico que sólo entienden los raritos como tú... Dije con total desprecio mientras buscaba una papelera para tirar los papelitos que había hecho.
Tabbatha K. Goldenrose- Humanos
- Soy : Drizella Tremaine
Mensajes : 64
Empleo /Ocio : Secretaria del ayuntamiento
Fecha de inscripción : 02/09/2012
Re: Repartiendo física cuántica [Privado]
La joven de cabellos rubios y de rostro apurado se paró en cuanto Everett le ofreció el libreto sobre el bosón de Higgs. Pensó en que seguramente si que le interesaba al fin y al cabo, aunque sus palabras dijeran todo lo contrario. Everett pensó que era una de esas personas que tanto se auto-negaban a sí mismas. Pero no, él estaba equivocado. En cuanto el libreto llegó a las manos de la joven, esta lo rompió en miles de trocitos que cayeron al suelo al compás del poco viento que hacía por la calle. Everett se quedó callado observando como su trabajo estaba siendo destruido, aunque bueno, las otras dos personas habían hecho lo mismo, tirándolo a la papelera. Lo que había hecho aquella chica era simplemente hacerlo delante suya, siendo sincera. Quizás el profesor no debería haber insistido tanto y haberse apartado de ella, ¡pero llevaba toda la mañana ahí y aquella joven le había parecido simpática!
-Pero... pensaba que te interesaba... No deberías romper así como así el trabajo de los demás -soltó más bien para sí mismo que para ella. En su voz, en su rostro, no había muestra alguna de enfado o hastío, más bien aquello era un reto para él-. ¿Por qué no os interesa la física? Quiero decir... ¡Es algo interesante, fascinante! ¡La estructura de nuestro mundo y universo! ¡El bosón de Higgs es la clave de la teoría de las partículas subatómicas! En un principio fue utilizado por el científico Higgs como algo teórico para explicar su ley, pero despues... -se dio cuenta de que la joven le había dicho que no le intersaba, que solamente molestaba y que además no hablaba su idioma-. ¡No soy rarito! Ni yo ni los científicos... Simplemente, nos gusta lo que tratamos, como lo que a ti te puede gustar... Ummmm, ¿la ropa? -intentó decir sin ofender.
Sin lugar a dudas, el tener que convivir con adolescentes impertinentes todos los días habían hecho de él una persona despreocupada y bastante paciente. Aquella mujer era como una estudiante más que no quería aprender.
-Pero... pensaba que te interesaba... No deberías romper así como así el trabajo de los demás -soltó más bien para sí mismo que para ella. En su voz, en su rostro, no había muestra alguna de enfado o hastío, más bien aquello era un reto para él-. ¿Por qué no os interesa la física? Quiero decir... ¡Es algo interesante, fascinante! ¡La estructura de nuestro mundo y universo! ¡El bosón de Higgs es la clave de la teoría de las partículas subatómicas! En un principio fue utilizado por el científico Higgs como algo teórico para explicar su ley, pero despues... -se dio cuenta de que la joven le había dicho que no le intersaba, que solamente molestaba y que además no hablaba su idioma-. ¡No soy rarito! Ni yo ni los científicos... Simplemente, nos gusta lo que tratamos, como lo que a ti te puede gustar... Ummmm, ¿la ropa? -intentó decir sin ofender.
Sin lugar a dudas, el tener que convivir con adolescentes impertinentes todos los días habían hecho de él una persona despreocupada y bastante paciente. Aquella mujer era como una estudiante más que no quería aprender.
Everett N. O'Connor- Humanos
- Soy : Hansel
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Empleo /Ocio : Profesor de Ciencias
Localización : Perdido por Storybrooke
Fecha de inscripción : 29/06/2012
Re: Repartiendo física cuántica [Privado]
Le miré con total indiferencia cuando escuché aquel primer comentario que parecía más decirselo a sí mismo que decirmelo a mi. No dije nada, ya todo estaba dicho con aquel gesto. No, no me interesaba, no quería escucharle y me aburría soberanamente. Aparté mi cabello hacia atrás cuando comenzó a entusiasmarse con eso del blasón de Huggs, o el balón de Hoggs, o como fuera. Mientras hacía aquel gesto miraba a otro lado con cara de aburrimiento. Pero no tardé en volver a mirarle y bostezar tapandome la boca. Sonreí con ironía después de que volviera a hablar. -¿Me estás llamando superficial? Porque te podría contar mil cosas interesantes sobre la historia de la moda, o mira, si nos ponemos así, podría contarte otras mil cosas sobre la historia de la música. Por ponerte otro ejemplo menos superficial ¿Y acaso lo hago? ¿A que no he ido a ti a contarte esas milongas sobre moda que por lo visto... -Le miré de arriba a abajo- ...a ti no te van? No, pues entonces molesta a quien verdaderamente le interese. A mi me daba igual si le ofendía o no, di un paso caminando por su lado con intención de irme. Pero me paré mirandole una vez más.
-¿Por qué no aprovechas el día en otra cosa mejor? ¿Te divierte que la gente no quiera escucharte? Le pregunté esta vez sin ánimo de ofenderle como antes. Seguramente la alcaldesa ya me estuviera esperando pero en ese momento me sonó el móvil. Le tendí el parasol al chico para que me lo sujetara y así poder sacar el móvil. -¿Por favor? Pregunté mirandole esperando que lo cogiera para poder mirar el móvil, aunque seguramente no lo aguantara, así que lo pasé a mi otra mano, dónde tenía el bolso colgando. Con una mano intenté abrir el bolso como pude pero lejos de conseguirlo me estaba poniendo nerviosa. Hasta el punto que de tanto menear el bolso se rompió un asa y cayó lo que había dentro. -¡Mierda! Dije con hastío agachandome a recoger todo lo que se había caído. Habían cosas demasiado personales como los preservativos, pero tampoco me importaba, era humana e inteligente, porque había que ser tonta para no llevar siempre encima de esos profilácticos. Aparte de eso se me cayó el monedero, el móvil rodó unos metros, y mi pequeño neceser con el maquillaje. Eso si era importante, si se me rompía alguna pieza de las que llevaba dentro me iba a morir. Iba recogiendo las cosas como podía ya que entre la falda que no me dejaba moverme mucho, el parasol en mi mano y todo lo demás me estaba cabreando más.
-¿Por qué no aprovechas el día en otra cosa mejor? ¿Te divierte que la gente no quiera escucharte? Le pregunté esta vez sin ánimo de ofenderle como antes. Seguramente la alcaldesa ya me estuviera esperando pero en ese momento me sonó el móvil. Le tendí el parasol al chico para que me lo sujetara y así poder sacar el móvil. -¿Por favor? Pregunté mirandole esperando que lo cogiera para poder mirar el móvil, aunque seguramente no lo aguantara, así que lo pasé a mi otra mano, dónde tenía el bolso colgando. Con una mano intenté abrir el bolso como pude pero lejos de conseguirlo me estaba poniendo nerviosa. Hasta el punto que de tanto menear el bolso se rompió un asa y cayó lo que había dentro. -¡Mierda! Dije con hastío agachandome a recoger todo lo que se había caído. Habían cosas demasiado personales como los preservativos, pero tampoco me importaba, era humana e inteligente, porque había que ser tonta para no llevar siempre encima de esos profilácticos. Aparte de eso se me cayó el monedero, el móvil rodó unos metros, y mi pequeño neceser con el maquillaje. Eso si era importante, si se me rompía alguna pieza de las que llevaba dentro me iba a morir. Iba recogiendo las cosas como podía ya que entre la falda que no me dejaba moverme mucho, el parasol en mi mano y todo lo demás me estaba cabreando más.
Tabbatha K. Goldenrose- Humanos
- Soy : Drizella Tremaine
Mensajes : 64
Empleo /Ocio : Secretaria del ayuntamiento
Fecha de inscripción : 02/09/2012
Re: Repartiendo física cuántica [Privado]
Vale, sin lugar a dudas las palabras ofendieron a la mujer rubia, pero era lo que menos pretendía... Quería decir que... ¡había roto su trabajo! ¿Por qué no le podría haber dicho un "no" contundente? Tampoco estaba molesto, pero bueno. Alzó los brazos en señal de defensa, aún llevando los tres libretos que tenía que repartir (sin contar la caja que había dejado en mitad de la plaza, claro, ¿quién se la iba a robar?).
-¡No pretendía llamarla superficial! Simplemente estoy diciendo que al igual que a mí me gustan unas cosas, a ti te pueden gustar otras y por ese motivo no hace falta que eche a perder mi trabajo. ¡Estaría encantado de que me hablara de la historia de la música! -contestó sincero.
Era un profesor de ciencias, dispuesto a aprender, más que nada porque la historia se le daba fatal. Obvió el comentario sobre su ropa y su moda, ya que era cierto: a Everett nunca le había gustado arreglarse ni preocuparse por lo que llevaba o dejase de llevar. Después de todo la ropa era simple y llanamente una tela para tapar los cuerpos, ya que desde tiempos remotos el ser humano se ha acostumbrado a ocultar su frágil cuerpo con telas.
-Pero la moda poco tiene que ver con el funcionamiento del mundo... Es algo que utilizan las grandes compañías para comer la cabeza a las chicas: comprar, comprar, poneos guapas, sed como las modelos... -Everett se encogió de hombros. Era una desgracia de sociedad sin lugar a dudas-. No me divierte que la gente no me escuche... Simplemente intento que... sientan curiosidad por el mundo exterior. Viven anclados a este pueblo y no se interesan por el exterior. Aparte del bosón de Higgs han ocurrido hechos de lo más importantes de los cuales la gente no se interesa -comentó convencido el profesor. Era un hecho.
Repentinamente, le sonó el móvil a la mujer y le tendió al joven profesor el parasol, ¿por qué llevaba un parasol con el maravilloso día que hacía? Everett no se había percatado hasta entonces. Se quedó algo parado mirando cómo ella intentaba sujetar el parasol y coger el móvil al mismo tiempo. Calló una risa cuando se le cayó todo al suelo, incluso el contenido de su bolso. Al final se decantó por hincar una rodilla y coger el parasol para colocarlo encima de ella. A lo mejor era albina y no podía darle el sol durante mucho tiempo. Everett había estudiado esa enfermedad y había preguntado sobre ella.
-El bolso de Mary Poppins... -pensó en voz alta mientras observaba cómo recogía sus cosas.
-¡No pretendía llamarla superficial! Simplemente estoy diciendo que al igual que a mí me gustan unas cosas, a ti te pueden gustar otras y por ese motivo no hace falta que eche a perder mi trabajo. ¡Estaría encantado de que me hablara de la historia de la música! -contestó sincero.
Era un profesor de ciencias, dispuesto a aprender, más que nada porque la historia se le daba fatal. Obvió el comentario sobre su ropa y su moda, ya que era cierto: a Everett nunca le había gustado arreglarse ni preocuparse por lo que llevaba o dejase de llevar. Después de todo la ropa era simple y llanamente una tela para tapar los cuerpos, ya que desde tiempos remotos el ser humano se ha acostumbrado a ocultar su frágil cuerpo con telas.
-Pero la moda poco tiene que ver con el funcionamiento del mundo... Es algo que utilizan las grandes compañías para comer la cabeza a las chicas: comprar, comprar, poneos guapas, sed como las modelos... -Everett se encogió de hombros. Era una desgracia de sociedad sin lugar a dudas-. No me divierte que la gente no me escuche... Simplemente intento que... sientan curiosidad por el mundo exterior. Viven anclados a este pueblo y no se interesan por el exterior. Aparte del bosón de Higgs han ocurrido hechos de lo más importantes de los cuales la gente no se interesa -comentó convencido el profesor. Era un hecho.
Repentinamente, le sonó el móvil a la mujer y le tendió al joven profesor el parasol, ¿por qué llevaba un parasol con el maravilloso día que hacía? Everett no se había percatado hasta entonces. Se quedó algo parado mirando cómo ella intentaba sujetar el parasol y coger el móvil al mismo tiempo. Calló una risa cuando se le cayó todo al suelo, incluso el contenido de su bolso. Al final se decantó por hincar una rodilla y coger el parasol para colocarlo encima de ella. A lo mejor era albina y no podía darle el sol durante mucho tiempo. Everett había estudiado esa enfermedad y había preguntado sobre ella.
-El bolso de Mary Poppins... -pensó en voz alta mientras observaba cómo recogía sus cosas.
Everett N. O'Connor- Humanos
- Soy : Hansel
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Empleo /Ocio : Profesor de Ciencias
Localización : Perdido por Storybrooke
Fecha de inscripción : 29/06/2012
Re: Repartiendo física cuántica [Privado]
Le miré alzando una ceja, ¿De verdad necesitaba dar tantas explicaciones? No tenía ganas de oir su voz, su molesta voz. -Si no quieres que la gente eche a perder tu trabajo buscate otra manera. Nadie se lee los panfletos. Nadie tiene tiempo de pararse, y es demasiado entusiasta, tanto que abruma. Si dijera las cosas con menos ímpetu aunque sabiendo enganchar, sería genial. Aseguré como si yo fuese una experta en comunicación, pero era verdad que la gente tan entusiasta era más bien considerada por los desconocidos como un completo excéntrico, y si encima te hablaba de algo científico, era peor. -Ahora no tengo tiempo de hablarte de la historia de la música. Comenté haciendo un pequeño aspaviento con mi mano para que dejara de molestarme, como quién espanta una mosca.
No necesitaba saber nada científico para vivir, puede que en eso fuera un poco ignorante, pero no me iba a servir de nada saber que había un Buzón de Leagues, o como fuera. -Cielo, no deberías hablar de algo que no conoces, ese es el aspecto superficial del mundo de la moda, el que la gente que no está dentro, como tú, ve, pero te aseguro que si conocieras más a fondo ese mundo te darías cuenta de que no es tan superficial como lo pintáis. ¿Sabías que una persona con complejo físico se puede llegar a sentir mucho mejor con una prenda de vestir adecuada a su cuerpo? Lo dudo. La moda no es solo comprar y estar guapo, es arte. Cuando lo veas como tal, me hablas de moda. Dije realmente ofendida ¿Pero qué se había creído el cientificucho para hablar así de algo que sin duda había revolucionado el mundo? Si tuviera tiempo le iba a explicar un par de cosas sobre la moda y la historia, para que ni se le ocurriera decir una sola vez más que la moda no tiene que ver con el funcionamiento del mundo.
-Si la gente no se interesa ¿Quién eres tú para obligarles a que se interesen? ¿Qué más te da? Pregunté encogiéndome de hombros mientras le miraba algo sorprendida a la vez que convencida de que si la gente no era curiosa pues no lo era. Cada cual con lo suyo.
Resoplé cuando no me ayudó, cuando tuve que apañármelas para sacar el móvil. Pero me disgusté aún más cuando vi como el asa colgaba rota y todo estaba en el suelo. -¡Maldita sea! Al agacharme para recoger las cosas enseguida oí la risa de aquel tipo -¿Le parece gracioso? Dije con toda la estupidez del mundo. Mientras recogía las cosas él cogió mi parasol y me tapó. Lo miré alzando una ceja sin entender qué estaba haciendo. -¿Va a seguir riendose? Porque se puede ahorrar las bromas. Me levanté cogiendo el bolso de las asas con la mano. Miré el móvil ahora que podía sacarlo bien. Era un mensaje de la alcaldesa diciendo que no hacía falta que fuera. -¡Oh! ¡Genial! Comenté con una leve sonrisa y cogí mi parasol. -Traiga aquí, no necesito que alguien que se ríe de mí me ayude con nada. Dije orgullosa. -Por cierto, supongo que le habrá pedido permiso a la alcaldesa para ponerse aquí a repartir papeles que luego ensucian las calles de Storybrooke ¿no? Señor... Dejé la última frase en el aire para que me dijera su nombre o apellido.
No necesitaba saber nada científico para vivir, puede que en eso fuera un poco ignorante, pero no me iba a servir de nada saber que había un Buzón de Leagues, o como fuera. -Cielo, no deberías hablar de algo que no conoces, ese es el aspecto superficial del mundo de la moda, el que la gente que no está dentro, como tú, ve, pero te aseguro que si conocieras más a fondo ese mundo te darías cuenta de que no es tan superficial como lo pintáis. ¿Sabías que una persona con complejo físico se puede llegar a sentir mucho mejor con una prenda de vestir adecuada a su cuerpo? Lo dudo. La moda no es solo comprar y estar guapo, es arte. Cuando lo veas como tal, me hablas de moda. Dije realmente ofendida ¿Pero qué se había creído el cientificucho para hablar así de algo que sin duda había revolucionado el mundo? Si tuviera tiempo le iba a explicar un par de cosas sobre la moda y la historia, para que ni se le ocurriera decir una sola vez más que la moda no tiene que ver con el funcionamiento del mundo.
-Si la gente no se interesa ¿Quién eres tú para obligarles a que se interesen? ¿Qué más te da? Pregunté encogiéndome de hombros mientras le miraba algo sorprendida a la vez que convencida de que si la gente no era curiosa pues no lo era. Cada cual con lo suyo.
Resoplé cuando no me ayudó, cuando tuve que apañármelas para sacar el móvil. Pero me disgusté aún más cuando vi como el asa colgaba rota y todo estaba en el suelo. -¡Maldita sea! Al agacharme para recoger las cosas enseguida oí la risa de aquel tipo -¿Le parece gracioso? Dije con toda la estupidez del mundo. Mientras recogía las cosas él cogió mi parasol y me tapó. Lo miré alzando una ceja sin entender qué estaba haciendo. -¿Va a seguir riendose? Porque se puede ahorrar las bromas. Me levanté cogiendo el bolso de las asas con la mano. Miré el móvil ahora que podía sacarlo bien. Era un mensaje de la alcaldesa diciendo que no hacía falta que fuera. -¡Oh! ¡Genial! Comenté con una leve sonrisa y cogí mi parasol. -Traiga aquí, no necesito que alguien que se ríe de mí me ayude con nada. Dije orgullosa. -Por cierto, supongo que le habrá pedido permiso a la alcaldesa para ponerse aquí a repartir papeles que luego ensucian las calles de Storybrooke ¿no? Señor... Dejé la última frase en el aire para que me dijera su nombre o apellido.
Tabbatha K. Goldenrose- Humanos
- Soy : Drizella Tremaine
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Re: Repartiendo física cuántica [Privado]
Frunció el ceño ante las palabras de la joven, realmente estaba siendo de lo más antipática. Jamás se había encontrado con una persona que le llegara a hablar de ese modo, pero Everett tampoco iba a restarle importancia, podía parecer algo despistado, pero no era tonto por lo que no se iba a dejar "vencer" por sus palabras. No iba a permitir que esa mujer se riera de él, de él y de su trabajo. Primero estaba la ciencia, y luego los demás. Después de todo, a ojos de Everett la ciencia lo era todo. Incluso la moda o la música estaban relacionadas de algún modo con la ciencia. ¿Qué serían de los instrumentos sin el estudio de las ondas armónicas? ¿Y qué sería de la moda si no se estudiasen distintos tipos de telas o distintos tipos de fabricación? Eso era lo que la gente desconocía, sobre todo en ese pueblo, la ciencia estaba completamente relacionada con sus vidas aunque lo prefierieran al contrario. ¿Por qué se empeñaban en alejarse de ella? Era algo que no podía caber en la cabeza tozuda del profesor. Porque si podía a llegar ser algo, era persistente.
-¿No tienes tiempo? Vaya, una lástima... Entonces iré a molestarla en otro momento para que me hable de la historia de la música -el joven no quería pensar mal de la rubia, pero seguramente la joven hubiera utilizado todo eso para actuar a su favor y evitando hablar para así no demostrar que en verdad no sabía nada de nada-. ¿Complejo físico? ¿Sabes por qué existen esos complejos físicos? Por culpa de esas modelos a las que tanto idolatráis, y claro, los diseñadores no son tontos y solamente quieren hacer sentir al resto del mundo "cómodo" en su propio cuerpo, aún así para continuar deseando ser como esas modelos. La gente que piensa así es la que provoca los complejos físicos. En esta vida hay cosas mucho más importantes. Solamente intento que la gente sea más abierta de mente, porque la ignorancia es la peor arma que se puede utilizar contra la población. Nos utilizan y nosotros no hacemos nada -repuso con una voz bastante seria. No era esa voz que utilizaba cuando explicaba en clase, sino una mucho más seria, más directa, como si estuviera debatiendo con ella.
"¿Qué más da?" Esa era la peor frase que se le podía decir a un hombre como Everett, con tanta curiosidad, con tanta ansia de aprender... ¿Por qué la gente no podía ser tan curiosos? Habían perdido ese rasgo, ya que el fuego no se descubrió solo, sino gracias a la curiosidad de sus antepasados. Se pasó la mano por la boca negando con la cabeza ante su pregunta. Parecía una mujer histérica, controladora, seguramente se sentiría como una de las más importantes del lugar.
-Me parece una situación cómica, yo también soy un desastre con mis cosas -soltó lo más amable posible que pudo. Aquella mujer no le producía simpatía alguna, cosa difícil en Everett-. Puedo ahorrarme las bromas -dijo mientras le era arrebatado el parasol y se quedaba ahí parado. Podría haberla ayudado, pero... ¿Qué más daba?-. No ensucian las calles, al menos no por mi parte porque los reparto en mano y luego está la gente que se encarga de ellos, de tirarlos a la papelera. Más bien ha sido usted -la señaló con el dedo índice- la primera persona que ha tirado el libreto hecho pedazos al suelo, así que las consecuencias son solo suyas. Podría habérmelo dado perfectamente a mí. Profesor O'Connor, para usted -le respondió desafiante.
-¿No tienes tiempo? Vaya, una lástima... Entonces iré a molestarla en otro momento para que me hable de la historia de la música -el joven no quería pensar mal de la rubia, pero seguramente la joven hubiera utilizado todo eso para actuar a su favor y evitando hablar para así no demostrar que en verdad no sabía nada de nada-. ¿Complejo físico? ¿Sabes por qué existen esos complejos físicos? Por culpa de esas modelos a las que tanto idolatráis, y claro, los diseñadores no son tontos y solamente quieren hacer sentir al resto del mundo "cómodo" en su propio cuerpo, aún así para continuar deseando ser como esas modelos. La gente que piensa así es la que provoca los complejos físicos. En esta vida hay cosas mucho más importantes. Solamente intento que la gente sea más abierta de mente, porque la ignorancia es la peor arma que se puede utilizar contra la población. Nos utilizan y nosotros no hacemos nada -repuso con una voz bastante seria. No era esa voz que utilizaba cuando explicaba en clase, sino una mucho más seria, más directa, como si estuviera debatiendo con ella.
"¿Qué más da?" Esa era la peor frase que se le podía decir a un hombre como Everett, con tanta curiosidad, con tanta ansia de aprender... ¿Por qué la gente no podía ser tan curiosos? Habían perdido ese rasgo, ya que el fuego no se descubrió solo, sino gracias a la curiosidad de sus antepasados. Se pasó la mano por la boca negando con la cabeza ante su pregunta. Parecía una mujer histérica, controladora, seguramente se sentiría como una de las más importantes del lugar.
-Me parece una situación cómica, yo también soy un desastre con mis cosas -soltó lo más amable posible que pudo. Aquella mujer no le producía simpatía alguna, cosa difícil en Everett-. Puedo ahorrarme las bromas -dijo mientras le era arrebatado el parasol y se quedaba ahí parado. Podría haberla ayudado, pero... ¿Qué más daba?-. No ensucian las calles, al menos no por mi parte porque los reparto en mano y luego está la gente que se encarga de ellos, de tirarlos a la papelera. Más bien ha sido usted -la señaló con el dedo índice- la primera persona que ha tirado el libreto hecho pedazos al suelo, así que las consecuencias son solo suyas. Podría habérmelo dado perfectamente a mí. Profesor O'Connor, para usted -le respondió desafiante.
Everett N. O'Connor- Humanos
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Re: Repartiendo física cuántica [Privado]
Quizás, y sólo quizás estaba siendo demasiado estúpida con alguien que no lo había sido conmigo. Podía llegar a ser desagradable, pero lo cierto es que tampoco había hecho muchos amigos en la ciudad más que los necesarios. Ni si quiera podía entender por qué era de aquella manera. Nunca había visto a una persona tan insistente, y quizás por ello, porque no cedía ante mis burlas y mis desprecios me empezaba a caer en gracia. No parecía tan vulnerable ahora. Sonreí con agrado cuando comenzó a contestarme de aquella manera. -Bien, para que no se crea que no sé nada, ¿Sabía que la expresión musical de Mesopotamia es el origen de la cultura musical occidental? Dije con una sonrisa, una forma diferente a cómo me estaba mostrando antes, y es que hablar de música me encantaba. -Para cantar creo que es bueno tener un poco de cultura sobre la música en todos sus aspectos. ¿Usted qué cree? En el tema de la moda no nos íbamos a poner de acuerdo en lo que pensabamos. -Es cierto que hay unos ideales de belleza que no deberían ser, pero eso está cambiando, se está intentando actualizar la moda a los nuevos ideales. No es fácil cambiar algo que lleva tanto tiempo, la cosa va poco a poco, y desde fuera es más dificil darse cuenta. No le culpo. Particularmente no soy de la opinión de que las mujeres han de estar delgadas para ser guapas, ni los hombres estar cuadrados. Además, ya que hablo de gusto, prefiero un hombre que tenga algo y no que sea lo que se considera guapo por la sociedad. Comenté notando que su voz había cambiado, era más duro, parecía indignado.
Le miré dándome cuenta que realmente era muy antipática, yo también me habría reído si a alguien conocido le hubiera pasado. No lo había hecho por ofender, debía relajarme un poco. Por una vez en mi vida, y sin que sirva de precedente agaché la cabeza. -Lo siento. Dije recordando cuando la alcaldesa rompía algún trabajo que había hecho, me sentía dolida porque lo mío me costaba. Quizás debía ser algo empática con según que gente, sobretodo con la que parecía no ir de malas. -Me he pasado señor O'Connor. Pero... ¿podría explicarme que es eso del blasón de Hoggins? Dije en un intento de enmendar mi error. Pocas veces lo hacía, pero era cierto que pocas personas que había intentado ser amable y había sacado el carácter. Realmente no sabía como era el nombre del blasón no quería ofenderle una vez más ni reirme de él. -Perdone mi incultura. Adelanté antes de que pudiera molestarse nuevamente. Ahora tenía todo el tiempo del mundo, así que ¿por qué no escucharle? Necesitaba tener a alguien con quien poderme llevar bien, era triste sentirse sola.
Le miré dándome cuenta que realmente era muy antipática, yo también me habría reído si a alguien conocido le hubiera pasado. No lo había hecho por ofender, debía relajarme un poco. Por una vez en mi vida, y sin que sirva de precedente agaché la cabeza. -Lo siento. Dije recordando cuando la alcaldesa rompía algún trabajo que había hecho, me sentía dolida porque lo mío me costaba. Quizás debía ser algo empática con según que gente, sobretodo con la que parecía no ir de malas. -Me he pasado señor O'Connor. Pero... ¿podría explicarme que es eso del blasón de Hoggins? Dije en un intento de enmendar mi error. Pocas veces lo hacía, pero era cierto que pocas personas que había intentado ser amable y había sacado el carácter. Realmente no sabía como era el nombre del blasón no quería ofenderle una vez más ni reirme de él. -Perdone mi incultura. Adelanté antes de que pudiera molestarse nuevamente. Ahora tenía todo el tiempo del mundo, así que ¿por qué no escucharle? Necesitaba tener a alguien con quien poderme llevar bien, era triste sentirse sola.
Tabbatha K. Goldenrose- Humanos
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Re: Repartiendo física cuántica [Privado]
Escuchó atentamente lo que le contó la mujer rubia, se notaba que a ella le enamoraba la música, tal y como a Everett le enamoraba hablar de la ciencia, sobre todo de la física. Le sorprendió aquel cambio de actitud de la rubia y se podía decir que le agradaba de gran manera, ¿podría ser que había entendido al fin el punto de vista de Everett? Quizás en verdad aquella mujer fuera realmente simpática, una persona digna con la que poder compartir información. Al fin, mostró su opinión, respetable y de la cual no estaba del todo conforme el profesor, pero al menos la respetaba porque se la había dicho en un tono normal, para nada odioso.
-Opino que para trabajar o tratar un tema hay que conocer sus orígenes, por supuesto para cantar creo que es muy interesante conocer de dónde proviene la música, una cosa que es tan normal en nuestras vidas... ¿Y qué se considera guapo en esta sociedad? La verdad es que de gustos sé bastante poco... Aunque supongo que soy todo lo contrario -repuso bastante pensativo mientras se rascaba la barba de varios días. Nunca le había importado salirse de los modelos de aceptación social, él siempre había sido así y nada ni nadie lo iba a cambiar. Porque entonces dejaría de ser él mismo ¿y qué gracia tendría la vida entonces? Asintió levemente, aceptando sus disculpas y le tendió la mano-. Disculpas aceptadas, lamento haber sonado un tanto antipático por mi parte. ¿Puedo saber su nombre? -repentinamente, se le hizo la luz. Al fin alguien que no fuera de su círculo de amistades que le preguntaba sobre el Bosón de Higgs, ¿cómo debía sentirse? Bastante emocionado y por eso mismo su sonrisa se ensanchó muchísimo-. Bosón de Higgs, tranquila, no es la primera que se equivoca... Básicamente este bosón, que antes era algo teórico, explica en cierta manera el origen de las masas de las partículas subatómicas... Vamos, de lo que están formados los átomos -sonrió convencido, esperando que la mujer le entendiera-. ¿Tiene prisa por ir a algún sitio? Si es así la acompaño, no me gusta haber sido grosero con una persona... Es mi manera de recompensarla.
Se dirigó hacia sus casas, donde tenía todos los libretos y la agarró mientras metía los que llevaba en la mano. Pesaba un poco, pero Everett tenía bastante fuerza en los brazos para acompañar a la señorita donde hiciera falta.
-Opino que para trabajar o tratar un tema hay que conocer sus orígenes, por supuesto para cantar creo que es muy interesante conocer de dónde proviene la música, una cosa que es tan normal en nuestras vidas... ¿Y qué se considera guapo en esta sociedad? La verdad es que de gustos sé bastante poco... Aunque supongo que soy todo lo contrario -repuso bastante pensativo mientras se rascaba la barba de varios días. Nunca le había importado salirse de los modelos de aceptación social, él siempre había sido así y nada ni nadie lo iba a cambiar. Porque entonces dejaría de ser él mismo ¿y qué gracia tendría la vida entonces? Asintió levemente, aceptando sus disculpas y le tendió la mano-. Disculpas aceptadas, lamento haber sonado un tanto antipático por mi parte. ¿Puedo saber su nombre? -repentinamente, se le hizo la luz. Al fin alguien que no fuera de su círculo de amistades que le preguntaba sobre el Bosón de Higgs, ¿cómo debía sentirse? Bastante emocionado y por eso mismo su sonrisa se ensanchó muchísimo-. Bosón de Higgs, tranquila, no es la primera que se equivoca... Básicamente este bosón, que antes era algo teórico, explica en cierta manera el origen de las masas de las partículas subatómicas... Vamos, de lo que están formados los átomos -sonrió convencido, esperando que la mujer le entendiera-. ¿Tiene prisa por ir a algún sitio? Si es así la acompaño, no me gusta haber sido grosero con una persona... Es mi manera de recompensarla.
Se dirigó hacia sus casas, donde tenía todos los libretos y la agarró mientras metía los que llevaba en la mano. Pesaba un poco, pero Everett tenía bastante fuerza en los brazos para acompañar a la señorita donde hiciera falta.
Everett N. O'Connor- Humanos
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Re: Repartiendo física cuántica [Privado]
Hablar de música era lo más emocionante que tenía en mi vida. Me encantaba cantar, si no hubiera sido secretaria habría sido cantante. Era mi pasión oculta como quien dice. Al hablar de ello me di cuenta de mi comportamiento, de que igual que a mi me apasionaba la música a él le apasionaba la ciencia, quizás teníamos formas diferentes de demostrarlo pero no por ello menos válidas. Suponía que me iría bien llevarme bien con alguien en el pueblo. A veces la poca gente que me conocía realmente me decía que cuando era agradable ganaba muchos puntos, pero siempre me había criado bajo un manto de autoridad en el que la amabilidad no era el punto fuerte. Tenía la concepción de que si eras amable se te subían a la chepa.
-Exacto, es cómo nosotros, es bueno saber de dónde venimos para saber a dónde queremos ir. Comenté asintiendo a sus palabras. No pude evitar reirme levemente cuando dijo que él era todo lo contrario, cosa que no compartía, pero mis gustos podían diferir del conjunto de la sociedad. -El canon de belleza de un hombre es alguien con un cuerpo algo musculado, que sus hombros sean levemente más anchos que sus caderas formando lo que sería una figura trapezoidal. En cuanto a rostro, el ideal es tener una mandíbula marcada básicamente. Comenté encogiéndome de hombros. -Pero sinceramente a mi eso me resulta indiferente. Mientras me gustara el hombre tenía suficiente, aunque si tenía dinero mucho mejor. En ese aspecto era algo materialista, pero es que no creía en el amor puro, y no me conformaba con eso. Apreté su mano cuando tendió la suya aceptando mis disculpas. -Es normal, yo no he sido nada agradable. Tabbatha, aunque mis amigos suelen llamarme Tabby. Dije sonriendo levemente. Mis pocos amigos debía haber dicho, pero tampoco quería que pensara que era una antisocial o algo así. -Si no me equivoco, los átomos son las partículas más pequeñas que existen ¿no? Bueno no sé si se les llama partícula o qué, ya sabes que soy bastante inculta en tu campo. Me reí mientras negaba con la cabeza. Había pasado a tutearle sin darme cuenta, esperaba que no se lo tomara a mal. Negué nuevamente ante su pregunta. -Pues no tengo nada que hacer, mi jefa me ha avisado de que no hace falta que vaya por el momento. Lo acompañé hasta llegar a sus cosas, las cuales cogía. Le miré atentamente y como acto de bondad, de aquellos pocos que tenía al año, me ofrecí. -¿Te llevo algo? Dije sin reparar en que tenía ambas manos ocupadas entre el parasol y el bolso roto.
-Exacto, es cómo nosotros, es bueno saber de dónde venimos para saber a dónde queremos ir. Comenté asintiendo a sus palabras. No pude evitar reirme levemente cuando dijo que él era todo lo contrario, cosa que no compartía, pero mis gustos podían diferir del conjunto de la sociedad. -El canon de belleza de un hombre es alguien con un cuerpo algo musculado, que sus hombros sean levemente más anchos que sus caderas formando lo que sería una figura trapezoidal. En cuanto a rostro, el ideal es tener una mandíbula marcada básicamente. Comenté encogiéndome de hombros. -Pero sinceramente a mi eso me resulta indiferente. Mientras me gustara el hombre tenía suficiente, aunque si tenía dinero mucho mejor. En ese aspecto era algo materialista, pero es que no creía en el amor puro, y no me conformaba con eso. Apreté su mano cuando tendió la suya aceptando mis disculpas. -Es normal, yo no he sido nada agradable. Tabbatha, aunque mis amigos suelen llamarme Tabby. Dije sonriendo levemente. Mis pocos amigos debía haber dicho, pero tampoco quería que pensara que era una antisocial o algo así. -Si no me equivoco, los átomos son las partículas más pequeñas que existen ¿no? Bueno no sé si se les llama partícula o qué, ya sabes que soy bastante inculta en tu campo. Me reí mientras negaba con la cabeza. Había pasado a tutearle sin darme cuenta, esperaba que no se lo tomara a mal. Negué nuevamente ante su pregunta. -Pues no tengo nada que hacer, mi jefa me ha avisado de que no hace falta que vaya por el momento. Lo acompañé hasta llegar a sus cosas, las cuales cogía. Le miré atentamente y como acto de bondad, de aquellos pocos que tenía al año, me ofrecí. -¿Te llevo algo? Dije sin reparar en que tenía ambas manos ocupadas entre el parasol y el bolso roto.
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Re: Repartiendo física cuántica [Privado]
Realmente Everett se podría haber dormido cuando la mujer rubia con la que casi "discute" cuando comenzó a hablar sobre los estándares de belleza reconocidos en la sociedad. No lo hacía a propósito, simplemente no le interesaba y ejercía un efecto somnífero casi inmediato en él, pero se mantuvo de pie, asintiendo como si estuviera de acuerdo con ella (más que nada para no provocar más disputas ahora que lo habían solucionado, más o menos). A Everett en verdad nunca le había interesado una mujer por el físico, sí habían habido mujeres que le habían llamado la atención, pero él buscaba algo más por supuesto. Recordaba al final de su adolescencia y mientras estudiaba física haber salido con unas cuantas chicas, ¿y qué había fallado en esos intentos de relaciones? Seguramente la poca paciencia de esas chicas ante el comportamiento y personalidad de Everett. Él era demasiado espontáneo, directo y era como un niño encerrado en el cuerpo de un adulto (algunas características claro).
La mujer se presentó como Tabbatha y se permitió algo de confianza con el profesor para que le dijera que podía llamarla Tabby (algo que él prefería, ya que era fatal con los nombres y se le daban mejor los diminutivos). Escuchó sus palabras, y vaya, se sorprendió porque no se esperaba que esa mujer conociera algo sobre el tema de ciencias, tal y como se había comportado con él antes. Sonrió abiertamente, parecía como si estuviera en una clase escuchando a uno de sus alumnos.
-No son las partículas más pequeños, sino más bien... La materia indispensable para formar cosas más grandes, tiene como identidad propia... -intentó explicarse de la manera más apropiada, pero sentía que le hacía falta una pizarra porque sabía perfectamente que con un par de dibujos el concepto de átomo se entendía por completo. Alzó una ceja cuando le dijo que no tenía nada que hacer y asintió pensativo-. ¿Puedo saber a qué se dedica? Es mera curiosidad... Yo soy profesor de ciencias en el colegio de aquí -señaló con la cabeza en la dirección opuesta a la escuela. Comenzó a andar a su lado y negó con la cabeza ante su ofrecimiento-. No hace falta Tabbatha, creo que tú también vas bastante cargada... Pues entonces si no tiene nada que hacer, le preguntaría si le gustaría ayudarme a repartir panfletos, pero... ¿Le apetece una limonada? Hace bastante calor y dan ganas de tomarse algo fresco. Yo invito -no es que el dinero le sobrase en aquellos instantes, pero eso sí que se lo podía permitir, por supuesto. Después de todo la situación con Tabattha había dado un giro de 180 grados-. Por cierto, mi nombre de pila es Everett, aunque puedes llamarme Eve.
La mujer se presentó como Tabbatha y se permitió algo de confianza con el profesor para que le dijera que podía llamarla Tabby (algo que él prefería, ya que era fatal con los nombres y se le daban mejor los diminutivos). Escuchó sus palabras, y vaya, se sorprendió porque no se esperaba que esa mujer conociera algo sobre el tema de ciencias, tal y como se había comportado con él antes. Sonrió abiertamente, parecía como si estuviera en una clase escuchando a uno de sus alumnos.
-No son las partículas más pequeños, sino más bien... La materia indispensable para formar cosas más grandes, tiene como identidad propia... -intentó explicarse de la manera más apropiada, pero sentía que le hacía falta una pizarra porque sabía perfectamente que con un par de dibujos el concepto de átomo se entendía por completo. Alzó una ceja cuando le dijo que no tenía nada que hacer y asintió pensativo-. ¿Puedo saber a qué se dedica? Es mera curiosidad... Yo soy profesor de ciencias en el colegio de aquí -señaló con la cabeza en la dirección opuesta a la escuela. Comenzó a andar a su lado y negó con la cabeza ante su ofrecimiento-. No hace falta Tabbatha, creo que tú también vas bastante cargada... Pues entonces si no tiene nada que hacer, le preguntaría si le gustaría ayudarme a repartir panfletos, pero... ¿Le apetece una limonada? Hace bastante calor y dan ganas de tomarse algo fresco. Yo invito -no es que el dinero le sobrase en aquellos instantes, pero eso sí que se lo podía permitir, por supuesto. Después de todo la situación con Tabattha había dado un giro de 180 grados-. Por cierto, mi nombre de pila es Everett, aunque puedes llamarme Eve.
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Re: Repartiendo física cuántica [Privado]
Bien, si algo me daba rabia, mucha rabia era que me dieran la razón como a los tontos. Fruncí mis labios callandome mientras él asentía, crucé mis brazos mirandole fijamente. Luego negué con la cabeza y suspiré, dándome cuenta de que las personas podían llegar a ser un tanto hipócritas, en diferente mesura. Si bien él quería que la gente se interesase por lo que él hacía, no se interesaba por lo que los demás creíamos. No me parecía bien que reclamara algo que él mismo no cumplía. Así que ahora me sentía un poco tonta por haberle prestado atención, haberme rebajado y por encima de todo haberme sentido mal por no tratarle con cortesía. Pero a pesar de esto, era complicado que alguien así llamara mi atención, por lo que pasaría aquel gesto por alto, tomándolo como un gesto para no enzarzarnos nuevamente en una disputa.
-Pero, según tento entendido, no hay nada más pequeño que un átomo ¿no? Pregunté como quien pregunta la hora. -Eso que dices me suena, tiene que ver con eso de que el agua es H2o y esas cosas de química ¿no? Se notaba que era una ignorante de aquellos temas científicos que no me iban a quitar el sueño si no las sabía. -Vaya Me sorprendí al decirme que era profesor puesto que no lo parecía, más bien parecía un científico de esos que se encerraban en un laboratorio a investigar cosas raras. -Soy secretaria de la señora Mills, la alcaldesa. Dije con simpleza, normalmente la gente decía barbaridades de ella y se apartaba rápidamente al saber que trabajaba para ella. No entendía que tan mala la veían a ella, porque hacía lo mejor por el pueblo y poca gente lo agradecía. Caminé con él ladeando la cabeza y encogiéndome de hombros ante su negativa. Aunque su ofrecimiento hizo que le mirara fijamente. -A repartir panfletos dudo que vaya a acompañarte. Comenté negando con la cabeza mientras que por otro lado el hecho de tomar una limonada se me hacía apetecible. -Es todo un caballero, por lo que veo. Sonreí amablemente mientras le hacía una reverencia con la cabeza. -Mejor que llamarte profesor O'Connor. Reí cortamente mientras caminaba a por esa limonada que tan apetecible era con el calor. -¿Y hay muchos alumnos en sus clases? No lo pregunté con maldad, simplemente con curiosidad, ya que me resultaba extraño que hubiese mucha gente a la que le interesaran las ciencias, pero en esta vida había de todo claro.
-Pero, según tento entendido, no hay nada más pequeño que un átomo ¿no? Pregunté como quien pregunta la hora. -Eso que dices me suena, tiene que ver con eso de que el agua es H2o y esas cosas de química ¿no? Se notaba que era una ignorante de aquellos temas científicos que no me iban a quitar el sueño si no las sabía. -Vaya Me sorprendí al decirme que era profesor puesto que no lo parecía, más bien parecía un científico de esos que se encerraban en un laboratorio a investigar cosas raras. -Soy secretaria de la señora Mills, la alcaldesa. Dije con simpleza, normalmente la gente decía barbaridades de ella y se apartaba rápidamente al saber que trabajaba para ella. No entendía que tan mala la veían a ella, porque hacía lo mejor por el pueblo y poca gente lo agradecía. Caminé con él ladeando la cabeza y encogiéndome de hombros ante su negativa. Aunque su ofrecimiento hizo que le mirara fijamente. -A repartir panfletos dudo que vaya a acompañarte. Comenté negando con la cabeza mientras que por otro lado el hecho de tomar una limonada se me hacía apetecible. -Es todo un caballero, por lo que veo. Sonreí amablemente mientras le hacía una reverencia con la cabeza. -Mejor que llamarte profesor O'Connor. Reí cortamente mientras caminaba a por esa limonada que tan apetecible era con el calor. -¿Y hay muchos alumnos en sus clases? No lo pregunté con maldad, simplemente con curiosidad, ya que me resultaba extraño que hubiese mucha gente a la que le interesaran las ciencias, pero en esta vida había de todo claro.
Tabbatha K. Goldenrose- Humanos
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Re: Repartiendo física cuántica [Privado]
-Hay cosas más pequeñas que un átomo, de eso puedes estar completamente segura -sonrió abiertamente Everett-. Sí, exacto. Te estoy hablando de química -soltó mientras resoplaba por el peso que llevaba en sus brazos. Claramente, podía aguantar aquel peso, pero entre el calor y el camino hacia una heladería le cansaba bastante. Entonces Tabbatha respondió a su pregunta, diciéndole que trabajaba para la alcaldesa de Storybrooke, siendo su secretaria. Podría haber mostrado una mueca de desagrado, pero realmente Everett no tenía nada en contra de la alcaldesa. Bien era que últimamente estaban habiendo unos retrasos con su nómina, pero eso era asunto de la escuela y no del ayuntamiento, ¿o puede que sí? No, seguramente no-. Debe ser bastante atareado trabajar para la señora Mills, ser alcaldesa debe ser bastante duro... Papeleo y esas cosas que recaerán sobre ti, ¿me equivoco? -le dedicó una sonrisa de compasión.
Lo que él más odiaba en el mundo era el papeleo. Everett prefería colocarle delante de una pizarra y explicar, o hacer experimentos en el laboratorio, pero corregir exámenes no. Era un horror. Siempre tenía que encerrarse durante días en Caja de Cartón para poder corrgir con la mayor objetividad posible, ya que se esforzaba muchísimo por entender las respuestas de sus alumnos (y también para no regalarles puntos). Llegaron al fin a la susodicha heladería, donde podrían sentarse en el exterior y poder tomar la limonada tan fresquita. Giró la cabeza mientras dejaba la caja y los libretos en una silla al escuchar la pregunta de Tabbatha
-¿Muchos alumnos? Bueno, los suficientes, ni muchos ni pocos... Los estudiantes se suelen apuntar a mis clases por las prácticas en el laboratorio, ya que seguramente preferirán estar haciendo experimentos que dos horas escuchando al profesor de alemán... Lo pasamos bien... Además no me concentro solo con enseñar la teoría y las prácticas, sino que yo ahondo más... Hacemos excursiones a los lugares naturales, les pongo películas antiguas... -estuvo enumerando mientras se alejaba de espaldas hacia el mostrador y pedir dos limonadas. Chocó contra una señora y el joven se disculpó casi al instante, avergonzándose mucho. Poco después, regresó al sitio que compartía con su nueva conocida y le tendió su vaso de limonada-. Está bastante frío, cuidado... -y se sentó con ella.
Lo que él más odiaba en el mundo era el papeleo. Everett prefería colocarle delante de una pizarra y explicar, o hacer experimentos en el laboratorio, pero corregir exámenes no. Era un horror. Siempre tenía que encerrarse durante días en Caja de Cartón para poder corrgir con la mayor objetividad posible, ya que se esforzaba muchísimo por entender las respuestas de sus alumnos (y también para no regalarles puntos). Llegaron al fin a la susodicha heladería, donde podrían sentarse en el exterior y poder tomar la limonada tan fresquita. Giró la cabeza mientras dejaba la caja y los libretos en una silla al escuchar la pregunta de Tabbatha
-¿Muchos alumnos? Bueno, los suficientes, ni muchos ni pocos... Los estudiantes se suelen apuntar a mis clases por las prácticas en el laboratorio, ya que seguramente preferirán estar haciendo experimentos que dos horas escuchando al profesor de alemán... Lo pasamos bien... Además no me concentro solo con enseñar la teoría y las prácticas, sino que yo ahondo más... Hacemos excursiones a los lugares naturales, les pongo películas antiguas... -estuvo enumerando mientras se alejaba de espaldas hacia el mostrador y pedir dos limonadas. Chocó contra una señora y el joven se disculpó casi al instante, avergonzándose mucho. Poco después, regresó al sitio que compartía con su nueva conocida y le tendió su vaso de limonada-. Está bastante frío, cuidado... -y se sentó con ella.
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Re: Repartiendo física cuántica [Privado]
Me sorprendió aquella respuesta puesto que yo siempre había creído que el átomo era lo más pequeño, de hecho siempre te lo enseñaban así. Pues vaya educación que nos daban entonces... Negué con la cabeza ante este pensamiento y le miré nuevamente. -¿Cómo qué? Quería que al menos me dijera algo más pequeño que un átomo, más que nada porque había picado mi curiosidad. Le miré cuando resopló y miré todo lo que llevaba. -¿Estás seguro de que no quieres que te ayude a llevarlo? Pregunté torciendo mis labios seguidamente mientras seguía observandole. Podría hacerle más llevadero el camino pero era terco en la idea de llevarlo él. -Lo cierto es qu es raro que pase como hoy. Normalmente estoy encerrada en el ayuntamiento, ordenando papeleo, llamando a quien haya que llamar, contestando mails, atendiendo a la gente que quiere hablar con ella. No iba a decirle que muchas veces también me mandaba a cotillear cosas del pueblo, bueno más que cotillear a recopilar información sobre alguna persona en concreto. Aquello no lo entendía muy bien, pero tenía tal admiración por ella que hacía lo que hiciera falta.
Me senté en una silla mientras lanzaba aquella pregunta sobre los alumnos. Y él respondía enseguida después de dejar la caja en una de las sillas de nuestra mesa. Parecía un hombre que se desvivía por su profesión, en eso nos parecíamos. A mi me daba igual la hora a la que me llamara o para lo que me necesitara, simplemente ib a hacer en cualquier momento que lo pidiera. Cerré el parasol dejandolo apoyado en la silla. Alcé la mano señalando a la mujer que había a sus espaldas y abrí la boca para avisarle, pero no me dio tiempo, cuando quise darme cuenta ya se había chocado con la mujer. No pude evitar reírme sutilmente. La mujer se dio cuenta y me miró realmente mal. Cuando Eve volvió tomé mi limonada y di un pequeño sorbo. -Se me van a congelar las neuronas Dije haciendo evidente ese molesto dolor que te daba en la cabeza a veces al tomar algo muy frío. Sin comerlo ni beberlo la mujer salió a echarme una reprimenda. -Te parecerá bonito reirte de los demás... Ya conozco a los de tu calaña, tan bien vestidos, tan elegantes y luego sois unos mal educados. No me extraña trabajando para quién trabajas. Al estar cerca de mi me pude dar cuenta que era una mujer que había tenido problemas y había venido a molestar al ayuntamiento.
La miré frunciendo mis labios y entrecerrando mis ojos. -Ha sido una situación cómica, no tengo culpa de que no tenga sentido del humor. Y no, no me conoce. Pero yo sí puedo decirle que debe dinero al señor Gold, que su hija lleva una vida libertina no demasiado sana, que su marido es un alcohólico que se pasa las noches en el bar dejandola sola en casa. ¿Sigo? Para que sepa lo que es la mala educación. Porque peor educación tiene usted al venir a hablarme en ese tono. Así que para dárselas de lista me las doy yo. Es todo. Dije finalizando mi discurso contra aquella señora la cual se fue indignada porque hubiera revelado alguno de sus problemas delante de Eve. Me molestaba porque ahora que estaba de buenas con él había vuelto a sacar mi mala leche y eso podría estropear el buen momento. Suspiré negando con la cabeza. -Me da mucha rabia que por trabajar con la alcaldesa la gente diga que soy mala persona. En ese momento la cosa era que la que estaba siendo juzgada era yo y no me gustaba, pero era lo mismo que había hecho con él al principio. -Siento lo de antes nuevamente... tuve que haber pensado si a mi me gustaba que me juzgaran. Mordí mi labio inferior con cierta rabia. Pero sin más quise retomar el tema que nos ocupaba. -Tus alumnos deben estar encantados entonces. Las clases que yo hice siempre fueron aburridas. Parece un método divertido el tuyo.Me reí levemente. -Seguramente tu chica esté encantada con tu forma de ser tan divertida. Sonreí levemente, ni tan siquiera sabía si tenía chica, pero lo cierto es que era un hombre atractivo, simpático y divertido, algo pesado con lo que le entusiasmaba pero bueno.
Me senté en una silla mientras lanzaba aquella pregunta sobre los alumnos. Y él respondía enseguida después de dejar la caja en una de las sillas de nuestra mesa. Parecía un hombre que se desvivía por su profesión, en eso nos parecíamos. A mi me daba igual la hora a la que me llamara o para lo que me necesitara, simplemente ib a hacer en cualquier momento que lo pidiera. Cerré el parasol dejandolo apoyado en la silla. Alcé la mano señalando a la mujer que había a sus espaldas y abrí la boca para avisarle, pero no me dio tiempo, cuando quise darme cuenta ya se había chocado con la mujer. No pude evitar reírme sutilmente. La mujer se dio cuenta y me miró realmente mal. Cuando Eve volvió tomé mi limonada y di un pequeño sorbo. -Se me van a congelar las neuronas Dije haciendo evidente ese molesto dolor que te daba en la cabeza a veces al tomar algo muy frío. Sin comerlo ni beberlo la mujer salió a echarme una reprimenda. -Te parecerá bonito reirte de los demás... Ya conozco a los de tu calaña, tan bien vestidos, tan elegantes y luego sois unos mal educados. No me extraña trabajando para quién trabajas. Al estar cerca de mi me pude dar cuenta que era una mujer que había tenido problemas y había venido a molestar al ayuntamiento.
La miré frunciendo mis labios y entrecerrando mis ojos. -Ha sido una situación cómica, no tengo culpa de que no tenga sentido del humor. Y no, no me conoce. Pero yo sí puedo decirle que debe dinero al señor Gold, que su hija lleva una vida libertina no demasiado sana, que su marido es un alcohólico que se pasa las noches en el bar dejandola sola en casa. ¿Sigo? Para que sepa lo que es la mala educación. Porque peor educación tiene usted al venir a hablarme en ese tono. Así que para dárselas de lista me las doy yo. Es todo. Dije finalizando mi discurso contra aquella señora la cual se fue indignada porque hubiera revelado alguno de sus problemas delante de Eve. Me molestaba porque ahora que estaba de buenas con él había vuelto a sacar mi mala leche y eso podría estropear el buen momento. Suspiré negando con la cabeza. -Me da mucha rabia que por trabajar con la alcaldesa la gente diga que soy mala persona. En ese momento la cosa era que la que estaba siendo juzgada era yo y no me gustaba, pero era lo mismo que había hecho con él al principio. -Siento lo de antes nuevamente... tuve que haber pensado si a mi me gustaba que me juzgaran. Mordí mi labio inferior con cierta rabia. Pero sin más quise retomar el tema que nos ocupaba. -Tus alumnos deben estar encantados entonces. Las clases que yo hice siempre fueron aburridas. Parece un método divertido el tuyo.Me reí levemente. -Seguramente tu chica esté encantada con tu forma de ser tan divertida. Sonreí levemente, ni tan siquiera sabía si tenía chica, pero lo cierto es que era un hombre atractivo, simpático y divertido, algo pesado con lo que le entusiasmaba pero bueno.
Tabbatha K. Goldenrose- Humanos
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Re: Repartiendo física cuántica [Privado]
Everett sonrió abiertamente cuando Tabbatha soltó aquel comentario. Probablemente en otra situación habría comentado que era imposible que las neuronas se congelasen, sino que las conexiones entre estas se destruyeran. Simplemente asintió y tomó un sorbo de su limonada, comprobando a su vez la veracidad de las palabras de su nueva conocida. Repentinamente, una mujer les interrumpió aquel amistoso momento para "reñir" a la mujer. ¿Calaña? Puede que en un principio, el profesor de ciencias le hubiera dado la razón a aquella mujer con la que había chocado y después disculpado. Pero vaya... Tampoco esas eran las maneras... Fue todavía más sorprendente para Everett como Tabbatha se puso "manos a la obra" en responder las palabras ofensivas de la mujer.
Tragó saliva cuando soltó todos los trapos sucios de la mujer rápidamente, y en ese momento, el profesor se impresionó por su memoria y no por los métodos utilizados para hacer caer a esa mujer. ¿Deudas con el señor Gold? Él las conocía bastante bien... Hacía tiempo que no recibía su sueldo por parte de la escuela, sufriendo varios retrasos y últimamente habían estado viviendo a base del dinero de Matthew (por supuesto, Everett no le había pedido ayuda a Syd ya que pensaba que enseguida se solucionaría). No temía al señor Gold, sí que le infundía respeto, pero parecía un hombre civilizado ante todo, un hombre civilizado preocupado por el dinero.
Le dedicó una mirada a su compañera y asintió varias veces a sus palabras. Por supuesto que por ser secretaria de la alcaldesa no tenía que decir que fuera mala persona. Hasta cierto punto, a Everett la alcaldesa no le caía ni bien ni mal. Era una persona que había sido votada democráticamente por el pueblo y que ahora se encargaba de mantener el orden de él. Puede que cometiera ciertos errores, fallos (por ejemplo dándole tanto poder al señor Gold), sin embargo tampoco estaba haciendo recortes severos. Otros pueblos estadounidenses estaban en peor estado, por supuesto. Tabbatha se disculpó y nuevamente Everett se percató de que la muchacha en verdad no era mala persona, seguramente estaría harta de ese trato que le mostraban los demás. Sonrió abiertamente y le restó importancia a la situación con la mano:
-No te preocupes... Hay gente que no sabe guardar los modales, y después está la gente que enseguida les meten el dedo en la yaga. Te han atacado y tú has respondido, no digo que esté bien, pero... -se encogió de hombros-. Mientras nadie salga herido físicamente... Quizás esté bastante preocupada por todos los problemas que tiene encima -dio otro sorbo a su helada limonada y la saboreó. Que dulce estaba, demasiado dulce para él. Entonces, Tabbatha decidió proseguir con el tema de conversación abandonado anteriormente. Cuando mencionó "tu chica", sintió durante unos instantes que se atragantaba con la bebida. ¿Cómo lo sabía? ¡Era un secreto! Habían decidido llevar la relación en secreto y en teoría solamente lo sabían Matthew y Willow, y sabía que ninguno de los dos se había salido de la lengua. Se dio un par de palmadas en el pecho y sonrió nervioso-. Es un método divertido, para nada de la antigua usanza... ¿Mi chica encantada con mi forma de ser? Pues... Supongo, mientras no le moleste que sea tan despistado... ¿Te puedes creer que me pierdo cuando ando por el pueblo? ¡Es increíble! ¡Digno de investigación! ¿Y tú Tabbatha? ¿Tu trabajo te permite mantener relaciones? Lo digo simplemente porque... parece complicado y que requiere mucho tiempo -apoyó los codos sobre la mesa y miró a la mujer.
Tragó saliva cuando soltó todos los trapos sucios de la mujer rápidamente, y en ese momento, el profesor se impresionó por su memoria y no por los métodos utilizados para hacer caer a esa mujer. ¿Deudas con el señor Gold? Él las conocía bastante bien... Hacía tiempo que no recibía su sueldo por parte de la escuela, sufriendo varios retrasos y últimamente habían estado viviendo a base del dinero de Matthew (por supuesto, Everett no le había pedido ayuda a Syd ya que pensaba que enseguida se solucionaría). No temía al señor Gold, sí que le infundía respeto, pero parecía un hombre civilizado ante todo, un hombre civilizado preocupado por el dinero.
Le dedicó una mirada a su compañera y asintió varias veces a sus palabras. Por supuesto que por ser secretaria de la alcaldesa no tenía que decir que fuera mala persona. Hasta cierto punto, a Everett la alcaldesa no le caía ni bien ni mal. Era una persona que había sido votada democráticamente por el pueblo y que ahora se encargaba de mantener el orden de él. Puede que cometiera ciertos errores, fallos (por ejemplo dándole tanto poder al señor Gold), sin embargo tampoco estaba haciendo recortes severos. Otros pueblos estadounidenses estaban en peor estado, por supuesto. Tabbatha se disculpó y nuevamente Everett se percató de que la muchacha en verdad no era mala persona, seguramente estaría harta de ese trato que le mostraban los demás. Sonrió abiertamente y le restó importancia a la situación con la mano:
-No te preocupes... Hay gente que no sabe guardar los modales, y después está la gente que enseguida les meten el dedo en la yaga. Te han atacado y tú has respondido, no digo que esté bien, pero... -se encogió de hombros-. Mientras nadie salga herido físicamente... Quizás esté bastante preocupada por todos los problemas que tiene encima -dio otro sorbo a su helada limonada y la saboreó. Que dulce estaba, demasiado dulce para él. Entonces, Tabbatha decidió proseguir con el tema de conversación abandonado anteriormente. Cuando mencionó "tu chica", sintió durante unos instantes que se atragantaba con la bebida. ¿Cómo lo sabía? ¡Era un secreto! Habían decidido llevar la relación en secreto y en teoría solamente lo sabían Matthew y Willow, y sabía que ninguno de los dos se había salido de la lengua. Se dio un par de palmadas en el pecho y sonrió nervioso-. Es un método divertido, para nada de la antigua usanza... ¿Mi chica encantada con mi forma de ser? Pues... Supongo, mientras no le moleste que sea tan despistado... ¿Te puedes creer que me pierdo cuando ando por el pueblo? ¡Es increíble! ¡Digno de investigación! ¿Y tú Tabbatha? ¿Tu trabajo te permite mantener relaciones? Lo digo simplemente porque... parece complicado y que requiere mucho tiempo -apoyó los codos sobre la mesa y miró a la mujer.
Everett N. O'Connor- Humanos
- Soy : Hansel
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Empleo /Ocio : Profesor de Ciencias
Localización : Perdido por Storybrooke
Fecha de inscripción : 29/06/2012
Re: Repartiendo física cuántica [Privado]
La mujer me había puesto de mala leche, pero al mirar a Everett sonreí preocupada, a él ya le había mostrado mi cara más amarga, pero no mi cara más despiadada y cruel. Pero no me gustaba que me tildaran de aquella manera como lo había hecho aquella mujer que no tenía más que amargura dentro de sí. No era nadie para hablarme a mi a sí. Por suerte no parecía que aquello hubiese afectado mucho al momento que manteníamos el profesor y yo. Gracias a que él le restó importancia pude volver a despreocuparme por mi actuación, pero no pude evitar soltar un suspiro.
Aparté la mirada cuando dijo lo siguiente, estaba disculpando a la mujer, no era una de esas chicas que se ponía en el lugar del otro y menos aún cuando se me atacaba por algo que tampoco tenía tanta importancia. -Si está preocupada no es mi problema. Dije seria mientras me cruzaba de brazos frente a él. -Yo también tengo mis problemas y no lo pago con todo el mundo. Negué con la cabeza sin aceptar que por que la mujer tuviera problemas tenía que ir hablando así a todo el mundo.
Observé cómo al mencionar a su chica se atragantaba y se ponía nervioso. No entendía muy bien por qué se ponía así, aunque me lo tomé con que le daba vergüenza o algo así.-Debe ser una chica con carácter, no sé, supongo que cuando el chico es despistado necesita a una chica decidida. De esas hay pocas aquí, todas se comportan como princesas bobas.Sonreí levemente, tampoco era de extrañar, podía ser un tanto entusiasta hasta el punto de ser pesado, pero era un buen chico. -Pero si este pueblo es lo más fácil ¿Cómo puedes perderte? Solté una leve risilla inocente, tal vez. Entonces abrí los ojos ante su pregunta... ¿Me había visto pinta de ser una amargada? ¿O quizás es que se me veía de esas chicas controladoras a las que nadie aguantaba? Suspiré ante la pregunta, pero pronto le miré con seguridad y una sonrisa ladeada. -Prefiero mi trabajo a los hombres, el amor es sólo un estorbo. Además, en este pueblo hay pocos hombres que me interesen, ninguno puede ofrecerme lo que yo busco. Me encogí de hombros. Los hombres con dinero no eran fáciles de cazar. Aunque tenía que reconocer que el bombero de la playa me había vuelto loca en cuestión de segundos, pero aún así seguía sin creer en esas bobadas del amor.
Aparté la mirada cuando dijo lo siguiente, estaba disculpando a la mujer, no era una de esas chicas que se ponía en el lugar del otro y menos aún cuando se me atacaba por algo que tampoco tenía tanta importancia. -Si está preocupada no es mi problema. Dije seria mientras me cruzaba de brazos frente a él. -Yo también tengo mis problemas y no lo pago con todo el mundo. Negué con la cabeza sin aceptar que por que la mujer tuviera problemas tenía que ir hablando así a todo el mundo.
Observé cómo al mencionar a su chica se atragantaba y se ponía nervioso. No entendía muy bien por qué se ponía así, aunque me lo tomé con que le daba vergüenza o algo así.-Debe ser una chica con carácter, no sé, supongo que cuando el chico es despistado necesita a una chica decidida. De esas hay pocas aquí, todas se comportan como princesas bobas.Sonreí levemente, tampoco era de extrañar, podía ser un tanto entusiasta hasta el punto de ser pesado, pero era un buen chico. -Pero si este pueblo es lo más fácil ¿Cómo puedes perderte? Solté una leve risilla inocente, tal vez. Entonces abrí los ojos ante su pregunta... ¿Me había visto pinta de ser una amargada? ¿O quizás es que se me veía de esas chicas controladoras a las que nadie aguantaba? Suspiré ante la pregunta, pero pronto le miré con seguridad y una sonrisa ladeada. -Prefiero mi trabajo a los hombres, el amor es sólo un estorbo. Además, en este pueblo hay pocos hombres que me interesen, ninguno puede ofrecerme lo que yo busco. Me encogí de hombros. Los hombres con dinero no eran fáciles de cazar. Aunque tenía que reconocer que el bombero de la playa me había vuelto loca en cuestión de segundos, pero aún así seguía sin creer en esas bobadas del amor.
Tabbatha K. Goldenrose- Humanos
- Soy : Drizella Tremaine
Mensajes : 64
Empleo /Ocio : Secretaria del ayuntamiento
Fecha de inscripción : 02/09/2012
Re: Repartiendo física cuántica [Privado]
No quiso discrepar con que Tabbatha no pagaba sus problemas con el resto de la gente (ya que suponía que ella misma lo había hecho con el joven Everett al toparse con él). Al profesor de ciencias siempre le había resultado más fácil y más natural soltar lo que pensaba sin matices y sin maquillaje, y eso mismo le había traído muchos (quizás demasiados) problemas en su adolescencia y posterior vida. Además que a sus oponentes normalmente les enfurecía el hecho de que no se mostrase enfadado, sino siempre con una gran sonrisa en la cara. La misma sonrisa le estaba mostrando a Tabbatha en esos momentos, simplemente para enfriar un poco el ambiente e intentar tranquilizarse tras aquella pregunta sobre si tenía novia. Alzó las cejas sorprendido por el calificativo que había utilizado para describir a todas las chicas de Storybrooke, por desgracia, tenía razón y por eso mismo se le escapó una risilla.
-Princesas bobas... Yo no podría haberlo dicho mejor, ¿y los demás chicos qué son, príncipes bobos? -se rascó la barba cuando le reprochó que aquel pueblo era demasiado fácil como para perderse-. ¡Es algo con lo que nací! ¡Me resulta imposible conocer este pueblo! Y tengo tan mala suerte que todos los mapas que consiguen hacerme, los pierdo o simplemente desaparecen... ¿No es sorprendente? -entonces Tabbatha pasó a comentar que ella prefería su trabajo a los hombres. Vaya, justo se había topado con una adicta al trabajo, casi como él, aunque por parte de Everett, él sí que mostraba interés por las mujeres. Repentinamente, su móvil pitó advirtiéndole que tenía que regresar a su casa, justo en el momento adecuado antes de que Tabbatha intentara preguntarle más sobre Sydney-. Me tengo que ir Tabbatha, hoy me toca preparar la comida y la cena -le tendió la mano-. Ha sido un placer conocerte, ¡espero volver a verte, aunque sea en el ayuntamiento! ¡Lo siento mucho! -recogió todas sus cosas y esparciendo algunos papeles por el aire, se marchó corriendo, intentando llegar enseguida a Caja de Cartón, aunque él ya sabía que iba a ser misión imposible. Se despidió desde la lejanía de Tabbatha con la mano y comenzó su travesía para encontrar el camino correcto hasta Caja de Cartón.
-Princesas bobas... Yo no podría haberlo dicho mejor, ¿y los demás chicos qué son, príncipes bobos? -se rascó la barba cuando le reprochó que aquel pueblo era demasiado fácil como para perderse-. ¡Es algo con lo que nací! ¡Me resulta imposible conocer este pueblo! Y tengo tan mala suerte que todos los mapas que consiguen hacerme, los pierdo o simplemente desaparecen... ¿No es sorprendente? -entonces Tabbatha pasó a comentar que ella prefería su trabajo a los hombres. Vaya, justo se había topado con una adicta al trabajo, casi como él, aunque por parte de Everett, él sí que mostraba interés por las mujeres. Repentinamente, su móvil pitó advirtiéndole que tenía que regresar a su casa, justo en el momento adecuado antes de que Tabbatha intentara preguntarle más sobre Sydney-. Me tengo que ir Tabbatha, hoy me toca preparar la comida y la cena -le tendió la mano-. Ha sido un placer conocerte, ¡espero volver a verte, aunque sea en el ayuntamiento! ¡Lo siento mucho! -recogió todas sus cosas y esparciendo algunos papeles por el aire, se marchó corriendo, intentando llegar enseguida a Caja de Cartón, aunque él ya sabía que iba a ser misión imposible. Se despidió desde la lejanía de Tabbatha con la mano y comenzó su travesía para encontrar el camino correcto hasta Caja de Cartón.
- Off:
- Posteas y cierro ;D Un placer haber roleado con una de las Tremaine... jejejeje
Everett N. O'Connor- Humanos
- Soy : Hansel
Mensajes : 339
Empleo /Ocio : Profesor de Ciencias
Localización : Perdido por Storybrooke
Fecha de inscripción : 29/06/2012
Re: Repartiendo física cuántica [Privado]
Le miré viendo cómo se reía levemente al decir yo aquello de las princesas bobas. Pero era realmente cierto, quizás la niñata esa tuviese razón y todos éramos personajes de cuentos... Já! Qué tonterías tenía a veces... claro... y ¿Quién iba a ser yo? Tan guapa y con tanto estilo como tenía... una princesa estaba claro que no, aunque si lo fuera seguramente sería una princesa con mucho carácter, y con un apuesto príncipe a mi lado y su más apuesto todavía dinero, reinos, críados, sirvientas... vestidos, una corona, zapatos... lujo... Ay... en ese momento me di cuenta de que esa niñata era tonta por ir metiendo esas ideas en la cabeza de la gente. Dios... no entendía por qué Siobhan la aguantaba, si por mi fuera estaría fregando las escaleras del ayuntamiento.
-Pues sí, aquí los hombres... bueno la mayoría dejan mucho que desear... Me encogí de hombros mirandole con una leve sonrisa, si quería que dijera "Oh no, Eve tú tranquilo que no eres un príncipe bobo" lo llevaba claro. Todos o casi todos lo eran. Odiaba que fueran con tantos aires cuando la mayoría eran pobres. -Lo que es sorprendente es que te pierdas da igual con mapa o sin mapa... Dije aún incrédula ante lo de que se perdía. ¿Pero quién se perdía en aquel pueblo? Por lo visto algunos que no eran príncipes seguían siendo bobos igualmente. Alcé una ceja observándole, ¡pero qué se había creído! ¡Dejarme tirada a mi! Encima de que había sido amable con él. Esperaba no cruzarmelo por el pueblo y que se perdiera de verdad, eso sí sería un avance. Desde luego nadie en aquel pueblo merecía la pena, a excepción de los que rodeábamos a la alcaldesa. Vi cómo tendía la mano pero no le devolví el apretón, ya se podía haber inventado una excusa mejor... Me lo quedé mirando con indiferencia mientras me acababa la limonada. -Pues no esperamos lo mismo... Chasqueé la lengua y me levanté del lugar cogiendo mis cosas y largándome de allí. En fin... no entendía como alguien así tenía novia... Qué mundo más raro este.
-Pues sí, aquí los hombres... bueno la mayoría dejan mucho que desear... Me encogí de hombros mirandole con una leve sonrisa, si quería que dijera "Oh no, Eve tú tranquilo que no eres un príncipe bobo" lo llevaba claro. Todos o casi todos lo eran. Odiaba que fueran con tantos aires cuando la mayoría eran pobres. -Lo que es sorprendente es que te pierdas da igual con mapa o sin mapa... Dije aún incrédula ante lo de que se perdía. ¿Pero quién se perdía en aquel pueblo? Por lo visto algunos que no eran príncipes seguían siendo bobos igualmente. Alcé una ceja observándole, ¡pero qué se había creído! ¡Dejarme tirada a mi! Encima de que había sido amable con él. Esperaba no cruzarmelo por el pueblo y que se perdiera de verdad, eso sí sería un avance. Desde luego nadie en aquel pueblo merecía la pena, a excepción de los que rodeábamos a la alcaldesa. Vi cómo tendía la mano pero no le devolví el apretón, ya se podía haber inventado una excusa mejor... Me lo quedé mirando con indiferencia mientras me acababa la limonada. -Pues no esperamos lo mismo... Chasqueé la lengua y me levanté del lugar cogiendo mis cosas y largándome de allí. En fin... no entendía como alguien así tenía novia... Qué mundo más raro este.
Tabbatha K. Goldenrose- Humanos
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