Un nuevo hogar tras el desastre [Zackery]

Camino algo alicaido, elevando la mirada cuando la mujer que me acompaña me dice que ya estamos. No recuerdo haber estado nunca en casa del tío Zack. Siempre nos venía a ver a casa, o nos veíamos por el pueblo... a veces incluso venía a recogerme al colegio cuando mamá no podía, pero nunca había venido a su casa. La miro de arriba a abajo. No parece demasiado grande, aunque si para una sola persona. Al menos me cabrán todos mis juguetes, seguro. Miro a la chica que me acompaña. La odio, la odio de verdad. Me mira con esa cara de pena que dice "miralo, pobrecito, se le ha muerto su madre". La odio, odio, odio >.< ¿Listo Alex? Asiento enseguida. Tengo ganas de ver al tío Zack, y también de perder de vista a esta mujer tan horrible y tan tonta. Y rezo a los dioses a los magos y a todo bicho viviente porque tito Zackery no me mire con la misma cara con la que ultimamente me mira todo el mundo. Eso solo hace que me acuerde de mamá y si pienso en ella siempre acabo llorando, y no quiero. Los hombres no lloran y yo siempre he sido el hombre de la casa. No puedo permitirme llorar.
La mujer llama al timbre y yo solo sujeto mas fuerte el asa de la mochila. Solo llevo una correa puesta, la del hombro izquierdo. Apenas cogí cosas de casa: el tarro con mis "ahorros", el pañuelo que usaba mamá cuando jugabamos a los piratas, mi cuaderno de mapas del tesoro, mi pelota de beisbol y mi camiseta favorita, que estaba sucia pero no pensaba dejarla por ahí. La llevaba puesta cuando salí de casa hace dos días, pero en la casa de acogida donde he tenido que pasar estos días me la hicieron cambiar... y yo no quise que cualquier otro se la quedara. Era mi camiseta favorita, y además me la había regalado mamá en mi último cumpleaños... había sido su ultimo regalo y la iba a conservar para siempre.
Se abre la puerta y enseguida levanto la cabeza, sonriendo al ver al tio Zack, echando a correr los pocos metros que me separan de él y abrazandolo por la cintura. ¡Zack!

Un duro golpe asestaba mi vida. Aquella sonrisa que me solía identificar se había perdido al pensar que no vería más a mi loca amiga. Recordaba con cariño todos los buenos momentos que habíamos vivido y todas las alegrías que me había dado. Casi eramos como hermanos, la ayudé en todo cuando se quedó embarazada y desde entonces casi apenas me separaba de ella. Siempre iba a su casa a verla y desde que su hijo nació la había ayudado aún más. Su hijo era para mí casi como el mío, un sobrino que nunca tendría, y así fue. Lo cuidé como tal, y a su madre como ya he dicho, como mi hermana. Recordaba cuando Alex me dijo por primera vez "Tito" me eché a llorar de la emoción. Quería con locura a aquel niño y pensar que ahora se había quedado solo había hecho todo lo posible por tenerlo conmigo en casa. Quería que fuera todo lo feliz que pudiera ser. A pesar de que estaba seguro de que mucha gente lo miraría con lástima, yo sabía que él era fuerte y que juntos podríamos con la situación. Me habían llamado para informarme de que hoy mismo venía a casa, pero habría ido a buscarlo dónde fuera, sólo que no me dejaron porque me dijeron que aquel era el procedimiento. Estaba nervioso por verlo, y de pronto llamaron al timbre.

Corrí chocandome con todo lo que había por mi camino, incluso casi tiré la lámpara que había sobre la mesita dónde estaba el teléfono. La cogí casi comiendome el suelo de boca pero la salvé y por suerte no me caí. Suspiré calmandome porque tampoco quería que me vieran nervioso del todo. En cuanto abrí la puerta con una sonrisa Alex se me abrazó. Lo abracé de vuelta y le revolví el pelo. -¡Enano! Dije sonriendo de oreja a oreja, era evidente que estaba feliz porque estaría conmigo, y sabía que no estaría con nadie mejor que aquí en mi casa. Miré a la mujer la cual nos miraba con ternura y lástima. Alcé una ceja negando con la cabeza. -Lo siento señor Westcott. Rodé los ojos viendo la poca sensibilidad de la gente. -¿El qué siente? ¿Compadecerse de nosotros? Porque soy de los que piensan que las cosas se dicen cuando uno las siente y no por compromiso. No necesitamos su compasión, gracias. Dije duramente, a mi tampoco me gustaba que me miraran con pena. -Aún así gracias por traer a Alex. Asentí mirando a mi sobrino. -¿Qué es lo primero que te apetece hacer hoy? ¿Sabes que tengo piscina? Le comenté con una sonrisa, lo que había que hacer era tratarle como lo tratarías normalmente.

Me quedé mirando al tío con media sonrisa, algo parado porque le hablara asi a aquella mujer que parecía tan seria. Yo no me habría atrevido. De todos modos, me gustaba que tío dijera eso porque era exactamente lo que yo pensaba. Me abracé un poco mas a él hasta que se dirigió a mi y elevé la mirada, sonriendo un poco cuando oigo lo de la piscina. Guay... me encanta la piscina. Echo un vistazo a la mujer, porque es como si estorbara aqui. No me siento tranquilo teniendola aqui mirandonos como si fueramos dos bichos raros. Me giro un poco sin soltarme del tío, quedandome a uno de sus costados. Ya tengo casa, ya puede irse. Siento el impulso de bufarle, como los gatos, pero me contengo y miro al tío Zack en cuanto la mujer se aleja un poco, aunque no parece dispuesta a irse solo con eso. ¿Podemos ir a casa, por favor? Quiero guardar algunas cosas.... y esta allí toda mi ropa. No quiero que quien sea que se quede con ella se quede con todas nuestras cosas... Y era como dar carpetazo. Si recojo todo lo de mamá siempre la tendré conmigo y a la vez no sentiré como si tuviera algo pendiente. No quiero que otra persona se ponga sus pulseras o utilice su ordenador. Sé que hay cosas que no puedo evitar, como que duerman en su cuarto o vivan en nuestra casa. Quien la compre tendrá que hacerlo... pero hay cosas que son mas personales y que no soportaría. Y sobretodo quiero los albums, los albums de fotos y los videos caseros que grababamos siempre. Porfa. Sé que tío Zack probablemente me entienda. Sé que él quería mucho a mamá, puede que incluso tanto como yo. Y sé que a él, aunque también sonría y también se calle, también le duele que ya no esté. Le abrazo mas fuerte ante este pensamiento y cierro los ojos un segundo, calmandome.

No podía soportar que la gente creyera que con los formalismos bastaba. No, no bastaba con decir lo siento, prefería que no lo dijeran. Sobre todo porque no conocían a la madre de Alex, ¿por qué iban a sentirlo? Era hipocrita esa costumbre, por eso a la gente que decía "lo siento" sin sentirlo le contestaba con sequedad. Sonreí al escuchar a mi sobrino mientras seguía mirando a la mujer en plan inquisitivo para que se fuera. Alex también contestó con dureza a la mujer para que se fuera, pero cuando ambos observábamos cómo ésta se alejaba, se giró de pronto. -Señor Westcott, no dude en que haremos un seguimiento, si el niño presenta cualquier síntoma de no estar bien atendido... ya puede intuir lo que pasará. Tensé el puño de la mano que tenía libre mientras que con la otra agarraba la camiseta de Alex acercándolo a mí como si no quisiera que nadie me lo arrebatara, que así era. La mujer se largó en su coche sin más y yo me relajé por completo.

Me agaché frente a Alex escuchando su petición. Sonreí y le revolví el pelo. -Claro, iremos a por las cosas que quieras. Yo tampoco quiero que otra gente se quede con vuestras cosas. Dije levantandome para entrar un segundo a casa y coger las llaves del coche. -Vamos Dije cerrando la puerta de casa para luego ir con él al coche. -Espero que nos quepa todo en el maletero ¿Piensas coger muchas cosas?Dije sonriendo, no debía estar triste, ahora que íbamos a ir a por cosas de ellos tendría a mi amiga más cerca aún de mi. Subí al coche esperando que él lo hiciera para ir a su casa.

Noto el agarre mas intenso de mi tío y me pego mas a él, mordiendome el labio. Esa mujer no tiene ni idea... mi tío me quiere, lo sé. Siempre se ponía de mi parte cuando discutíamos en broma con mamá. Me quedo mas tranquilo cuando la mujer se va, y sé que tío Zack también porque se destensa. Sonrío al tenerlo a mi misma altura y asiento enseguida, siguiendole hasta el coche. Esto ya si me resulta mas familiar. El coche de mamá era pequeño y siempre que ibamos a alguna parte usabamos el del tío. Por una vez puedo sentarme delante y consigo encontrar la palanca para subir el asiento y poder ver por el cristal. Jo, ojalá fuera mas alto. Igual mi padre era un topo y por eso soy tan bajito. Ojalá que no. Me gustaría ser alto como el tío Zack, o mas todavía.
Me ato el cinturón y en cuanto el tío se sienta a mi lado asiento y salimos en dirección a casa. No he estado allí desde que vinieron a buscarme hace tres días. Me había quedado con Marga, la niñera que se encargaba de mi desde pequeño cuando mamá trabajaba. Y de pronto llegaron y no fue mamá quien lo hizo, sino una mujer y un agente de policia que me llevaron a una casa de acogida. Estuvieron horas sin decirme lo que pasaba pero ya lo sabía.
Llegamos a casa antes de lo que pensaba y saco las llaves de mi mochila. Tenía un llavero enorme que era una acumulacion de un montón de llaveros. Lo primero que mi vista fué el cuenco de la entrada donde dejabamos las llaves. Cogí el llavero de mamá que seguía allí y lo enganché a los mios, dejando allí las llaves de ella. Probablemente tampoco podría conservar las mias después de esto. No se que pasará con la casa y tampoco sé si quiero saberlo.
Subiré a recoger lo de mi cuarto... podríamos llevarnos también la consola del salón. Y los albums y los videos que grababamos... estan casi todos el en salón pero mamá tenía los mejores en su cuarto. Miro a mi alrededor sabiendo que tengo que ir olvidandome de esa casa, pero duele. Duele mucho aunque no lo demuestre. Suspiro y le doy un apretón en la mano. Vamos. No quiero estar mucho tiempo aqui.

Me gustaba aquella sensación de tener familia, siempre que había estado con Alex y su madre la había tenido. Por eso veía a mi mejor amiga como una hermana y a el pequeño como un sobrino. ¿Cómo podía dejarlo solo ahora? No eso era algo que para mi sería imposible, no podía permitir que aquella mujer que lo había traído se lo llevara y encima me amenazara con vigilarme por si lo hacía mal. Podía parecer que por que estuviera siempre riendo fuera una persona inmadura pero no me consideraba así. Sabía que cuidar de un niño no era fácil pero iba a poner todo el empeño del mundo en que él fuera feliz. Mientras conducía lo observaba por el rabillo del ojo y no podía evitar sonreir de oreja a oreja. Iba a ser complicado por la dualidad de la situación pero tenía que aparentar felicidad para que él no se preocupara.

No tardamos mucho en llegar a su casa, sacó las llaves y entramos juntos. al hacerlono pude evitar tener que apretar los ojos para no llorar. Aquella casa me traía demasiados recuerdos que ahora hacían que se me encogiera el corazón. Al ver lo que hacía con las llaves pensé enseguida que debía hacerle unas de mi casa a él. -Recuerdame que tengo que hacerte unas llaves de casa. Dije sonriendo levemente intentando hacer de aquello algo normal, aunque no lo fuera.

-Está bien, si quieres yo recojo todo lo del salón mientras tú coges lo de tu cuarto. Dije carraspeando un poco ya que me había quedado algo sin voz por el montón de recuerdos que tenía en mi mente. Cogí su mano notando el apretón que me dio, le miré y sonreí suavemente. -Tranquilo, no nos entretendremos mucho. Lo dije como si fuera una promesa. Me adentré en la casa reteniendo como podía las ganas de llorar, cada vez más fuerte. Notaba ciertos escalofríos cuando miraba algunas cosas que me traían recuerdos. -Si necesitas ayuda con tus cosas pégame un grito. Dije yendo hacia el salón a coger todo lo que me había pedido. Al hacerlo vi en una repisa una foto de los tres. La cogí para mirarla y ahí me derrumbé. No podía creer que me la hubieran arrebatado. Sentía rabia y dolor, suspiré dejando la foto sobre el sofá y me dirigí a la estantería dónde estaban los álbums de fotos y los vídeos que yo mismo había grabado en muchas ocasiones. Lo iba dejando todo sobre el sofá para saber qué me tenía que llevar.

Después de dejarlos allí cogí la consola que había dicho mi sobrino. En el mueble del televisor estaban los juegos que también cogí. Entonces me dirigí a la cocina porque recordé un par de tazas que les había regalado, eran personalizadas, tenían sus nombres y recordaba que siempre las usaban para desayunar o para tomar lo que fuera. Volví al salón a por papel de periódico de los que habían del día en que pasó todo. Envolví ambas tazas y las dejé sobre el sofá. Me senté en un lado abriendo el primer álbum de fotos. Sabía que no debía hacerlo pero tuve el impulso de hacerlo. La piel se me puso de gallina al verla tan radiante, como la recordaba, tan feliz, tan vivaz y sonriente. Y ahora no estaba, no vería crecer a su hijo, no haríamos una vida juntos. Ni tan si quiera podría oír su voz, ni una llamada de ella, nada. Sólo su hijo que me recordaba a ella cuando era una cría. Era un gran chico, un poco travieso y bromista, pero eso me gustaba, le daba sal a la vida y ahora el tenerlo en casa sería algo tremendamente magnífico. Mientras pasaba las hojas mis lágrimas caían por mis mejillas sin más.

Asiento enseguida ante las palabras del tío y esa promesa no escrita de que no tardaríamos demasiado tiempo. Subo sin prisas a mi cuarto, repasando con mi mano la madera de la barandilla. A veces, siendo pequeño, había bajado deslizandome por ella. Normalmente subía las escaleras de dos en dos y a toda prisa, igual que bajarlas. Alguna vez incluso había tropezado y acabado rodando escaleras abajo y con un buen chichón. Esta vez no quería hacer las cosas con prisas. Pese a haberle dicho a su tio que no quería tardar, tampoco quería perderse detalle de su última vez en esa casa. No quería volver a pisarla cuando otras personas vivieran en ella, pero tampoco olvidarla. Había demasiados recuerdos en cada esquina. Su madre no había sido de esas que se limitan a darte lo que necesitas y ya. Su madre lo quería, y era, ante todo, su mejor amiga.
Llego a mi cuarto con las lágrimas ya rodando por mis mejillas. Me apresuro a sacar la maleta algo empolvada de debajo de la cama. La limpio un poco con un trapo viejo y la abro, empezando a meter dentro toda mi ropa. Meto también mi caja de los tesoros, donde guardo cada pequeña pieza que me ha parecido especial o que me recuerda a algo. No quiero abrirla ahora porque se que no me iría nunca.
Sin poder evitarlo me acerco al cuarto de mamá y cojo su perfume favorito, aquel que se ponía todos los días pero en una cantidad inferior a la de una gota porque decía que con eso bastaba. Lo envuelvo en un grueso jersey de lana que todavía huele a ella, ese que se ponía en invierno cuando hacía mucho frío para tumbarse conmigo en el sofá y contarme alguna de sus historias. Me llevo ambas cosas a mi cuarto y las meto en la maleta, envolviendo bien el frasco de perfume con el jersey para que no se rompa. Quizá sea un error llevarme algo que me recuerde a mamá, pero no puedo olvidarla tan pronto. Ni puedo ni quiero hacerlo.
Bajo las escaleras sin la maleta, pues pesa demasiado para mi y probablemente bajaría rodando. Me quedo algo parado en la puerta del salón al ver al tío en el sofá. Llorando. Con uno de los álbumes sobre sus piernas. Me humedezco los labios, que todavía saben a sal por mis propias lágrimas y me acerco a él, apoyandome de rodillas a su lado, cerrando el álbum para después apartarlo a un lado y abrazarle con fuerza. Aun no deberíamos mirarlos...pero podremos hacerlo mas adelante, ¿verdad? Noto como también se me rompe la voz, pero no quiero llorar. Los chicos grandes no lloran.

De pronto noté la presencia de Alex allí, se arrodillaba ante mi mientras dejaba que cerrara el album y lo apartaba. Después su abrazo hizo que un escalofrío recorriera todo mi ser. Correspondí a aquel abrazo fuertemente, como si le quisiese demostrar con ello que lo iba a proteger con todo mi ser. -Está... b-bien.. Dije tragando saliva con un nudo en la garganta dificil de hacer que desapareciera. Suspiré levantandome con cuidad con Alex cogido aún. Lo levanté sobre mi como si fuera un avión mientras lo miraba con una sonrisa -Pequeñajo, cuando llevemos esto a casa ¿te apetece ir a comer helado? Le dije bajandolo al suelo nuevamente. Quería a ese niño tanto como a su madre.

-Bueno, me ayudas con esto? Dije cogiendo su maleta mientras que con el otro brazo sujetaba algunos albums y me dirigía hacia el coche aparcado fuera para ir dejandolo todo en el maletero. En uno de esos viajes al entrar me di cuenta de que allí había algo, algo que no habíamos cogido y que era muy importante para mi, algo que ella tenía desde hacía muchos años y que simbolizaba toda una vida juntos. -Alex... necesito encontrar algo... Dije mordiendome el labio inferior, era un regalo que le había hecho al poco tiempo de conocernos y tenía que encontrarlo. Era una caja llena de recuerdos, todo tipo de recuerdos de nuestra infancia, cualquier cosa que nos pareciera importante entonces. Suponía que estaba en su habitación pero no estaba muy seguro. Miré a Alex una vez más. -¿Tú no habrás visto una caja con cosas que tenía el nombre de tu madre y el mío? Le pregunté con curiosidad mientras me mordía el labio inferior mirando por allí

Reí levemente, separandome de él y frotandome un poco los ojos cuando no me ve, evitando que caiga ni una sola lágrima. Me seco los puños en los bolsillos del pantalón y suspiro con una sonrisa. Mamá no me dejaba comer helado pasado septiembre, tito. Pero igualmente asentí. Me apetecía un montón comer helado. Este verano casi no había comido. Mamá se había aficionado a hacer fondues de frutas y haciamos eso en lugar de helados.
Asiento en cuanto coge mi maleta y agarro tres álbums, uno encima del otro, cargandolos en dirección a la calle, pasandoselos para que los organice él en el maletero, volviendo dentro a por las cosas que faltaban, como la caja de la consola y los videos caseros.
Presto máxima atención cuando dice que tiene que encontrar algo. Parpadeo un poco cuando me dice lo que es y me pongo a pensar. ¿es de color crema con los bordes de la tapa de color vino? Veo como se queda pensando un momento pero al final asiente. Creo que si que sé donde esta. Mamá nunca me dejó mirar dentro, pero me parece que la escondía debajo de su cama. Echo a correr escaleras arriba y me lanzo enseguida bajo su cama, rebuscando entre varias pelusas que me hacen estornudar. saco una caja grande que estorba. Allí esta toda la ropa del verano que ya había estado guardando hace un par de semanas. También estaba mi ropa de cuando era mas pequeño. Decía que no pensaba tener otro hijo pero que como estaba bien no queria tirarla. Que quizá algun día tio Zack tuviese un hijo, o algun vecino o conocido a quien pudiesemos darla para que la aprovechara. Además, allí tampoco ocupaba espacio. Al final, ya todo lleno de polvo y pelusas, doy con la caja que es tal y como recordaba. La cojo con ambas manos y retrocedo arrastrandome por el suelo cual serpiente, saliendo de debajo de la cama y girandome, tendiendole la caja a mi tio que esta plantado en el umbral de la puerta. ¿Es esta? Me paso una mano por la cara, quitandome toda la suciedad, intentando deshacerme también de las pelusas de mi pelo.

Sonreí al verlo reír, en aquel momento tan duro su risa era una melodía más alegre si cabía que me emocionaba aún más. Me encogí de hombros sonriendo, en ese momento recordé que era cierto, más de una vez me había regañado por llevarme a Alex a comer helado en septiembre, pero no le iba a pasar nada. -Ya, ya... más de una colleja me he llevado por eso. Me reí rascándome la nuca.

Lo fui colocando todo en el maletero a medida que Alex me iba dándo los albums, al volver a por más cosas fue cuando me acordé de aquella caja. Cuando mi sobrino me preguntó por el color asentí con una gran sonrisa. Seguramente sabría dónde estaba. De pronto antes de decir nada más salió corriendo por lo que fui caminando tranquilamente detrás de él hasta subir a la habitación. Me quedé empanado mirando como debajo de la cama asomaban los pies de Alex, me reí negando con la cabeza hasta que salió con la caja. -Esa es! Dije realmente contento de haberla encontrado. Cogí la caja pero la dejé en el suelo viendo como estaba lleno de pelusas. Me agacé frente a él y comencé a sacudirle con cariño atento a lo que hacía. Dejé su pelo sin una sola pelusa y finalmente me quedé mirandole dejando una de mis manos en sus hombros. Era clavado a su madre... sonreí con cariño y me levanté. -Hala, pues ya sí que creo que lo llevamos todo. Dije cogiendo la caja del suelo. La verdad es que tenía mis dudas de si podría cuidar de Alex, pero lo que tenía claro es que le quería y eso iba a hacer que diese por él el cien por cien de mi. Bajé las escaleras con la caja bajo el brazo y la metí en el maletero. -¿Falta algo por meter en el coche? Le pregunté para no dejarnos nada.

Asiento contento en cuanto afirma que esa es la caja a la que se refería. Voy a levantarme cuando se agacha delante de mi y me ayuda con las pelusas que se me han quedado en el pelo. Ahora voy a tener que darme una ducha, genial. Odio ducharme. ¿Has dicho que tienes piscina? Vale que ya empieza a hacer algo de frio... pero hoy hace buen día, seguro que todavía estoy a tiempo de darme un baño. Me quitará las pelusas de todos modos, ¿no?
Me quedo algo parado, con mis ojos fijos en los suyos cuando se queda quieto, pero al final coge la caja y echa a caminar de nuevo por el pasillo, con lo que me levanto de un salto y voy tras él. Si... bueno y si nos olvidamos algo siempre podemos volver a por ello. Creo que dijeron que el banco tarda un mes en hacer los tramites para poder venderla. De pronto me acuerdo de algo y salgo volando hacia la cocina, cogiendo las tazas del desayuno. Teníamos una personalizada mamá y yo. Las había hecho en el colegio hacía un par de años y no eran muy guays pero siempre desayunabamos con ellas. Llego corriendo hasta el maletero del coche donde esta el tío y meto las tazas en una de las cajas. Creo que no. Estan los albums, la ropa, la consola, mi bici...me parece que no falta nada. Giro la cabeza hasta la casa y con un suspiro me acerco a la puerta y la cierro con cuidado, echando la llave y guardandomela en el bolsillo, acercandome al tío y sin pensarlo mucho le paso los brazos por la cintura y lo abrazo con fuerza. Nunca la vamos a volver a ver... Cierro los ojos con fuerza, soltandome por primera vez en los tres días que han pasado desde que mamá murió. Permitiendome por un momento pensar en la realidad, en que no voy a tenerla conmigo de nuevo. Que no volverá a arroparme por las noches, ni a contarme historias, ni a hacerme cosquillas. Nunca mas.

Le miré cuando preguntó lo de la piscina y sonreí dulcemente. -¿Qué quieres quitarte las pelusas en la piscina? Dije riendome negando con la cabeza mientras me paraba a pensar si aquella idea era realmente buena para un niño y el tiempo que hacía, pero hacía buen día y a mi también me aptecía bañarme un rato. -Cuando lleguemos a casa dejamos todo esto y nos bañamos antes de que haga peor tiempo. Sonreí levantandome de allí con la caja bajo el brazo y volver a bajar.

-Eso me comentaron a mi también, pero preferiría no volver... Dije esto último bajando el tono por lo que estaba diciendo. Pero era así contra menos volviera a ir a esa casa mejor no quería estar sintiendome triste cada vez. De pronto vi cómo salía a correr por lo que me quedé algo extrañado mientras llevaba la caja al coche pocos segundos después llegaba él con las tazas que él mismo había hecho en el cole. -Genial, pues en marcha... Dije con alegría en mi voz, pero a la vez con un deje de tristeza en el fondo. Noté el abrazo de Alex al cual pasé el brazo por su espalda apretandolo contra mí, queriendolo proteger de todo aquel dolor, cosa que era imposible, crecería con aquello en el corazón sin poder ponerle remedio. Esperaba al menos darle todo lo mejor que pudiera. -Pero siempre estará cuidando de ti, aunque no lo creas seguirá a tu lado siempre. Me agaché nuevamente y lo abracé con fuerza, haciendo que mi abrazo fuera algo reconfortante. -Vamos sube al coche. Quería irme de allí cuanto antes. Me levanté y esperé a que entrara en el coche para subir yo mirando por última vez la casa y podernos ir a la que sería la nuestra ahora.