La joven solitaria [Libre]

Malditos y exhasperantes habitantes de este precario y desertico pueblo. Todo le parecía un auténtico asco ese día. Quizá se hubiese levantado con el pie derecho o quizá es que llevaba dias sin obtener ningun beneficio extra. La cuestión era que empezaba a estar malhumorado y el buen día y creciente humor de la gente del pueblo no hacía mas que empeorar el suyo.
No sabía ni por donde iba de lo enfadado que estaba con todos y con todo. Excepto con él mismo, claro. Quizá le hiciese una visita a la alcaldesa, una vez mas para combinar puntos de vista. Tenía una mente muy interesante esa mujer. Es de las pocas personas del pueblo a las que adoraba y a la vez respetaba, dos cosas muy dificiles de lograr en él. Fué al sentir un golpe en el hombro cuando levantó la mirada malhumorado, acompañando el gesto de un gruñido. Debería ir mas atenta a donde pone los pies, señorita. No le conviene enemistarse con sujetos como yo. Y eso es, desde todos los puntos de vista posibles, totalmente cierto. No le convenía en absoluto caerme mal. Tal vez esa indicación sirva para todo el mundo, pero conmigo es totalmente mas recomendable que con muchas otras personas.
Miré a la chica de arriba a abajo. No parecía demasiado avanzada en edad y tampoco demasiado interesante. Una mas del montón se podría decir. Pero era extraño el hecho de que no pareciera una linda y alegre florecilla como todas las chicas del pueblo. Cualquiera diria que la felicidad se le había escapado a esta. Interesante.

La miro con una ceja alzada, sin perder en ningun momento la mueca de seriedad que me caracteriza. Disculpe, pero no creo recordar haber permitido en ningun momento que me tuteara. ¿Acaso se atreve a cuestionar mis modales cuando es usted la que demuestra no tener ni pizca de ellos? La dejé que diera vueltas a mi alrededor. Por un momento me recordó a un buitre y tuve el impulso de darle en la cabeza con mi bastón, pero me contuve. No me convenía que me vieran atacando a una señorita en mitad del pueblo.
La oigo presentarse sin fingir la mas mínima atención, aunque tomo buena nota de su nombre. Nunca se sabe cuando puede interesar la relación con alguien. Observo con las cejas alzadas la mano que me tiende y finalmente muevo un poco mi bastón, rozando la cabeza de plata contra su mano a modo de estrechamiento. Phillip Growt, señorita. Me temo que será un placer otro día, no suele ser un gran placer cuando alguien interrumpe mi camino. Si me disculpa, debería seguir con este. No tengo tiempo para impertinencias. Y sin mas, me doy media vuelta y sigo caminando.