MUAHAHAHAHAHAHA!!! {Libre}

El alba despuntaba tímida por el océano atlántico haciendo retroceder lentamente el cielo estrellado. Tal vez la luz se sorprendiese al encontrar en vez de la playa desierta a un hombre solitario al lado de una laaaarga viga de madera maciza y una inmensa caja.

Una caja también de madera, de dos metros de alto, dos de ancho y uno de largo. El hombre sostenía una palanca de cincuenta pulgadas, vestía un mono de trabajo y lucía la sonrisa de un niño en la mañana de Reyes Navidad.

Ambrose se enamoró del contenido de la caja hacía ya seis meses. Había ahorrado cuanto pudo durante todo ese tiempo hasta que por fin la pidió online. Y ahí estaba. Miró la portada a color del folleto de montaje y su sonrisa creció incluso más. Demonios, ¿Qué podía salir mal?

Con decisión introdujo la palanca entre las tablas y empezó a desvencijar la caja para liberar por fin las piezas...

Era muy temprano, absurdamente temprano como para que yo estuviera levantada pero realmente no tenia nada de sueño como para permanecer mas tiempo en mi cama por lo que me levante de un salto, tome una ducha y me puse ropa deportiva (unos shorts, camiseta de tirantes y mis tennis) dispuesta a hacer un poco de ejercicio para despejarme. Tome mi Ipod y me ajuste los auriculares antes de hacer un poco de estiramiento y salir trotando desde mi casa.

Me costo poco menos de media hora el llegar a la playa, eso sucedía cuando vivías en una ciudad tan pequeña como Storybrook. Esperaba encontrarme todo vacía y desolado a causa de la hora de mi inusual carrera pero para mi sorpresa vi una figura en la playa, una figura con una caja de aspecto sospechoso. Quizás era mi culpa por estar leyendo El secreto de Lady Audry, y definitivamente yo no fuera Aria la cuarta, biznieta de Sherlock Holmes pero no pude resistirme a acercarme a la misteriosa figura con paso silencioso apagando mi música e intentando mirar el interior del misterioso paquete.
-Es muy temprano para estar dando un paseo en la playa, ¿no crees?, sobre todo con una caja como esa-comente situándome al lado del hombre misterioso. Bueno, misterioso para mi incluso aunque lo había visto antes. Su nombre era Ambrose si no mal recuerdo, o algo por el estilo. Aun así fingí no recordarlo y mire la caja con ojos serios.

Llevaba un buen rato batalleando con la caja. La había comprado en una web de Munich, lo cual venía a explicar muchas cosas... Maldita eficiencia germana... ¡No había forma de abrir a la maldita!

Se cruzó de brazos y se acarició la incipiente barba del mentón. Tal vez si lo intentaba desde arriba... Para trepar debería intentar usar el...

Ese pensamiento no llegó a completarse, pues fue interrumpido por una hermosa descono... no espera, no era del todo desconocida, la había visto un par de veces por la biblioteca.

- Bueno, eso podría decirle yo a usted... Aunque supongo que vendrá a hacer un poco de ejercicio, ¿verdad?- Preguntó con una media sonrisa. Desvió la mirada un momento hacia la caja, buscando puntos de apoyo y tras un examen rápido, trepó el costado. Una vez arriba, se sentó en el borde y retomó la conversación.

- También suelo correr todas las mañanas con un amigo, aunque suelo hacerlo por el linde del bosque... La playa es demasiado húmeda para mi, al menos tan temprano. ¿No le ha pasado nunca empezar a hacer algo saludable y caer enfermo a consecuencia?- Preguntó divertido.

Miró a su alrededor y chasqueó los dedos frustrado. - Perdone, ¿Sería tan amable de alcanzarme la palanca? -

Me encogí de hombros, le dirigí una pequeña sonrisa y me aparte un par de molestos cabellos que me cosquillaban el cuello.
-En realidad estaba mas bien despejando la cabeza-admití mirando con una mezcla de diversión e interés como aquel hombre intentaba abrir la misteriosa caja.
-La verdad es que si, una vez intente volverme vegetariana, comí verduras en mal estado y me pase en cama dos semanas, hasta allí llegaron mis intentos por una vida mas verde-hice una mueca al recordar el desastroso incidente-Yo también suelo recorrer el bosque pero es que la playa realmente es preciosa a estas horas, ¿no cree?.
Clave mi vista en el horizonte que realmente era impresionante. Siempre había sido muy susceptible a ese tipo de belleza, aunque bien prefería una belleza mas invernal. Todo cristalino, frío y blanco. Volví a centrar mi atención en mi interlocutor con un parpadeo.
-Claro-de inmediato le pase lo que me pedía y volví a sonreír-¿Problemas al abrirla?, ¿no necesita ayuda?
Ciertamente no me importaba ayudarlo, sobre todo si así lograba descubrir de que se trataba lo que guardaba aquella misteriosa caja.