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Y así es como Gretel odia los hospitales, espera, si ella no sabe lo que son... Onlineyf

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Mensaje por Noah M. Stoner Miér Nov 21, 2012 12:52 pm

Hacía unos días que sentía que algo malo había sucedido, algo muy muy malo, como si alguien muy cercano a mi estuviera gravemente herido aunque... Nadie me había dicho nada y las personas más cercanas a mi estaban bien. No entendía el porque de aquella sensación tan extraña que tenía, era como una especie de vacio en el pecho mientras un sentimiento de pesadumbre invadía todo mi ser. Mi hambre se reducía cada vez más mientras que las ganas de no salir de casa para quedarme el día entero en cama augmentaban. Intentaba ignorar todo aquello mientras repasaba mentalmente que podría haber ocurrido, sin encontrar una posible solución a aquel extraño problema. Decidí que lo mejor sería aparentar estar bien para no preocupar a nadie, al menos hasta saber exactamente el porque me sentía de ese modo y si realmente mis sospechas de que alguien estaba mal eran ciertas.

Me levanté antes que el despertador, no podía dormir más así que de nada habría servido estarme en la cama esperando a que sonara, me encargué de pararlo antes de coger la ropa e ir al baño para ducharme, una larga ducha bajo el agua caliente en la que intenté olvidarme de todo y no pensar en nada, algo que conseguí a medias, aquellas sensaciones y pensamientos pesimistas seguían presentes, pero no tanto como cuando estaba en la cama, tal vez porque en esos momentos también pensaba en el día que me esperaba y repasaba mentalmente que hubiera hecho todos los deberes de clase. Me vestí, nada fuera de lo común, ropa negra y con alguna que otra calavera acompañada de unas converse, ¿cómo no? de color negro. Una vez en mi habitación tocaba escoger los complementos que llevaría ese día, ante todo lo primero fue el anillo del dragón y el recién obtenido llamador de ángeles, dos objetos que por algún motivo u otro se habían vuelto imprescindibles. A parte de eso escogí una pulsera de cuero negro ancha con una calavera y cortas cadenas a ambos lados de esta, un anillo con la imitación de un zafiro, otro con forma de rosa y un cogante con una forma un tanto extraña que a mi me recoraba a una G.

Ya vestida y preparada para marchar repasé la mochila, mirando que no me faltara nada para aquel día, libros, libretas, estuche, agenda... Sí, estaba todo, no faltaba nada para ir a clase así que fui a buscar mi ipod y los cascos, el primero lo guardé en el bolsillo de mis pantalones y lo segundo me lo coloqué en el cuello, seguidamente me puse la chaqueta y la mochila a la espalda. Bajé las escaleras que me llevaban al piso de abajo y fui a darle un beso a mi madre. -Nos vemos luego, adiós. - Me despedí de ella con la mano antes de cerrar la puerta de la calle y emprender el camino hacia el colegio, no largo pero tampoco demasiado corto, tenía unos diez o quince minutos por delante en los que aproveché para escuchar música obligándome a no pensar en otra cosa que no fueran las canciones que sonaban en el reproductor.

En clase saludé a alguno de mis compañeros, hablé con otros y me senté en mi sito, al lado de Nereida. Estuve hablando con ella sobre cosas triviales antes de que llegara el profesor encargado de aquella clase, tocaba matemáticas por lo que la hora se me hizo eterna. Durante esta me dio tiempo de escribir algunas ideas para mi novela, ideas que venían a mi cabeza y que, más tarde, decidiría como incluir o si las dejaba fuera, también inventé un par de personajes más. El primero era una muchacha muy presumida, una mujer fuerte que creía que ella misma se bastaba, pero que en el fondo era débil y muy sensible, el segundo, un niño, joven, miedoso y con mucho por conocer, atormentado por una hermana aún desconocida. Aquellos apuntes los guardé bien después de arrancar las hojas de la libreta, no quería que nadie lo leyera y tuviera una leve idea de lo que me traía entre manos. Todo aquello había dejado mis malas sensaciones en un segundo plano.

Segunda hora: ciencias. Si bien no era una de las asignaturas en las que mejor nota sacaba, el profesor, Everett O'Connor, conseguía captar mi atención desde el primer minuto de clase al último, además de eso, con él tenía bastante confianza y me llevaba bien con él, siempre me ayudaba en mis problemas personales aunque no fuera su obligación, realmente parecía preocuparse más por mi que el propio tutor. Esperando aún sentada en mi sitio pasaban los minutos, en un principio pensé que se retrasaba porque quería traer algo y debía ir a buscarlo o alguna cosa parecida, pero aquello empezaba a ser demasiado tiempo. Empezaba a encontrarme mal, como a primera hora de la mañana, pero aquella sensación se intensificó cuando vi aparecer a la directora por la puerta, aquello no podía significar nada bueno.

Empezó explicar, de forma bastante edulcorada a mi parecer, que Everett estaba en el hospital, que había tenido un accidente y que pasaría un tiempo sin venir, no dijo como estaba, ni siquiera se atrevió a decir que se recuperaría y aquello hizo que me sintiera aún más mal. Los temores que había tenido en los últimos días se habían hecho realidad, aquel profesor al que tanta estimación le tenía estaba grave, tanto que no parecían creer que se recuperara tarde o temprano. Se me hizo un nudo en la garganta y las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos y a recorrer mis mejillas, el estómago revuelto y sentía una presión demasiado fuerte en el pecho. Pedí para irme, necesitaba irme, recogí las cosas y llamé a casa, mi madre no tardó en venir a recogerme. De camino a casa le expliqué lo del profesor y, sin más palabras, le cedí mi mochila antes de salir corriendo.

Llegué al hospital con el corazón a cien por hora, no había parado un solo instante hasta haber llegado a sus puertas. Me permití unos segundos para tomar aliento y pregunté en recepción la habitación donde se encontraba el profesor, una vez me la dijeron desaparecí de allí y fui tan rápido como pude. Me quedé en la puerta entrecerrada, quieta, aún con lágrimas en los ojos y sin poder creer que aquello fuera cierto. Tomé aire, esperando que del mismo modo que este entraba en mis pulmones me invadiera la fuerza para poder entrar, tomé la manecilla de la puerta y allí le vi, en cama, dormido, sin moverse y conectado a maquinas de las cuales prefería no saber el funcionamiento. A su lado estaba Sydney, la psicóloga del pueblo, no me extrañó verla allí dado que tenía entendido que eran buenos amigos, pero en cuanto noté su presencia noté la imperiosa necesidad de abrazarla. Me acerqué a ella, sin palabras, pues me era totalmente imposible articular sonido alguno, y sin pensármelo dos veces la abracé.
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Mensaje por Sydney J. Watson Jue Nov 22, 2012 4:24 am

Los días pasaban tan lentamente que cualquiera que me hubiese preguntado habría recibido por respuesta que se me antojaba que los días después del accidente parecían tener más de veinticuatro horas y las horas más de sesenta minutos. ¿Cuántos días habían pasado desde aquella maldita noche? Dos a lo sumo, y yo tenía la sensación de que había pasado una semana entera. Se podía decir que me había convertido en ese pequeño espacio de tiempo en una especie de fantasma. Ni siquiera me sentía la misma persona que había sido hasta aquella fatídica noche en que todo había vuelto a cambiar.

La primera vez que mi vida había cambiado aquel año había sido aquella mañana en que Everett y yo habíamos acabado diciéndonos lo que sentíamos el uno por el otro, todo había cambiado para bien. En cambio ahora todo había cambiado para mal. Ese vacío que no había sentido durante todos aquellos meses había vuelto a aparecer como si fuera una infección que se estuviera extendiendo por todo mi cuerpo y me hubiese llevado hasta aquel estado.

Me sentía rota como si apenas pudiera sostenerme, como si estuviera colgando de un hilo invisible tan fino que en cualquier momento podía romperse y dejarme caer al suelo. Y aún así era capaz de sentir una fuerza en mi interior que me decía que me volviera a levantar, que levantase cabeza, el problema era que no escuchaba y hacia sordos a aquella voz. A aquella fuerza que tenía en alguna parte de mí y que me ayudaría a superar todo aquello de otra manera. Sentía que me habían hecho caer de rodillas, como si una fuerza invisible me estuviese haciendo sentir impotente, que de alguna manera me había empujado hasta ese punto en que sentimos que nos rompemos…

Me sentía impotente, inútil y millones de adjetivos negativos que se me pasaban por la cabeza. Me sentía de aquella manera porque no podía hacer absolutamente nada para sacar a Everett de aquel estado en el que se encontraba. Nada. NA-DA. Absolutamente nada. Eso hacía que todo aquello me pesara mal, incluida la culpa. Sí, me sentía culpable. Pudiera ser que la gente me dijera: “No ha sido tu culpa. Fue un accidente” pero en el fondo yo sentía que era culpa mía, que si hubiese transcurrido de otra manera no hubiese pasado aquello. Si hubiese ido tras él posiblemente ahora estaría bien… Además había sentido la mirada de algunas personas echarme la culpa, lo había visto en sus ojos, como si de alguna manera me echaran a mí la culpa. Quizá lo hacían inconscientemente o quizá solo eran juegos de mi mente agotada, puesto que si había dormido había sido de forma irregular y sin descansar propiamente dicho.

Ahora que las pesadillas habían desaparecido y me había acostumbrado a ellas, habían resurgido de otra manera… la culpa era la que las causaba y recordar aquello en esos malos sueños realmente no me estaba haciendo ningún bien. Casi que había llegado a la conclusión de que por esa misma razón había decidido no dormir… Ni siquiera me había mirado en el espejo, seguro que tenía un aspecto horrible y cuanto menos lamentable así que prefería ahorrármelo hasta que me sintiera lo suficiente entera como para poder afrontarlo.

Si es que ese momento llegaba algún día…

Justo entró Noah en el momento en que había decidido levantar y caminar un poco. Justo en el momento en que me dirigía a la puerta apareció ella. Aún podía ver en el fondo de sus ojos azules las lágrimas, el brillo que provocaban en ellos y por algún motivo fue como si viese a Everett en aquellos ojos que poseía la chica. Se parecían tanto a los de él, por no decir que eran exactamente del mismo tono. Incluso antes de poder articular palabra alguna la chica acortó la distancia que nos separaba y me abrazó, un abrazo al que correspondí casi de inmediato. Había recibido tantos aquella semana que había perdido la cuenta. La mantuve durante un momento contra mí antes de separarme lentamente y mirarla directamente. Sabía perfectamente que tendría que estar en el colegio pero no iba a decirle nada. Everett me había comentado durante las últimas semanas que estaba preocupado por la chica, por su situación en casa y sabía que la apreciaba. – Te aprecia mucho, ¿sabes? Seguro que cuando sepa que has venido… se alegrara mucho. – Le dije intentando sonreír aunque no quedó en más que eso, un intento. – ¿Os… os lo han dicho en el colegio? – Me atreví a preguntar al final sin apartar mi oscura mirada de aquella tan clara que tenía la chica y tanto me recordaba a la de él.
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Mensaje por Noah M. Stoner Lun Dic 03, 2012 7:22 am

Ante aquella escena la vista empezaba a empañárseme de nuevo, no quería, me negaba a llorar, nada arreglaría con ello. En mi mente había una lucha, en cierto modo no me lo creía, Everett sólo estaba dormido, no había más, dormía y en cualquier momento abriría los ojos, era una broma, seguro. Cerré los ojos con fuerza evitando llorar mientras Sydney correspondía al abrazo, aquel que no sabía porque pero necesitaba dárselo, tal vez en busca de protección o de la confirmación de que todo saldría bien, porque así sería ¿verdad? Mi profesor de ciencias no podía quedarse allí, no, me negaba, debía despertar, quería hacer clase con él. Nunca más me dejaré los deberes, lo prometo...

Al separarnos del abrazo pude fijarme en el aspecto de la mujer que tenía delante, realmente no se veía bien, desde luego que no, y mira que a mi parecer era una de las mujeres más hermosas de Storybrooke... La veía pálida y con ojeras, aunque aquello primero podía ser debido a la extrema blancura de los hospitales, no sentaba bien a nadie, seguro. Pero, a parte de eso, lo que más llamaba la atención era aquella visible falta de fuerza, la fortaleza por la que siempre había admirado a la psicóloga. Siempre había sido capaz de percibirla con solo mirarle a los ojos, más ahora aquellos oscuros ojos no reflejaban fortaleza, al menos no tanta como acostumbraban. Suspiré y escuché sus palabras sin poder responder, ¿alegrarse por mi visita? Era algo complicado de creer, era una alumna más, o mejor dicho, una mala alumna más, aunque también me esforzaba en su asignatura como no hacía con las demás. -Siempre ha estado ayudándome en todo lo que ha podido... - Musité, era verdad lo que decía, muchas veces se había quedado después de clase para ayudarme e intentar aconsejarme, aunque aquella no fuera su obligación.

Asentí con lentitud ante su pregunta desviando la mirada hacia el profesor y después depositándola, de nuevo, sobre Sydney. -No me gustó como lo dijeron... - Y era cierto, aquella forma en que lo había dicho la directota a mi me había dado a pensar que Everett nunca volvería a dar clase, o al menos no en un futuro inmediato. ¡Incluso pensé que, si volvía, yo ya habría terminado los estudios! Suspiré y volví a mirar a aquella mujer, definitivamente no estaba bien, desde luego que no. -¿Llevas mucho aquí? - Me aventuré a preguntar sin saber su posible reacción, aunque la respuesta a aquella pregunta pudiera parecer obvia, sabía que eran buenos amigos y estos están juntos siempre en los buenos y en los malos momentos ¿no?
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Mensaje por Sydney J. Watson Miér Dic 05, 2012 12:26 pm

“Siempre ha estado ayudándome en todo lo que ha podido” la oí decir y asentí en silencio. Lo sabía. Eve siempre había sido de aquella clase de personas que ayudaban al resto, pero en los últimos meses algo le había impulsado a ayudarla a ella y a expresar su preocupación por la chica. Yo no le podía dar demasiada información, por no decir ninguna por la confidencialidad médico-paciente, pero siempre le había dicho lo poco que podía decirle y que a pesar de todo la joven estaba bien. En esos momentos no iba a decirle aquello a Noah desde luego, no quería en cierto sentido “empeorar” la situación.

- Lo sé. Así es él. – Hubiese esbozado una de aquellas sonrisas a las que tanto estaba acostumbrada Noah cuando me encontraba con ella, de esas que te tranquilizaban y te animaban a abrirte, después de todo era parte de mi trabajo. Ahora sin embargo me sentía totalmente incapaz de llevar a cabo algo tan sencillo, algo que hacía casi todos los días, algo que siempre me había salido de forma natural sin que yo me percatase de ello, porque en ese momento era necesario.

Enarqué una ceja al oírla decir que no le había gustado la forma en cómo les habían comunicado lo que le había pasado al profesor de ciencias, pero por algún motivo no me atreví a preguntarle cómo había sido. Cómo si una parte de mi temiese saberlo. – Muchas veces es difícil de comunicar algo así… - Y luego estaban los malos comunicadores y aquella gente que se podría calificar de insensible, aquellos que parecía que no sabían empatizar con el resto de las personas. Era así de triste. – Se pondrá bien. – Me quería convencer a mí misma también de aquello, de que en el momento menos pensado despertaría y sus ojos azules volverían a posarse en mí como tantas otras veces.

¿Qué si llevaba mucho tiempo allí? Bajé la mirada. Realmente ni yo misma lo sabía, había perdido la noción del tiempo y de cuántos días habían pasado desde que había tenido el accidente, desde aquella cirugía, desde que todo se había torcido. Todo por culpa de la brújula que aún estaba en el bolsillo de mi abrigo que se encontraba en aquella misma habitación. Aún a pesar de echarle la culpa a aquel objeto por algún motivo no había reunido la fuerza necesaria como para deshacerme de él. – Un par de días. – Musité finalmente levantando la mirada, sin sonreír, sin tan siquiera intentarlo. Simplemente una expresión neutra, antes de llevarme una mano a los cabellos y volver fugazmente la mirada a Everett que parecía simplemente dormido. – Dicen…, dicen que nos oye, pero… - Se me quebró la voz. ¿Realmente podía oírnos? ¿Podía notar el dolor que sentía? ¿Podía sentir la presencia de las personas a su alrededor? Eran preguntas sin respuesta y que posiblemente aunque despertase no lo recordase o no pudiese responder a ello. Me apoyé en la pared de la habitación, demasiado cansada… - Me gusta creer que es así… - Noté que un par de lágrimas recorrían mis mejillas y me las sequé antes de que la chica me viese.

El problema era que no estaba segura de que fuera realmente así.
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Mensaje por Noah M. Stoner Vie Dic 07, 2012 2:37 am

La reacción de Sydney ante mi respuesta fue tranquila, aparentemente no le sorprendió nada y aquello tampoco me extrañaba, sabía que se conocían y ella sabría más del profesor que yo, después de todo, por mucho que me ayudara y estuviera conmigo, mi relación con él era de profesor y alumna. Sus palabras me hicieron sonreír levemente, me imaginaba que aquella era la forma de ser de Everett, era algo imposible que se hubiera preocupado por mi tal y como lo había hecho hasta entonces sólo por ser yo, no podía ser, estaba segura de que debía de ser una de aquellas personas que ayudaban a los demás porque simplemente se sienten bien ayudando o quieren ver bien a la gente de su alrededor.

-Sí, es complicado pero... No sé, lo han dicho de una forma un poco... - Dudé unos segundos antes de terminar la frase, no sabía que palabra utilizar y me costó un poco encontrarla. -Rara, sí, no sabría explicarlo del todo bien. - Me negaba a decir lo negativa que estaba la directora ante el estado del profesor de ciencias, que daba la sensación de que nunca más le veríamos pasear por los pasillos del colegio o delante de una clase explicando aquella asignatura que parecía fascinarle tanto. O, que si volvía a aparecer por aquellos lares, sería en mucho tiempo, años quizás. Sus palabras no inspiraban confianza, al menos a mi no, por ello había empezado a llorar en medio de clase, que no fui la única, pero al parecer si a la que más había afectado.

Asentí levemente ante la confirmación de la psicóloga de que se pondría bien, a pesar de que más bien parecía que quería convencerse a si misma antes que a mi, de todos modos a mi también me gustaría creer en aquello porque me negaba a que se quedara en una camilla por demasiado tiempo. Volví la mirada hacia él, solo verle hacía que algo se me removiera en el estómago y sintiera como una sensación de vacío, la misma de antes sólo que se hacía más notoria, también se me formaba un nudo en la garganta que me impedía poder tragar bien. Cerré los ojos unos segundos, todo saldría bien, debía salir bien, él no había hecho nada para terminar de aquel modo, merecía un final feliz.

Al verla bajar la mirada me sentí mal por haber hecho aquella pregunta, puede que la hubiera molestado o, peor aún, que la hiciera recordar horas y tal vez días que había pasado en esa misma habitación con el sufrimiento de verle así, estaba segura de que ella nunca iba a abandonarle, no sabía porque pero pondría la mano en el fuego sin miedo a equivocarme. Su respuesta me sorprendió, a juzgar por su aspecto parecería que llevaba allí más tiempo, por lo menos una semana, tal vez menos, pero dos días no, desde luego. Me alegré de que hubiera levantado la mirada, aunque no del todo, se la veía abatida y no sabía que hacer por animarla, poco podría hacer una niña como yo para ayudarla, o eso creo.

Si nos oía, cosa que a partir de ese mismo instante deseaba que sí, no le gustaría demasiado ver que estábamos tan tristes, bueno, escucharlo. Pero poco pensé en eso, la interrupción de la frase y el que se le quebrara la voz hizo que la abrazara de nuevo, pero esta vez no era buscando protección o consuelo sino para lo contrario, notaba que era ella la que necesitaba consuelo. La abracé con fuerza, esperando que aquel pequeño gesto la ayudara aunque fuera sólo un poco. -Si nos oye deberíamos mostrarnos fuertes, necesitará apoyo y debemos dárselo. - Intenté sonar convincente, en aquellos momentos una de las dos debía mantenerse de ese modo para ayudar a la otra y pensé que sería el mejor momento para ayudar a aquella chica que tanto había hecho por mi, aunque fuera parte de su trabajo, no iba a negar que me había ayudado muchísimo.
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Mensaje por Sydney J. Watson Sáb Dic 08, 2012 1:12 am

- ¿Brusca? ¿Catastrófica? – Le pregunté mientras la muchacha parecía dudar hasta que de entre sus labios salió la palabra “rara”. Un amago de sonrisa cruzó mi rostro. – Cómo si no fueses a tenerle como profesor en mucho tiempo… - Dije mirando a Everett nuevamente. Realmente esperaba que en una de aquellas ocasiones en las que posaba mi mirada sobre él abriese sus ojos azules y volviese en sí. Que despertara… - La directora nunca ha sido una persona con tacto…- Era cierto. Siempre la había considerado fría con el resto, ni siquiera entendía como podía ser directora aunque si era cierto que precisamente a Everett le había perdonado algunos destrozos que había hecho en el instituto.

Podía verme a mí misma en Noah el primer día que había estado en aquella habitación, el nudo que se me formaba en la garganta y las irremediables ganas de llorar. Llegada al punto en el que estaba ahora, ya no costaba tanto reprimirlas, ni poner mi mirada sobre él. Cierto era que, seguía sintiendo algo extraño en la boca del estómago. Un vértigo desagradable, un nudo allí dentro, pero no con la misma intensidad que los primeros días.

En realidad no podía asegurar que llevaba allí solo “un par de días”, se me estaba haciendo tan infinito el tiempo que ni siquiera era capaz de situarme. ¿Qué día de la semana sería? Incluso se me había quedado sin batería el móvil y ni me había molestado en ir hasta casa y coger el cargador. Simplemente lo había dejado agonizar hasta que se había apagado por completo. Suspiré largamente al tiempo que mi mirada volvía a cruzarse con los zafiros de la niña que tantísimo me recordaban a Everett en aquel momento. De súbito noté que la pequeña volvía a abrazarme haciendo que yo se lo devolviese en el acto. Realmente había necesitado aquello más de lo que cualquiera se pudiera llegar a imaginar. Siempre me había mostrado fuerte, irrompible y ahora de repente sentía que me estaba haciendo pedazos por dentro poco a poco. Que me estaba resquebrajando y aquellas grietas acabarían por separarse tanto que acabaría rota. Totalmente rota.

“Si nos oye deberíamos mostrarnos fuertes, necesitará apoyo y debemos dárselo” Tenía razón y lo que me hizo gracia de aquello es que parecían las palabras que hubiese usado yo misma de no verme directamente implicada en todo aquello. – Eso tendría que haberlo dicho yo…- Me separé de ella mientras decía aquellas palabras, pasándole impulsivamente una de mis manos por sus oscuros cabellos, teniendo la sensación de que ya había hecho aquello en otra ocasión, cosa que era imposible. Mis ojos fueron a parar una vez más en Everett antes de virar nuevamente a Noah. De súbito sentí que necesitaba salir de aquella habitación aunque fuera solo durante un rato. – ¿Qué te parece…si bajamos a la cafetería y tomamos algo? Te invito, por supuesto… - El bolso seguía allí. Incluido el regalo que no había podido darle aquella catastrófica noche.

Si lo había propuesto, no era solo por mí. Aquel ambiente triste y deprimente tampoco le hacia demasiado bien a la ojiazul.
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Mensaje por Noah M. Stoner Jue Ene 10, 2013 1:59 am

Ante los intentos de la psicóloga de ayudarme a encontrar la palabra que estaba buscando negué con la cabeza y terminé por decir la mía propia, aunque sirvió de bien poco porque aún estando mal como estaba logró adivinar que pasaba por mi mente. Bajé la cabeza fijando la vista al suelo sin darle la razón, no me atrevía aunque ambas sabíamos que había acertado en lo dicho. -No, nunca. - Admití lentamente levantando poco a poco la cabeza para mirar al profesor, seguía igual, como si estuviera dormido, que en realidad lo estaba pero aquel tipo de sueño no me gustaba nada de nada.

Cada vez que miraba a Everett el nudo de la garganta volvía a aparecer, como si dijera "Hey, no me olvides, que aún sigo aquí", no es que se fuera sólo que se hacía menos presente. Miré al techo para evitar llorar durante unos segundos, no aguanté mucho más, la luz de los fluorescentes del hospital me cegó y tuve que bajar la cabeza rápidamente. No sabía que hacer, por una parte sentía el deber de estar allí, al lado del profesor, una voz desconocida en mi interior me decía que debía apoyarle pero por otro lado me sentía impotente e incapaz de seguir allí por mucho más tiempo sin derrumbarme.

Según su respuesta y el aspecto que tenía llegué a la estúpida conclusión de que allí las horas eran mucho más largas que fuera del edificio, en el reto de Storybrooke, aunque más que porque el tiempo corriera distinto sería porque ese no era un lugar para pasar el tiempo, si estabas allí sin trabajar era porque estabas mal, algunas veces peor que otras o porque había algún ser querido tuyo allí. Ser querido... Normalmente esas personas eran familiares o amigos muy muy cercanos, complicado era que una alumna fuera a ver a su profesor como era mi caso.

Mi móvil sonó, me habían mandado un mensaje pero no me molesté en leerlo, sólo saqué el aparato electrónico para silenciarlo y que no volviera a sonar más, me dio tiempo de leer de quien era aquel mensaje pero aunque mi mejor amiga estuviera preguntando por mi estado no respondería, porque seguramente trataría de eso. Volví a mirar al profesor, parecía como si todo el rato estuviera mirando la misma foto dado que nada cambiaba, al menos no lo que yo quería. Everett seguía tumbado en la camilla con los ojos cerrados, no los abría, no se levantaba, no se movía...

Hice un amago de risa ante el comentario de Sydney, tenía razón, en condiciones normales aquello lo habría dicho ella, puede que después de pasar tantas horas en su casa hubiera aprendido algo para animar a una persona. Sentí su mano acariciando mi cabello, como un dejavú, negué levemente con la cabeza cerrando los ojos para quitarme esa idea, era imposible que eso ya hubiera pasado anteriormente. La miré y me llevé las manos a los bolsillos, no llevaba mi monedero para poder pagar lo mío, estaba en la mochila. -Vamos. - Asentí, sabía que aquello nos iría bien a las dos. -La próxima vez que nos veamos te lo devuelvo, ahora no llevo dinero encima.
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Mensaje por Sydney J. Watson Lun Ene 14, 2013 11:17 am

Fruncí ligeramente y de forma inconsciente el ceño cuando sonó el móvil de Noah. Lo primero que había hecho yo nada más entrar en el hospital había sido apagarlo, a pesar de saber que de este modo ahora nadie se podría poner en contacto conmigo. Cuando salía a tomar el aire lo encendía para ver si alguien me había dicho algo, pero no mientras estuviese en aquella habitación. Sabía que ese tipo de aparatos electrónicos podían interferir en los aparatos del hospital y dada la situación de Everett era lo que menos deseaba que pasara. Aún así, cuando la joven volvió a poner sus ojos azules en el profesor de ciencias, aquel rastro de lo que pensaba sobre los móviles encendidos en un hospital (sobretodo en la zona de pacientes ingresados) había desaparecido de mi rostro.

La observé en silencio hasta que hizo ese amago de risa ante mis palabras que… ¡sorpresa! Me hizo sonreír levemente, algo que era tan poco visible en mí como natural. Aquella sonrisa era algo que tenía bastante valor en aquellos últimos tres días, en los que había sustituido las lágrimas y sus restos por un silencio casi espectral. Un silencio que me envolvía prácticamente las veinticuatro horas del día, pues tampoco es que hubiese demasiada gente que se pasara por ahí y tenían las mismas ganas de hablar y hacer que todo iba bien que yo. Nulas. Los enfermeros por su parte solo te dedicaban unas pocas palabras de cortesía y por respeto que sino…, bueno, a lo mejor ni te miraban y hacían como si te hubiese convertido en un fantasma, algo que dado el tiempo que llevaba sin dormir bien pues podía empezar a parecer, la verdad.

Al menos la joven estudiante accedió a bajar conmigo a la cafetería – No hace falta, por Dios… No quiero que me lo devuelvas, ¿vale? – Lo dije seria y poniendo aquella mirada que efectivamente les decía a mis pacientes, amigos y familiares que estaba hablando completa y enteramente en serio y que ni atrevieran a llevarme la contraria al menos por el momento. Miré una última hacia Everett antes de coger la cartera que tenía dentro del bolso, rozando al cogerla con aquel regalo que le había comprado y que ni siquiera había tenido oportunidad de darle.

- Vamos, pues… - Murmuré guiando a la muchacha fuera de la habitación camino de la cafetería, para lo que tuvimos que bajar unos cuantos pisos. Era un sitio tranquilo, pero en cuyo ambiente no estaba el típico de una cafetería. No, en aquella todo era más sombrío, más… gris. Los ánimos estaban en su mayoría más decaídos, si ibas a fijarte en los familiares de los pacientes. Quizá el rincón más animado de toda la cafetería era aquel ocupado precisamente por el personal médico del hospital. Las mesas que ocupaban los médicos y los enfermeros y enfermeras. Me quedé mirándolas uno segundos mientras me ponía con la ojiazul en la cola. – ¿Tus padres saben que estás aquí? – Pregunté cayendo en la cuenta de que en realidad… - Te saltaste clases para venir, ¿no? – Era una deducción que posiblemente fuese acertada, incluso en mi estado esos detalles tan obvios no se me escapaban, como era lógico.

No le iba a echar la bronca ni el sermón, desde luego, para eso ya tenía a sus padres que lo harían si era conveniente. Aún así me inspiró cierta curiosidad el hecho de que se hubiese saltado las clases y hubiese ido al hospital. No todas las alumnas harían algo así de enterarse que su profesor estaba en el hospital. Muchos hasta se alegrarían. – No te preocupes, no seré yo la que les digas que te saltaste clases. – Le sonreí con cierta complicidad. Ciertamente, no tenía porque decirlo. Aquello no era una sesión e incluso aunque me confesara ciertas cosas en una de nuestras sesiones tampoco podía ir aireándolas por ahí, en muchas ocasiones ni siquiera con sus padres.

- Un café, por favor – Le pedí a la chica que nos atendió antes de volverme hacia Noah dándole a entender que podía pedir lo que quisiera. Después de todo era yo la que invitaba pero no por ello iba a pedir por la chica, desde luego.
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Mensaje por Noah M. Stoner Jue Ene 17, 2013 1:38 am

-Lo siento - Me disculpé al ver la cara de la psicóloga cuando sonó mi móvil. -Me olvidé completamente de que lo llevaba encima... - Y era cierto, estaba tan preocupada por el profesor que si no hubiera sonado no sabía que llevaba el móvil encima ni me hubiera preocupado por él. No me era importante en esos momentos y tampoco lo necesitaba así que lo apagué y olvidé aquel aparato electrónico.

La leve sonrisa que se dibujó en la sonrisa de Sydney me alegró, después de lo que debería estar pasando aunque fuera poco y por un pequeño instante veía como una buena noticia el que hubiera sonreído. Aunque a mucha gente pudiera parecerle una tontería, a causa de verla a menudo por tener cita con ella había hecho que le cogiera cariño y me preocupara por su bienestar, después de todo habían sido muchas las horas en las que hablábamos. A parte de que por alguna razón siempre he sentido como teníamos una especie de conexión ajena a las consultas, como si tuviéramos amistad fuera de estas cosa extraña por el simple hecho de que no había quedado nunca con ella fuera de dichas.

No quería que le devolviera el dinero, lo sabía, a parte de por sus palabras, por la mirada que había puesto. Asentí levemente y me quedé mirando a Everett mientras ella iba hacia su bolso, supongo que a coger el dinero o algo así. No sabía en que estaba pensando pero me había entretenido con algo dado que no me había dado cuenta de que estaba a mi lado hasta que me habló. -Sí, vamos. - La seguí fuera de la habitación y después por las escaleras hacia la cafetería, no es que fuera un lugar muy alegre que digamos, más bien todo lo contrario, no se parecía en nada a la cafetería del Granny's a la que estaba acostumbrada a ir, ya fuera con algún amigo o con mi hermano, al que solía invitar a merendar muy a menudo.

Ya en la cola volvimos a hablar, asentí ante su pregunta, aunque mi padre no tenía la menor idea de donde estaba tenía el permiso de mi madre para estar en el hospital. -Sí, me las salté. - Admití bajando algo la cabeza y negando levemente con esta al escucharla hablar. -Pero mi madre sabe que vine a ver a Everett. No me sentía capaz de seguir con las clases del día así que llamaron para que me viniera a buscar y en cuanto le dije lo que nos dijo la directora me dejó venir a verle. - No tenía miedo de que me riñera por estar allí por tener permiso, aunque sí aceptaría que lo mejor habría sido quedarme en clase e ir a visitarle por la tarde, seguro que Haley entendía el que por un día no fuera a trabajar.

Pensé por unos segundos que podría pedir, tampoco quería abusar de la buena fe de la psicóloga y pedir algo que pudiera resultar muy caro. -Para mi un café con leche, por favor. - Sonreí levemente, con amabilidad, a la chica que nos atendía y me giré de nuevo hacia Sydney. -El que no sabe que estoy aquí es mi padre, pero bueno, ya sabes que con él no tengo muy buena relación... - No le escondería el que había ido a visitar al profesor si me lo preguntaba, pero tampoco iba a ser yo la que se lo dijera directamente porque sabía que eso traería problemas.
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Mensaje por Sydney J. Watson Sáb Ene 19, 2013 4:34 am

¿Para qué mentirnos? El hecho de que hubiese hablado con su madre sobre lo que le había pasado a Everett, posiblemente como se sentía y que quería ir hasta el hospital a verle era un punto más que positivo para la ojiazul, al menos desde mi punto de vista. – ¡Vaya! Me alegra saber que tu madre sabe que estás aquí. Es positivo que no tengas que ir ocultándole cosas a tus padres y haciéndolas a sus espaldas, eso suele traer más problemas que otra cosa… - También era positivo que la señora Stoner no le hubiese impedido a la jovencita el ir a ver al profesor de Ciencias al hospital. Lo único que me hizo arrugar la nariz al más puro estilo de Samantha Montgomery de ’Embrujada’ al darme cuenta de que no había mencionado a su padre en todo aquello. No, posiblemente su padre hubiese sido mucho más reticente a dejarla ir hasta allí.

Y también entendía que fuese normal que no pudiera seguir con las clases teniendo en cuenta lo que Everett me había ido contando sobre su relación con la chica Stoner. – Es tu profesor favorito, ¿verdad? – Le pregunté con una media sonrisa de esas que tantísimo me costaban esbozar en esos momentos y antes habría esbozado con una facilidad pasmosa. Era difícil intentar aparentar cierta normalidad cuando a tu alrededor todo parecía derrumbarse y tu simplemente eras una espectadora más que no podía hacer nada contra ello. No podía evitarlo. No podía remediarlo. – Everett siempre me habla de ti… Es más…

Un amago de risa salió de entre mis labios. Algo realmente positivo entre toda la negatividad que reinaba en mi interior desde la noche del accidente. El caso es que había recordado aquella tarde cuando Everett estaba con aquella convención de ciencias que tanto le había entusiasmado y había ido a darle una sorpresa visitándole una vez hubo terminado. Algo que desde luego no se había esperado y aún recordaba perfectamente como me había respondido a mi ’Tengo una duda que quizá me pueda responder, profesor O’Connor’. – No sé si recordarás… que hizo una convención de Ciencias hace un mes. – Comenté al tiempo que me dirigía a una de las mesas con el café y tomaba asiento después de dejar la taza con su platillo correspondiente sobre la mesa. – El caso. Fui a verle para darle una sorpresa, no nos habíamos visto desde hacia unos días y como me dirigí a él como “profesor O’Connor” me confundió por alguna razón contigo. – Acabé contándole con una ligera sonrisa plasmada en el rostro y sin percatarme apenas de que quizás le estaba dando demasiada información. – Me resulta una anécdota curiosa y divertida… y que precisamente seas tú la única alumna que por el momento ha venido a verle.

Tomé la taza dándole un sorbo al café. Desde luego, valía la pena bajar hasta la cafetería y ahorrarse de tomar el café de máquina, por más barato que fuera aquel estaba muchísimo mejor.

Fue entonces cuando mencionó a su padre y me recordó la difícil relación que tenían a lo que yo simplemente asentí. – Ya… Probablemente no lo entendería, ¿no? – Alcanzo a decir antes de dejar que un suspiro escape de entre mis labios, una mezcla de cansancio, angustia y ese sentir que llevo arrastrando desde hace días. Ese sentir que hace que parezca que el mundo se ha oscurecido y va a pasar mucho tiempo hasta que vuelva a salir el sol. – Everett estaba preocupado por ti últimamente, por tu situación en casa y eso. Sabes que si necesitas ayuda puedes contar conmigo, ¿verdad? Y no meramente como tu psicóloga, Noah.
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