La camioneta tiene hambre (Alegna)

Vale, la gente tenía mucha razón cuando le acusaban de ensuciar el medio ambiente con su vieja camioneta heredada por su padre; pero los coches eran algo que siempre le había entusiasmado: Su sonido, sus grandes ruedas, el aire que entra por la ventanilla... Todo. Esa sensación de conducir se había convertido en uno de los mejores pasatiempos para Timmo y, desde luego, el anuncio de BMW estaba hecho perfecto para él, ¿te gusta conducir? ¡Vaya que sí! El problema es que él tenía una vieja camioneta, no un coche deportivo para ricos. Pero la sensación seguía siendo la misma, ¿no?

Y ahí estaba, plantado delante del depósito de su coche, alimentándolo con la manguera. El precio de la gasolina había alcanzado ya límites insospechados, pero, aunque fuera un tema de conversación recurrente, a Timmo no era que le importara demasiado. Más que nada porque aún le sobraba el dinero ¿Sobraba dinero? Bueno, él era soltero, vivía solo en un piso de alquiler y no tenía casi que ningún capricho. El dinero era algo que no le faltaba aunque su sueldo no fuera muy allá. Para sacar adelante una familia se quedaba corto, para sacarse adelante a uno mismo y a su perro, había de sobra.

Dejó la manguera en su sitio y no tardó en subirse al coche. Pero, ¿No le faltaba hacer algo más? Se bajó corriendo del coche y empezó a mirar por todos lados. Totalmente ajeno a que, en realidad, lo que se le había olvidado era cerrar el depósito.

El aire era perfecto. Moviendo los cabellos de la muchacha se movían al viento mientras poco a poco, bajaba la velocidad de la moto. Debía llenar el depósito, es lo mínimo que podría hacerle a Vick, que se la había prestado. Paró en la gasolinera y entró, bajando de la moto y asegurándose de que estaba bien colocada. Había un chico con una camioneta al lado, pero su atención estaba fija en no pasarse echando el apestoso líquido. Se echaba lo que veía justo mientras echaba los rubios cabellos hacia atrás. Cuando por fin terminó fue a pagar mientras observaba aquella camioneta y no pudo evitar sonreír. Le recordaba a la que tenía su abuelo, antes de venderla por la falta de dinero en casa, cuando ella era muy pequeña.

Se quedó mirando el indicador del aceite un buen rato. Pues nada, estaba apagado, así que no creía que se hubiera olvidado de ello ¿Entonces qué era? No podía parar de dar vueltas alrededor de su camioneta, buscando indicios de su tarea olvidada. Timmo era así de despistado siempre, algunas veces incluso se olvidaba de comer o beber, si no fuera porque tenía un perro a su cuidado que era como un reloj, ya habría adelgazado unos siete kilos. Se cruzó de brazos, enfadado consigo mismo.

Estuvo pensando un buen rato en entrar dentro del establecimiento para preguntarle al dependiente si le había pagado, pero eso estaba claro que sí porque había puesto gasolina y luego… ¡Tonto, tonto, tonto! Se había olvidado de cerrar el depósito… Menos mal que no había arrancado ni nada, porque si a alguien se le ocurría tirar una colilla cerca de él, habría saltado por los aires en cuestión de segundos –o microsegundos-.

No pudo evitar rascarse la cabeza mientras pensaba en como había podido ser tan torpe como para olvidarse de cerrar el depósito. Siempre le pasaba lo mismo, iba pensando en sus cosas, que no solían ser más que como derrotar al dragón rojo en el World of warcraft o como hacer que su perro empezara a hacer sus necesidades dentro del retrete para no tener que sacarlo a pasear tan a menudo. Miró a su alrededor para ver si alguien se había percatado de su estupidez.

Y así lo habían hecho. No pudo evitar sonrojarse ¿Por qué le miraba aquella rubia si no era por burlarse de él? ¡Era imposible que le estuviera mirando por otra cosa! Ay señor, quizá, lo mejor era irse corriendo… Con suerte, en unos días aquella rubia platino se olvidaría de él y no se burlaría cuando lo viera, como las chicas guapas de su instituto.

Off: Don't worry ^^